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[Crossover: Medievil x Corpse Bride] La voz es más fuerte que la espada - Capítulo 9 - Confrontación final


Capítulo 9  
CONFRONTACIÓN FINAL


Dan se afianzó en el suelo, listo para continuar la pelea, cuando percibió algo grande moverse en las sombras. Entonces sintió el suelo retumbar y una criatura enorme salió por la puerta de la derecha del palco.

Se trataba de una especie de dragón pero uno que Fortesque nunca había visto pues era producto de un complejo hechizo de magia negra. Sin duda se trataba de Zarok pues la criatura tenía su rostro, si bien con una tonalidad verdosa y una textura escamosa. Su cuerpo estaba cubierto igualmente de escamas y plumas y llevaba una coraza metálica en el pecho que, sin duda, resistiría cualquier proyectil y hasta puede que el filo de una espada.

Zarok se alzó sobre sus patas traseras, que estaban rematadas en garras de dos dedos y miró a Fortesque desde las alturas que le proporcionaba su largo cuello.

- ¡Nadie! – gritó - ¡Nadie derrotará al poderoso Zarok! ¡Cococó cocoricó! – exclamó descontroladamente, y cuando lo hizo imitó la postura de una gallina, doblando los brazos sobre los costados. Entonces sacudió la cabeza y carraspeó, agitando una cola repitiliana rematada en una uña afilada - ¡Así que prepárate a morir Sir Fortesque!

Dicho esto escupió un líquido verde hacia el caballero, que corrió a un lado para esquivarlo. Hizo bien pues se trataba de un ácido de lo más corrosivo. Zarok se puso a cuatro patas y recorrió la estancia sin quitarle los ojos de encima a Fortesque.

Giró sobre si mismo proyectando unos cristales afilados como cuchillas en dirección al héroe, que saltó para evitar sus daños… y entonces vio que tenía a Zarok justo al lado. Se apartó y usando su técnica de giro y contraataque, proyectó la espada contra una de las patas de Zarok pero fue rechazada por el escudo mágico azulado que lo envolvía. 

- ¡No puedes tocarme, caballero! – río Zarok usando sus garras, que Dan esquivó por los pelos – Mi magia me protege. No tienes escapatoria…

Dicho esto alzó la cabeza y agitándola soltó una llamarada de fuego. Fortesque pudo evitarla a duras penas y trastabilló contra la pared, desesperado. ¿Acaso estaba ante algo invencible?

- ¡Vamos sir Fortesque! – le animó la voz de Victoria, débil pero firme - ¡Puedes hacerlo, sé qué puedes!

Dan se aferró a su voz, asiendo con más fuerza la espada y su escudo. ¡Claro que podía vencerle! Pero primero tenía que familiarizarse con el estilo de luchar de Zarok. Éste peleaba completamente seguro de sí mismo, subestimándole, de modo que su arrogancia le impedía proteger su vulnerabilidad. Algo típico de muchos luchadores, recordó Dan, incluso él mismo había sido así al principio. De nuevo recuperó un recuerdo aislado y se encontró repitiéndose las palabras que le dijera en su momento su instructor de combate.

- No dejes que tu arrogancia natural te nuble el juicio, milord – le había dicho - Sé de valientes guerreros que han caído en combate por sobrestimar su fuerza y menospreciar a su contrario. Debes ser fuerte, debes ser rápido pero también debe ser listo. Conoce a tu contrincante, camufla tus puntos débiles, busca los suyos ¡y aprovéchate de ellos! – un brusco movimiento de muñeca, un golpe con el escudo y la espada de Dan había saltado por los aires. La del instructor se detuvo con la punta en su cuello. Su yo juvenil había soltado una palabrota – En tu caso es que, cuando entras en combate, te crees mejor que el oponente y eso, como te acabo de decir, nubla tu juicio. Por eso has perdido este duelo, milord. Eres más joven, más ágil y más rápido que yo pero sé también más listo… venga, otra vez.


Era exactamente lo que le pasaba a Zarok… más o menos. Era más grande, más fuerte y más rápido que Dan (que no más joven) pero no por eso sería más listo. Fue en se momento cuando se dio cuenta de que el escudo de Zarok había desaparecido, justo cuando le lanzaba aquellas llamaradas. Fue sólo un momento porque de nuevo volvió a resplandecer con un destello azul. ¿Acaso perdía su escudo cuando usaba la magia? Podía ser pero tenía que estar completamente seguro sin que el hechicero sospechara nada.

