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[Teenage Mutant Ninja Turtles] Noche de chicas - Capítulo I


NA: a pesar de que tengo pensada la continuación de la primera historia que subí hace poco de las TMNT: Un lugar al que llamar hogar, también me gustaría mucho hacer un compendio de relatos cortos, como si de episodios de la serie se tratara, donde tanto Gioco como las tortugas tengan aventuras o eventos que enriquezcan las tramas principales. Al más puro estilo de las Tales of TMNT de los cómics originales pero con la idea de conocer mejor a Gioconda, quien se verá envuelta en aventuras con todos y cada uno de los integrantes de la familia de las tortugas.

He aquí el primer mini-relato que ha surgido partiendo de esta premisa, por lo que es posible que algunas cosas que se lean aquí aún no tengan explicación en la arco principal. ¡Ya se descubrirán!



- Déjame darte un último retoque con esta sombra – dijo April O’Neil mientras sostenía una brocha para a continuación aplicarla sobre el párpado cerrado de Gioconda.

Cuando hubo terminado miró con ojo crítico su obra, asintiendo satisfecha.

- ¿Puedo mirar ya? – preguntó Gioco, impaciente.

Se encontraba en el dormitorio de April, concretamente sentada ante el espejo del tocador, con los ojos cerrados.

April se rió.

- ¡Ni hablar! Aún me queda peinarte. Luego elegiremos la ropa que más te favorezca. Veamos – murmuró, mientras terminaba de peinarla con un cepillo de púas suaves.

La explicación de por qué Gioconda se estaba sometiendo a semejante cambio de imagen se debía a que era un viernes por la noche y eso sólo podía significar una cosa: noche de chicas.

Fue precisamente idea de April el organizar estas reuniones; por muy bien que se llevara con las tortugas, el maestro Splinter y Casey Jones Gioconda estaba en una edad complicada donde le venía bien tener una amiga con la que compartir experiencias, confidencias y hacer… bueno, las típicas cosas de chicas, por muy cliché que pudiera sonar. La misma April recordaba con cariño y nostalgia las reuniones que había tenido en su época de adolescente con sus pocas pero auténticas amigas. Veladas que ya comenzó a echar mucho de menos en su etapa universitaria, mientras se sacaba la licenciatura de matemáticas, por dos razones: porque en esa carrera había muy pocas jovencitas y porque sus amigas de la adolescencia también habían cursado sus propias carreras o trabajos, lo que había hecho que se distanciaran y que apenas mantuvieran contacto en la actualidad. Gioconda había perdido la posibilidad de tener un grupo de amigas debido a su mutación y April se esforzaba porque tuviera algo lo más parecido posible a aquello que nunca pudo tener. Y cuando le planteó al maestro Splinter su idea éste dio su consentimiento encantado, mostrándose de acuerdo en el razonamiento de la joven humana.

 

Así que la mutante esperaba esas noches con auténticas ansias. Cuando daban las seis subía apresuradamente a la superficie y marchaba hasta la tienda de antigüedades de April. La acompañaba durante el cierre, cuando ya había echado las cortinas y apagado las luces de neón con la indicación de “Abierto”.

Ayudaba a April pasando la escoba por el suelo mientras ésta hacia el cuadre de caja y llamaba por teléfono para pedir comida italiana o tailandesa a domicilio, si bien normalmente solían cocinar juntas en el piso de arriba, que era el apartamento de April. Gioco la ayudaba a preparar la cena mientras parloteaban sobre lo que habían estado haciendo en la semana, sobre las tortugas, Casey y sobre otros temas de sus vidas cotidianas. Ya cenando solían ver películas o programas de televisión, ojeaban revistas o, como esa noche, se entretenían maquillándose y pintándose las uñas: la idea había surgido cuando, haciendo zapping, vieron uno de esos reality shows donde cogían a una mujer y le hacían un cambio de imagen; Gioco nunca veía ese tipo de programas; era imposible con cinco “hombres” por casa.

De modo que April tuvo la genial idea de que ambas hicieran lo mismo allí en su apartamento. Gioconda se mostró encantada ante la idea, pero admitió que ella no tenía ni idea de cómo maquillarse.

- ¡Pues eso no puede ser! – exclamó April, tomando los platos vacíos - Voy a enseñarte ahora mismo. Por una vez, aprenderás a hacer cosas típicas de las chicas de tu edad.

