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[Teenage Mutant Ninja Turtles] Un lugar al que llamar hogar - Capítulo XII: Gioconda [FINAL]

 


Cuando la muchacha abrió los ojos, olió aquel hedor y vio el techo de ladrillo sobre ella volvió a experimentar esa sensación de dejà vú, que le hizo a su vez, recordar el incidente con Hun. Se incorporó bruscamente, pero estaba a salvo... aunque no indemne.

Para empezar su brazo izquierdo estaba cuidadosamente vendado y atado con su propio pañuelo a modo de cabestrillo. También le habían aplicado unos vendajes en el torso – le habían despojado de la sudadera – que le ceñían con firmeza, como si llevara un corsé. Costaba tomar aire con esa cosa, pero ya no le dolía. Su muñeca derecha había sido igualmente vendada con firmeza. Apartó la sábana y vio que el tobillo que se había torcido en su intento de fuga estaba igualmente vendado.

En esta ocasión el cuarto donde se encontraba no era el de Michelangelo; éste no estaba atestado de cosas si no que estaba totalmente vacío, a excepción de la cama de estilo futón donde ella se encontraba. Eso sin contar a la tortuga que dormitaba justo enfrente de ella, con los brazos cruzados, el caparazón apoyado en la pared y la cabeza reposando sobre su plastrón del pecho. Era Raphael.

Ella le miró atónita pero no quiso despertarle. Intentó incorporarse, pero por mucho cuidado que le pusiera hizo el suficiente ruido como para alertar unos oídos ninja. Raphael se despertó con un cabeceo. Cuando la vio sentada en la cama y totalmente despierta se espabiló.

- ¡Eh ¿Cómo te encuentras, renacuaja? – preguntó con una sonrisa. Ella no respondió, en su lugar intentó levantarse, pero le supuso un esfuerzo tan extenuante que se dio por vencida. Raphael se dio cuenta y se aproximó – El maestro Splinter dijo que te convenía descansar, así que no hagas eso.

La chica se llevó la mano libre al torso vendado y luego al brazo en cabestrillo para por último alzar el rostro y mirar interrogativamente a la tortuga. Raphael se acuclilló a su lado.

- No sé qué te hizo exactamente ese cerdo, pero tenías una costilla fisurada y lo mismo puede decirse del brazo, la muñeca y el tobillo. Por no hablar de los moratones generales y la pérdida de tu cola – le informó – Cuando te trajimos aquí el maestro Splinter junto con Donatello te curaron lo mejor que pudieron – hizo una pausa – Lo siento, niña. Ha sido todo por mi culpa. Te mentí y no debí hacerlo.

Su arrepentimiento era sincero. Sin embargo, ya no estaba enfadada con él. No se atrevía a decirle nada, pero dadas las circunstancias debía admitir sus errores.

- No ha sido culpa tuya – murmuró con la cabeza gacha – Intentasteis advertirme de que no siguiera provocando a los Dragones Púrpura, pero yo no os hice caso. Esa noche intentaste convencerme de nuevo, y lo habías conseguido… quizá sólo me aferré a esa mentirijilla porque deseaba encontrar una excusa para no hacerte caso. Así que, en realidad, me lo busqué yo sola… la que lo siente soy yo por no haberos escuchado.

- Iban a matarte – espetó él mirándola con dureza - ¿Lo entiendes? Conocemos a Hun y él… bueno, es muy peligroso. Con tus incursiones conseguiste llamarle la atención y no sólo te has puesto en peligro tú, sino también a nosotros… Escuchamos cómo te interrogaba por nuestra guarida.

- No le dije nada – respondió ella y alzó la vista para mirarle a los ojos –Me dijo que iba a romperme todos los huesos del cuerpo… pero ni aunque lo hubiera sabido se lo habría dicho. Puede que sea de irme por la puerta de atrás pero nunca os traicionaría. Lo juro.

La expresión de Raphael se relajó y asintió con la cabeza.

- Lo sé. Escuchamos cómo lo mandaste a la mierda. Gracias.

La chica notó cómo le ardía el rostro y bajó de nuevo la vista. Raphael se puso de pie.

- Supongo que estarás muerta de hambre, te has tirado durmiendo dos días enteros. Sí, es verdad, no me mires con esa cara – añadió al ver la expresión de la chica – Voy a avisarles a todos que estás despierta. Han estado muy pendientes de ti, sobre todo Mikey. ¿Prometes que si me marcho un momento no te escaparás?

Ella sonrió, divertida por su pregunta.

- No podría, aunque quisiera – fue su respuesta.

Raphael le dedicó una sonrisa torcida.

- No esperaba menos de ti, renacuaja.

Y se marchó.

La muchacha se tumbó de nuevo y estuvo mirando al techo todo el tiempo. En verdad que sentía mucha hambre; para ser justos sentía un gran agujero negro en el lugar donde debería estar su estómago, que se retorcía y aullaba demandando sustento. Un rato después unos pasos apresurados por el pasillo la hicieron volver la cara hacia la puerta y allí vio a Michelangelo, que portaba una caja de pizza.