A Dan le llevó varios intentos pero pudo corroborar sus sospechas. Entendió que el escudo desaparecía cada vez que Zarok realizaba un ataque potente con su magia. Gastaba una gran cantidad de sus energías en realizarlo de ahí que el escudo flaqueara; no podía usar la magia en semejante explosión y mantenerla al mismo tiempo por otro lado. Sin embargo era demasiado peligroso acercarse a Zarok directamente de modo que sin parar de moverse Dan esperó un nuevo ataque potente del hechicero, que se tomaba sus precauciones a risa.

- ¿Tienes miedo? – le preguntó socarronamente - ¡Pues aún no has visto nada!

Alzándose en el aire sobre sus patas traseras el monstruo se irguió y comenzó a formar una bola de energía. Dan no se lo pensó dos veces; recuperó la ballesta que le diera Puntería Tim y apuntó contra la cabeza de Zarok. En cuanto el escudo azul se disipó disparó.

Zarok emitió un aullido inhumano, detuvo su ataque y empezó a zarandear la cabeza a un lado y a otro. Dan inició una carrera aproximándose y vio, para su consternación, que había errado el tiro y en vez de darle en la frente había clavado su flecha en el largo cuello de Zarok. Sin embargo aprovechando que el brujo estaba distraído intentando sacarse la flecha le propinó golpes con su espada en sus patas traseras. A pesar de que tenían escamas éstas no eran del todo acorazadas y un líquido verdoso comenzó a rezumar de las heridas abiertas. Zarok volvió a lanzar un aullido y golpeó con sus garras delanteras pero Dan, quien había contado con eso, ya había retrocedido fuera de su alcance.

- ¡Maldito seas! – exclamó Zarok arrancándose la flecha, partiéndola y lanzándola a un lado. Su escudo volvía a estar en óptimas condiciones. 

Echó a correr en dirección al caballero, serpenteando como un reptil gigantesco e intentó agarrarle con sus garras. A pesar de ello Dan era más ágil y se las apañó para mantenerse fuera del alcance del hechicero, que dio un brinco para interponerse en su retirada. Fortesque frenó en seco y se agachó para esquivar la cola de Zarok, quien se había dado la vuelta proyectándola contra él.

- ¡Puedes correr pero no puedes esconderte! – siseó rabioso el hechicero.

Volvió a erguirse en el aire e invocó el poder del rayo, haciendo que cuatro haces de electricidad surgieran justo debajo de sus pies y a su vez, extendiendo sus brazos en el aire, comenzó a lanzar esferas de electricidad contra Fortesque. Éste se las apañó para esquivar todo lo que el hechicero le lanzaba y cuando éste se detuvo un momento a recuperarse su escudo mágico cayó. Dan volvió a enarbolar su ballesta y le disparó nuevamente a la cabeza… esta vez acertando.

El brujo se posó en el suelo de nuevo sobre sus patas traseras, zarandeando la cabeza con la flecha clavada en la frente. La piel que le cubría se volvió de piedra, que se resquebrajó por todas partes en finas líneas verdes brillantes. A continuación se derrumbó y estalló por los aires la cubierta de piedra, dejando a Zarok malherido en el suelo con su apariencia normal.

- Maldito seas, caballero – dijo con voz débil, apoyándose débilmente en su vara aunque en apariencia no pareciera herido – Finalmente he sido derrotado… uugh.

Haciendo un esfuerzo se incorporó, apoyándose en la vara que quedó relegada a un mero bastón. 

- ¡Y si yo caigo todo se destruirá! – exclamó furioso, recuperando algo de su carácter natural -¡Estás maldito Fortesque! ¡Nunca saldrás de estos dominios! ¡Jajajaja!

Con las últimas fuerzas que le quedaban alzó la vara, que destelló con un resplandor verdoso y un rayo surgió de la gema rojiza y que se extendió por las otras dos puntas. Entonces una enorme roca cayó sobre Zarok, aplastándole y su vara saltó por los aires yendo a clavarse en el suelo tras dar varias vueltas al lado de Fortesque, que se sobresaltó ligeramente porque se había librado por poco de ser empalado. Delante de él la mano de Zarok que había quedado visible se agitó en el aire con un estertor y luego cayó inerte.





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