Tras dejar todos los cacharros a remojo en la pila y bajo la curiosa mirada de Gioconda sacó todo un arsenal de productos de belleza, esparciéndolos sobre su cama. April no solía maquillarse a menudo, pero ahí tenía toda una colección; admitió que la mayoría se los habían regalado o los había pillado aprovechando buenas ofertas. Le fue explicando lo que era cada cosa y para qué servía, aunque ella misma dudaba en algunas ocasiones por tener una idea muy limitada.

Y entonces se puso manos a la obra:  se lavaron el rostro con agua y jabón y se aplicaron una mascarilla para suavizar la piel, se plancharon el pelo, se pintaron las uñas y, por último, se quitaron la mascarilla y abordaron el tema de maquillaje. April se maquilló mientras mostraba a Gioconda cómo debía hacerse y luego se puso a aplicarle los productos a ella.

- Así te verás un poco más femenina para variar. No ayuda nada que estés todo el día rodeada de tíos practicando todo tipo de actividades… de tíos, valga la redundancia.

Para ese momento April había decidido darle parte de sus bártulos de maquillaje a la muchacha mutante: Gioconda no tenía absolutamente nada mientras que la joven humana tenía demasiados, así haría limpieza y contentaría a la chica. De todo lo que había sacado lo único que no pudo usar fueron las bases de maquillaje, ni los bronceadores, ni iluminadores ni el colorete: simplemente el tono de piel de la mutante no lo admitía.

Así que una vez terminó con el maquillaje April cubrió el espejo del tocador y uno que tenía de cuerpo completo para evitar que Gioco tuviera tentación de mirarse, y abrió su armario. Tras varios descartes, eligió un antiguo vestido que ya no usaba. La hizo ponérselo, pero no pudo prestarle unos zapatos porque los pies de la chica eran demasiado grandes y anchos. Una vez terminaron retrocedió unos pasos, admirando su obra.

- ¿Qué tal estoy? – preguntó Gioco, impaciente, mientras April la acercaba hasta el espejo grande.

- Tú dirás – dijo, y quitó la manta que había usado para cubrirlo.

Gioconda se quedó boquiabierta cuando se vio a sí misma reflejada en el espejo. El cabello, que normalmente llevaba recogido en un moño o en una coleta, caía suelto por sus hombros, alisado salvo por algunos mechones estratégicos, que April había rizado un poco aprovechando la caída natural ondulada del cabello de la muchacha. Sus ojos ahora parecían más grandes y expresivos por el efecto de la raya de ojos, las sombras y la máscara de pestañas. Le hacía parecer… más adulta. Y el vestido… en fin, le quedaba casi perfecto.

- Aguarda un momento – pidió April, que se dio cuenta, y corrió a buscar unas tijeras. Practicó un corte en el vestido, partiendo la falda en dos, de tal manera que la cola de Gioconda quedara donde la división y no deformara su vuelo – Mejor. Aunque sería mejor coserlo para evitar que se deshilache. Pero…  ¡estás guapísima Gioconda!

La joven mutante se volvió de un lado y del otro, haciendo hondear la falda que quedaba por encima de las rodillas y se observó totalmente incrédula. ¿De verdad esa del espejo era ella?

April sonrió encantada. Por un momento se preguntó qué dirían los chicos si la veían así pero enseguida cambió de parecer puesto que Leonardo, Raphael, Michelangelo y Donatello eran tan inmaduros que mejor preguntarse otra historia. En cuanto a Splinter… quizá insinuara que su apariencia no sería para nada práctica, aunque alabara su aspecto por gentileza.

Gioconda no se percató de la diatriba y siguió admirándose en el espejo, imaginándose con cierto placer el ir de esa guisa cogida del brazo de Raphael a una cena en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. La idea era totalmente absurda porque era imposible por muchas razones, pero a fin de cuentas Gioconda no dejaba de ser una chica adolescente que podía romantizar algunas situaciones. Suspiró profundamente, ensimismada en su fantasía.

- Seguro que así saldría conmigo…

- ¿De quién estás hablando?

Gioconda se quedó totalmente petrificada. ¿Había dicho lo que creía que había dicho en voz alta? ¿Otra vez le pasaba? Se volvió, tiesa como una vara, y vio cómo April la miraba con una ceja enarcada y expresión traviesa.

Sintió cómo las manos y los pies se le quedaban helados mientras que su cara ardía como el fuego. Viendo su apuro April se relajó visiblemente y alzó una mano.