- ¡Estás despierta! – exclamó, esbozado una sonrisa inmensa, enseñando todos sus dientes -¿Cómo estás? ¿Te duele mucho? ¿Te acomodo la almohada?

- Mikey – advirtió Raphael que había seguido a su hermano y ahora se apoyaba con el hombro en la puerta– No la agobies ¿quieres?

- No lo hago – protestó éste y se agachó para sacudir las dos almohadas y dispuso una contra la otra para que la chica pudiera recostarse y estar más cómoda para comer – Así está mejor ¿verdad?

Ella asintió, encantada por todas las atenciones que estaba recibiendo. 

Michelangelo abrió la caja de pizza y se la depositó sobre las rodillas. Había dos trozos grandes y suculentos de una deliciosa pizza de pepperoni. La niña cogió sin miramientos uno de los trozos y se lo llevó con voracidad a la boca.

Michelangelo se asustó de lo rápido que comía, que más que masticar parecía engullir la comida.

- Chica, si no relajas no la vas a poder ni saborear – le advirtió– Va a ser cierto que te pareces a Raphael; hasta comes igualito que él.

- Puede ser, pero yo soy más guapo – dijo Raph desde la puerta.

Ella se detuvo mirándole totalmente desconcertada. ¿Cómo que se parecía a Raphael? ¿Qué habían hablado a sus espaldas?

- Si no la traes bebida lo más probable es que se atragante – dijo Donatello, apareciendo en el umbral con un vaso y una botella de agua, que depositó al lado de la cama de la chica. Tras llenarle el vaso se lo ofreció – Me alegro que te encuentres mucho mejor.

Ella asintió con la cabeza y recordó lo que le había dicho Raphael.

- Gracias… por el agua, pero también por curarme – dijo ella tras beber.

Donnie se rascó la cabeza, pero asintió, satisfecho de sí mismo. Mikey le dio un codazo.

- Eh ¿cuánto tiempo tiene que estar con esas vendas?

- Lo que necesite para que sus huesos se suelden. No seas impaciente.

Quien había respondido era el mismísimo maestro Splinter, que había llegado acompañado de un sonriente Leonardo.

Aunque a la muchacha la estancia le había parecido grande se encontraban un tanto apretados ahora que también estaban las cuatro tortugas junto con su maestro. Éste se arrodilló al lado de la chica, que ya apuraba el segundo trozo de pizza.

- ¿Cómo te encuentras?

- Bien… gracias a vosotros.

- Espero que seas consciente de lo que te sucedió la otra noche. Si mis hijos no hubieran llegado a tiempo…

Ella agachó la cabeza.

- Te aseguro que soy muy consciente – asintió – Raphael me lo ha dicho, pero no hacía falta, yo misma me he dado cuenta de lo idiota que he sido por no seguir vuestros consejos. Tal y como le he dicho a él, sé que estaría muerta de no haber sido por vuestra intervención. Por eso os quiero dar las gracias a todos. Os debo la vida. No sé cómo agradecéroslo lo suficiente, pero puedo empezar con daros una explicación - Hizo una pausa. Splinter asintió satisfecho y la dejó hablar – Puede que os resulte ridículo, pero… no sé por qué lo hice. Yo… no recuerdo nada de mi vida anterior a meterme de lleno en las peleas contra los Dragones. No sé quién era o qué hacía antes de eso, no soy capaz de recordarlo y, cuando lo intento con todas mis ganas, sufro de fuertes migrañas que me dejan k.o. para todo el día. Sentía que los Dragones, de algún modo, lo sabían o podían ayudarme a arrojar algo más de luz en eso. Pero me equivoqué… – otra pausa. Estaba nerviosa, pensó Splinter, pero sonaba sincera – Siento mucho no haber sido lo suficientemente valiente de contároslo antes, pero pensé que no me ibais a creer. Además yo… 

Guardó silencio y no fue capaz de continuar.

El maestro Splinter la miró fijamente a los ojos para asegurarse de su sinceridad, buscando rastros delatores de mentiras, tal como hiciera en su día cuando April O’Neil entró a las alcantarillas. Pero tal y como le había parecido, la chica estaba siendo sincera. Entonces Splinter asintió y puso una de sus gentiles garras sobre su hombro.

- Bueno, ya tendremos tiempo de hablar de eso en cuanto te recuperes. Ahora te conviene descansar.

Ella le miró con esperanza mientras se incorporaba

- ¿Puedo quedarme hasta entonces?

Él la miró un par de segundos y sonrió.

- Puedes quedarte todo el tiempo que quieras, como si lo haces para siempre.

La chica se llevó una mano al pecho y comenzó a respirar agitadamente. ¿Había escuchado bien? Miró a la rata y luego a cada una de las tortugas. No, no parecían estar bromeando, parecían ser sinceros. ¡Pero eso era imposible!

- ¿S-significa eso que puedo quedarme a vivir aquí? ¿De verdad?

- Bueno – dijo Splinter, encogiéndose de hombros – No hemos estado vaciando este cuarto de trastos para convertirlo en un dormitorio por mero capricho.

