No recuerdo exactamente cuándo
fue, pero mínimo tenía unos 14-15 años cuando leí El Señor de los Clanes
de Christie Golden (publicado en el año 2001), sin haber jugado previamente
ningún título de Warcraft. Era la época en que Warcraft III le estaba
dando fuerte, pero yo en esos momentos no tenía acceso al juego.
Venía con una gran pasión
desatada por El Señor de los Anillos y mi curiosidad fue máxima cuando
vi que el juego permitía controlar a la facción orca. No sé el motivo exacto,
la verdad, por el cual los orcos de ESDLA me llamaban tanto la atención; puede
que fuera porque siempre nos contaban todo desde la perspectiva de los “buenos”
así que ¿por qué no conocer la de los malos? ¿Y por qué los malos siempre
tienen que ser tan malos malísimos? ¿No puede haber algo intermedio?
Por eso cuando leí la
contraportada me dije que el libro tenía que ser mío. Me lo compré junto con
los otros dos que habían salido casi a la vez: El Último Guardián y El
Día del Dragón. Mi favorito fue El Señor de los Clanes sin duda,
pero disfruté mucho también el primero y, algo menos, el segundo. Quise jugar a
los Warcraft de inmediato.
Un año o así después un amigo del
instituto me consiguió el Warcraft II y, aunque no era lo mismo, podía
conformarme, ya que salían personajes mencionados en dichas novelas y que
también me gustaban mucho. En cuanto pude, pocos años después, jugué el
Warcraft III del tirón y me encantó. Mis favoritos para jugar: los Elfos de la
Noche, pero el Azote está rotísimo.
Por último, jugué a World of
Warcraft hasta la expansión de Lich King inclusive, seguí leyendo
otras novelas (compraba todas en las que saliera Thrall, pero paré cuando
apareció Aggra; lo siento si te cae bien, yo no la soporto) pero desde hace
años ya sólo he mantenido contacto esporádico con este mundo a través de internet.
Me declaro fan acérrima de lo clásico, escéptica de lo nuevo. Demasiado lore y
eso significa notables contradicciones. Creo que ya rizan demasiado el rizo y
deberían hacer un salto temporal de unos cuantos años, centrándose en nuevos
personajes e incluso, por qué no, cambiar de era.
A lo que venía, Thrall es un
personaje que siempre me ha gustado (además de otros) debido a su complejidad y
status único, aunque entiendo a aquellos que lo califican como un personaje un
tanto “Gary Stu”. A mí también me lo parece a veces, sobre todo en su faceta de
chamán: mientras que para su lado guerrero construyeron una excelente excusa no
lo parece así para dicha parte chamana. Supongo que por eso intentaron
remediarlo dándole una abuela dedicada al chamanismo; convenientemente
Drek’Thar machaca a Thrall contándole cosas de sus padres, pero jamás le
indicaba que tenía un antepasado cercano chamán. Curioso cuanto menos. Quizá
esto explique el por qué tanto Geyah como Aggralan menosprecian sus enseñanzas
con tanta facilidad en Devastación: Preludio al Cataclismo (2015). La
venganza se sirve en plato frío.
Hablando de… me pregunto si estos
mismos consideran a Aggra (recientemente renombrada Aggralan) una “Mary Sue” (spoiler:
yo sí). Es posible que sus creadores quisieran darle a Thrall la familia que
merecía, pero nadie me quita de la cabeza que la incluyeron por acallar a los
fans del fenómeno “Thraina”; sinceramente esta idea me gusta mucho más que lo
que hicieron canónico, la verdad. Ya hay mestizajes entre orcos con ogros y
draenei así que ¿por qué no con humanos? Supongo que como Jaina le recuerda a
su hermana adoptiva Taretha en la mente de los guionistas sonaría algo así como
“incesto”. Me hubiera encantado leer un Thrall x Taretha pero eso sería más
difícil por lo obvio. Lástima, en cualquier caso.
Independientemente de todas estas cosas que parecen metidas con calzador nos gusten o no he descubierto recientemente que Warcraft ya ha trascendido hasta el metaverso, algo que permite aligerar mi conciencia a la hora de escribir esto, una historia que apenas bosquejé al poco de leer el libro, pero solamente a un nivel conceptual bastante burdo. Por fin me he atrevido a plasmarla por escrito. Me ha llevado otros 15 años (más bien algo más) a decidirme a hacerlo. Ahí es nada.
Mi idea es que sirva como
complemento al Señor de los Clanes (que a su vez tiene la misma función con
respecto a Warcraft III) de modo que si lo has leído pilles el punto: si no,
tampoco pasa nada, resumo partes importantes. A fin de cuentas, es sólo una manía
de completar aquellas partes con las que me quedé con ganas leyendo el libro:
saber más de los orcos, de los Frostwolves y cómo fue la estadía de Thrall con
ellos… y otros aspectos de relaciones entre personajes. Lo difícil es que
apenas hay tiempo “in lore” para plasmarlo de manera convincente, creo que
deberían haberle permitido estar al menos un año con ellos y no medio invierno.
Además, así se hubiera bajado de las tablas de “Gary Stu”. Haré lo que pueda. Por este motivo seguramente
veáis partes que os suenen del libro y es porque las he incluido, aunque con
otras palabras para evitar el copy.
Admito que me ha ayudado que ya,
hoy día, hay muchísimo lore y trasfondo desarrollado, sobre todo de cara a las
tradiciones orcas. Me quedo con lo que más me gusta y lo que no, lo descarto.
Otras cosas, en cambio, me las invento o les doy una vuelta de tuerca. Es
divertido. Espero no caer en esos mismos errores que tanto critico.
A fin de cuentas, todo esto
sucede en un universo alternativo con respecto al canon, así que puedo hacer lo
que quiera, aunque una parte de mi chirríe por dentro. Me disgusta mucho
saltarme el canon, llamadme maniática.
Me disculpo si mi nota sonaba sarcástica, pero es que adoro escribir en este tono. Por otro lado, espero que mi fic os guste y gracias de antemano si me seguís desde ahora y votáis y comentáis mi historia. Aunque siempre me digo que escribo para mí en el fondo me gusta que alguien más me lea y opine. Si no ¿por qué lo subiría aquí entonces? 😊
¡Un saludo y gracias de nuevo!
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