- Perdona, no es necesario que me lo digas si no quieres…

Gioco la observó; nade sabía de sus aspiraciones hacia Raphael. Entonces se dio cuenta de cuánto necesitaba contárselo a alguien y que April era la mejor opción: era mayor, era chica y también estaba colada por alguien. Alguien que se hacía llamar Casey Jones, para más información... y Casey, ahora que lo pensaba, se parecía demasiado a Raphael. Curioso.

- Me refiero a Raphael – admitió y, según lo dijo, se sintió infinitamente mejor, como si se quitara un gran peso que tuviera sobre los hombros – Me gusta… un poco demasiado.

 

April la miró boquiabierta y entonces se recordó que debía tener más consideración hacia Gioconda. A fin de cuentas, la chica estaba abriéndole su corazón, una que había sufrido una mutación traumática que la hizo perder la memoria y que vivía en las alcantarillas sin más compañía que una rata anciana y cuatro tortugas adolescentes de sexo masculino. ¡Sería realmente duro y como para volverse loca, pues no tenía ninguna figura femenina que le echara una mano! Ella misma recordaba lo difícil que se le había hecho en ocasiones tolerar la convivencia con ellos cuando se quedó sin hogar, a pesar de que los quería muchísimo.

La miró con ternura y se acercó hasta ella, poniendo una mano en su hombro.

- Lo siento, cariño. No tenía ni idea – admitió con voz dulce – Y dime, ¿hace mucho que te gusta?

Gioconda lo meditó. En realidad, no estaba muy segura cuándo había sucedido ese pequeño cambio, cuándo había hecho su cerebro “click” y se había dado cuenta de que estaba enamorada de Raphael, pero sospechaba que había empezado a gustarle en aquella azotea cuando se percató que entre sus brazos se sentía a salvo, como nunca antes en su vida que, aunque no recordara, sentía que así era. Y después de todo lo que sucedió con los dragones y con Hun en aquel almacén… bueno, ya no tuvo ninguna duda. Cuando él la llevaba en brazos, malherida, se dio cuenta de que le quería.

- Creo que casi desde que le conocí – contestó finalmente.

- ¿Y él lo sabe? – preguntó April, pero entonces sacudió la cabeza, recordando la inmadurez de las tortugas – Qué pregunta más tonta, por supuesto que NO lo sabe. No se daría cuenta aunque se lo anunciaras con un cartel.

Gioco apartó la mirada y se sonrojó.

- En realidad… en realidad sí que lo sabe.

- ¿Cómo? ¿Cuándo? – preguntó April, totalmente atónita.

- Una vez le di un beso… ya sabes, un beso de verdad.

- ¡Aaaw, Gioco! – exclamó April, ya que le pareció adorable y tierno - ¿Y qué te dijo?

- Nada.

- ¿Cómo qué nada? – ahora se sentía ofendida.

- Nada de nada.

No podía creérselo.

- Grandísimo zoquete – pensó para sí.

- La verdad es que salí corriendo después porque me dio muchísima vergüenza, así creo que, aunque hubiera tenido algo que decir no hubiera podido hacerlo.

- ¿Pero nunca habéis hablado de eso después? Quiero decir, algo se le pasará por ese melón que tiene por cabeza…

Gioconda no respondió y April se llevó una mano a la frente con consternación.

- ¿Es que a ti Casey te dijo algo?

La pregunta pilló totalmente desprevenida a April y fue formulada con tanta inocencia que se quedó sin palabras. Cuando quiso decir algo se atragantó con su propia saliva y le dio un ataque de tos momentáneo, que enseguida se le pasó.

- ¿C-cómo dices?

- Bueno, Casey y tú…

- No, no, nononono… no – dijo y entonces soltó una carcajada de lo más forzada – NO hay un “Casey y yo”. ¿De dónde has sacado una idea tan ridícula?

Gioconda la miró con cara de incredulidad y, por qué no, de hastío.

- Pensaba que te gustaba.

- ¿ÉL? ¿A MI? ¡Por favor, no me hagas reír! Para empezar, es un bruto, no tiene ningún cuidado de las cosas, por no hablar de su mal carácter y que es tonto de remate. ¡Ja! Menuda ocurrencia.

- Pero no todo es malo. ¿No?

April se detuvo, cohibida.

- No, claro que no – meditó por unos instantes. Cuando retomó la palabra su voz fue descendiendo de tono y sus mejillas se fueron tiñendo de rubor – Es verdad que en el fondo es muy buena persona, que se preocupa por los suyos y que no le importa arriesgar su propia seguridad por protegerlos y…

 

Mientras April empezaba a enumerar las virtudes de Casey a Gioconda no se le escapó otro sonido superpuesto, mucho más amortiguado, que parecía provenir del piso de arriba.