La chica le observó estupefacta. De él pasó a Leonardo, que esbozó una gran sonrisa.

- ¿Qué fue una de las cosas que te dije cuando nos conocimos, antes de despedirnos? – hizo una pausa, esperando una respuesta que no llegó. Su sonrisa se hizo más amplia – Te sugerí que sería una buena idea que cambiaras de hogar. ¿Por qué no mudarte aquí?

- Y si no hubieras salido corriendo en su momento, cabeza de chorlito, te lo hubiéramos acabado ofreciendo – señaló Raphael cuando ella le miró – Lo que pasa que te vimos tan desconfiada que no quisimos agobiarte con la oferta para evitar que huyeras… cosa que igualmente hiciste, por otra parte.

- Y aunque no sabíamos aún tu respuesta nos vinimos arriba y estuvimos discutiendo el asunto de tu nombre mientras dormías – añadió Donatello bajo la atenta mirada de la chica que, por último, miró a Michelangelo.

- Seh – asintió éste – Por eso de que pudiéramos dirigirnos a ti y esas cosas sin llamarte “eh tú” y cosas así… cada uno dijimos uno y mira tú por dónde que el sensei se salió con la suya.

- ¿De qué te sorprendes Michelangelo? – le preguntó el maestro – A fin de cuentas yo soy el mayor y os puse vuestros nombres – se volvió a la chica – Aunque si no te gusta, te podemos decir las otras opciones y elegir tú la que más te guste. El nombre que sugerí es… Gioconda. Creo que te va bien porque eres igual de misteriosa que ella. ¿Te gusta?

La chica se había quedado sin habla y, aunque hubiera sido capaz, no habría sabido qué decir.

- ¿Te quedas entonces a vivir con nosotros? – preguntó Michelangelo con los dedos cruzados - ¿Tendré por fin una hermanita aunque sea adoptaba?

Dos lágrimas resbalaron por sus mejillas y no pudo soportarlo más. A pesar de que su cuerpo protestó por el esfuerzo y se sintió muy rara sin su cola se las apañó para incorporarse y fundirse en un abrazo con el maestro Splinter, que por poco no dejó caer el bastón ante la inesperada efusividad de la noticia.


Se aferró a él como alguien se agarraba a un salvavidas en medio del mar.  


Porque le habían dado un nombre. Porque alguien la aceptaba. Alguien la quería.


Porque por fin había encontrado un hogar…




FIN

2 comentarios:

  1. "Eso sin contar a la tortuga que dormitaba justo enfrente de ella, con los brazos cruzados y la cabeza reposando sobre su plastrón del pecho, roncando ligeramente. Era Raphael." ... Joder! Eso ha sido tremendamente cursi, lindo, tierno, etc. se me derritió el corazón 😂 no esperaba menos, aunque era de suponer quien era la tortuga que estaría allí velando por ella.

    El final me ha dejado con bastantes preguntas sobre la chica-reptil; también estuve viendo de imágenes relacionadas con la Gioconda y las TMNT, curiosamente siempre se trata de una chica-reptil y es algo parecida a tu personaje O_o A eso le llamo verdadera "Mente colectiva" o_O

    Lo que le ocurrió a Gioconda ha estado muy Sádico: brazo y costilla rota, ademas de amputación de un miembro; en mi vida había leído o visto algo así relacionado con las TMNT... por eso me ha gustado también. 👍🧡

    Desconocía que el personaje de Hun perteneciera al Canon de las TMNT pero algo que has escrito aquí al ultimo me ha hecho que Googleara un poco, he visto que sí es un enemigo de las Tortugas y ademas es bastante parecido a lo que describiste..


    Al parecer esta historia llegó hasta mi niño interior, me ha hecho recordar viejos tiempos y bueno ya te dije que casi suelto la lagrimita XD


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    1. Ooooh jeje es que Raphael es muy tsundere, es algo que sabes a poco que le conozcas. Teniendo en cuenta que se sentía culpable es normal que se volcara más en la vigilancia de la niña, aunque está claro que se ha ido rotando con el resto.

      Era mi intención: dejar un final abierto porque la historia de Gioconda es larga y compleja. Busca un lugar en el que quedarse pero sus propias inseguridades lo complica mucho y la amnesia tampoco ayuda. Y sí, como te dije, me inspiré en parte en Mona Lisa porque, a pesar de que sólo salía en un episodio, siempre me he acordado mucho de ella.

      Lo que le ocurre a Gioconda a manos de Hun es duro, pero es que tú no has visto los cómics originales de Mirage; las tortugas son de todo menos "suaves". La serie de 2003 es más violenta que la de 1987 y aún así está muy suavizada; no me importa forzar un poco y endurecerla un pelín más sin caer en lo salvaje propiamente dicho.

      Hun es del canon y tiene múltiples versiones. La de 2003 se parece mucho a la original de Mirage y mola bastante, da mal rollo y sabes que es tu tío peligroso aunque las tortugas le acaban pillando el punto.

      ¡Muchas gracias por comentar! Me alegro que te haya gustado ^^

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