- ¿Qué ha sido eso? – preguntó en voz alta, mirando hacia arriba con la cabeza ladeada.

- ¿Cómo dices? – preguntó April con voz distante, como si estuviera tan ensimismada que no pudiera volver a la realidad.

- ¡Chist! – pidió Gioco señalando hacia arriba - Creo que hay alguien en el piso de arriba, April. He escuchado un ruido.

- Naturalmente, la señora Ferguson – explicó April, centrada al fin.

- ¿Quién? Pensaba que usabas ese sitio como trastero…

- Tras el incendio perdí la mayor parte de mi inventario, de modo que se quedó totalmente vacío. A pesar de que con el dinero que gané al entregar el botín robado tras el segundo encuentro con Nano* pude reconstruir todo, se me ocurrió alquilarlo durante una temporada, como hice con mi sótano tiempo atrás, para sacarme un dinero extra que me ayudara a reabrir el negocio y tirar durante estos primeros meses tan duros. Aunque…

Iba a decir, con acritud, que también podría haberle pasado a Shredder la factura por ser el causante de los daños**, pero se interrumpió cuando, proveniente del piso superior, algo se hizo añicos. April y Gioconda intercambiaron una mirada.

- Es algo mayor y está enferma. No es extraño que se le caigan las cosas y se rompan…

Otro objeto se hizo añicos y otro, y otro más… April se preocupó de verdad. A esas horas la mujer aún estaba sola, ya que su hijo trabajaba hasta bien tarde. Quizá había tenido un accidente. Se puso en pie.

- Creo que será mejor que eche un vistazo para asegurarme que no se ha hecho daño.

- Iré contigo, sólo por si acaso….

- No, no. Quédate aquí, mejor que no te vea. Vuelvo enseguida.

Dicho esto, se encaminó al salón y abrió la puerta, mirando hacia las escaleras. Esperaba equivocarse y que todo fuera un susto; no iba a tardar en comprobar cuánto se equivocaba.







* Se refiere a los sucesos del capítulo 11 de la segunda temporada, "El retorno de Nano"

** Se refiere a los sucesos del capítulo 18 de la primera temporada "Shredder ataca de nuevo".

2 comentarios:

  1. Hmmm 🤔

    Se suponía que hoy jueves era mi día de descanso, pero lo he ocupado para hacer algunos pendientes. Al final del día termine todo molido y muy cansado; Lo digo para que entiendas mi estado de ánimo.

    Ya después de estar liberado de todo, por fin decidí sentarme frente al PC para leer este relato.

    Que decirte? ... Al comenzar a leer me he olvidado de todo por un momento (incluso el dolor muscular), me sentí raro al estar leyendo temas de rímel, sombras, vestidos, etc. Sin embargo resultó un poco gracioso porque pienso que talvez te has inspirado en alguna experiencia similar 😄 ... o sea alguna vivencia tuya.

    Luego todo se puso emocionante cuando me enteré de lo de Raphael y Gioconda, casi tuve la misma reacción que April, incluso hubiera querido saber un poco más sobre el asunto😅

    Luego cuando ya estaba entusiasmado con ese tema, me haces un plot twist con lo del ruido...

    Bien, me has hecho apagar la computadora y decidí acostarme para seguir leyendo con el celular (desde el cual escribo)... Tengo que saber que coños era ese ruido de arriba 😆

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    1. Tal y como has empezado, por un momento pensaba que ibas a poner algo malo jajaja Yo cuando acabo tan cansada es que me pongo de humor pésimo.

      El tema de la "reunión de chicas" no es algo personal si no más bien un cliché que suele salir mucho en las series de este palo o, mínimo, cuando yo las veía pensaba que podían hacer algún capítulo así. Además creo que teniendo en cuenta el trasfondo de Gioconda, venía que ni pintado.

      En cuanto a Raphael y Gioconda... mi idea es que sepas algo más pero en el arco principal, que aún estoy por escribir. Es como menciono en la nota de autor de la introducción; con estos relatos, más cortos, intento enriquecer un poco sus historias. Llámalos "de relleno", ya que en la serie había algunos capítulos así pensados para descargar un poco la tensión de la trama principal de la temporada.

      Ese plot twist no te lo esperabas ¿eh? jiji

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