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[Teenage Mutant Ninja Turtles] Noche de chicas - Capítulo VI

 

A su regreso a las alcantarillas a la mañana siguiente Gioconda les había contado a las tortugas y al maestro Splinter toda la historia por lo que desde entonces y, por turnos, habían hecho guardia en parejas por los alrededores del edifico para asegurarse de que Big B. cumplía su palabra. Aunque los Ferguson jamás vieron a las tortugas en persona en más de una ocasión sintieron su presencia, silenciosos ángeles de la guardia que velaban durante sus sueños, según decía la señora Ferguson.

En agradecimiento por las molestias siempre dejaba algún postre delicioso en el alféizar de la ventana del salón para que los hermanos de Gioconda lo disfrutaran durante sus horas de vigilia. Por esta razón a veces los turnos eran motivos de disputa entre las tortugas.

- ¿Por qué no puedo ir yo, eh? – preguntó en una ocasión Michelangelo, quien insistía en cubrir el turno de esa noche con Leonardo.

- Porque comer tantos pastelitos se te están empezando a notar, Mikey – le dijo Raph, señalándole el plastrón a la atura de la tripa.

- ¡Mira quién habla! El que la otra noche se zampó más de media bandeja él solo.

Raphael se cruzó de brazos y miró para otro lado, incómodo.

- Dejaos de rollos chicos – dijo Leonardo, zanjando la discusión – Hoy le toca a Donnie venirse conmigo.

- ¡JO! – protestaron tanto Raphael como Michelangelo.

Así transcurrieron dos semanas durante las cuales los mafiosos no hicieron acto de presencia alguna. Este tiempo era justo lo que faltaba para que el vencimiento del contrato de alquiler llegara a su fin y el último día el señor Ferguson le confirmó a April lo que le había comentado un par de días atrás.

- Nos han aceptado– le anunció – El nuevo apartamento es algo más caro pero está más cerca de mi trabajo y mejor comunicado con los hospitales en caso de que mi madre tenga una recaída. Cambiaremos de dirección y además donde nos vamos ahora es mucho más tranquilo, de modo que no hará falta que tus amigos sigan vigilando. Ya han hecho demasiado por nosotros. Siento mucho no poder renovar el contrato y te agradezco de veras que me lo ofrecieras a pesar de saber lo que sabes de mi pasado.

- Siento mucho que os vayáis, pero me alegro por vosotros, de verdad – dijo April – En cuanto al piso seguro que enseguida encuentro nuevos inquilinos.

Se guardó el confesar que había perdido las ganas, teniendo en cuenta lo que había pasado. Pero no le parecía justo ni necesario que ellos lo supieran.

- ¿Puedes avisar a Gioconda que nos marchamos? Esta tarde vienen los de la mudanza a por nuestras cosas pero tanto a mi madre como a mi nos gustaría despedirnos de ella antes de marcharnos.

April sonrió.

- Con mucho gusto.

Pero desgraciadamente Gioconda no pudo despedirse porque cuando April fue a buscarla a la alcantarilla Splinter le informó que la chica se había ido a divertirse con Michelangelo aprovechando que tenía ese día libre.

- Vaya, es una lástima – comentó April.

Leonardo y Donatello tampoco estaban porque volvía a tocarles turno de vigilancia ese día. Entonces April vio a Raphael, entrenando con su saco de boxeo y decidió aprovechar la tesitura.

- Eh, tipo duro. Ven aquí un momento, hay algo de lo que quiero hablar contigo.

Raphael la miró ligeramente sorprendido pero se aproximó y aguardó expectante.

- ¿Qué pasa con Gioconda? – preguntó April, yendo directamente al grano.

- ¿Qué pasa de qué?

- Sabes perfectamente de qué estoy hablando.

Raphael la miró con una ceja enarcada y expresión de la más absoluta confusión. April suspiró de frustración y se llevó una mano a la frente. ¿Cómo podía ser tan espabilado para unas cosas y tan lento para otras?

- No tienes ni la más remota idea de qué estoy hablando. ¿Verdad?

- Ah-ah, ni la más remota – contestó él, pero entonces se dio cuenta del modo en que April le miraba y una ligera sospecha comenzó a tomar forma en su mente. La miró suspicaz y cuando ella le asintió, él resopló – Te lo ha contado.

- Sí. ME lo ha contado – asintió April con cierto tono de reproche, poniendo los brazos en jarras y preguntó ligeramente a la defensiva- ¿Tienes algún problema con eso?

Él meditó unos instantes.

- No, en realidad no.

- Ya decía yo. Y bien ¿se puede saber qué vas a hacer al respecto?

- ¿Qué quieres decir?

- ¡Por el amor del cielo, Raphael! ¡Está enamorada de ti! ¿Es que tanto cuesta darse cuenta?

Raphl alzó las manos, chistándola, y miró con cierta aprensión en dirección al maestro Splinter, que veía la televisión en apariencia ajeno a su conversación.

- Mira April, no te ofendas – le dijo – Sé que lo haces con buena intención, pero eso es algo que sólo nos atañe a Gioconda y a mi.

- En eso tienes razón pero ¿por qué no le has dicho nada?

Raphael guardó silencio y no contestó. April creyó interpretar su expresión de la manera correcta y se le cayó el alma a los pies.

- No… no la correspondes.

Raphael nunca expresaba sus sentimientos en voz alta; tampoco lo hacía con sus inquietudes ni temores. No era normal que exteriorizara más emociones que la ira pero eso no significaba que fuera un insensible ni un egocentrista. Simplemente no era capaz de expresarlas con palabras y, por tanto, para él esta situación resultaba tan complicada y desconcertante. Se dio cuenta de que tenía la opción de recibir consejo sobre el tema que más le había traído de cabeza en toda su vida, uno del que no se sentía capaz de hablar ni con ninguno de sus hermanos ni con el maestro Splinter.

Quizá fuera momento de sincerarse, aunque fuera un poquito.

- Mira, ni siquiera yo sé qué es lo que siento – confesó, tras un rato de silencio – Estoy hecho un lío.

April bajó la vista y suspiró.

- Si la quisieras de la forma en que ella te quiere a ti lo sabrías – explicó – El amor es una sensación única, es como… como si tuvieras mariposas en el estómago – confesó y un ligero rubor tiñó sus mejillas – Cuando te enamoras no hay nada más a tu alrededor que esa otra persona y te sientes… en fin, te sientes volar cuando ella te mira y sientes cómo tu corazón está a punto de salírsete del pecho. Podrías hacer cualquier cosa por ella… cualquier cosa – concluyó con un susurro.

Raphael se daba perfecta cuenta de que cuando April estaba hablando así pensaba en Casey. ¡Puaj! Y cuando se dio cuenta de su propia reacción suspiró para sus adentros con amargura. A fin de cuentas él estaba metido en un lío similar.

- Deberás decírselo en algún momento – repuso April, en tono serio – Cuánto antes lo hagas menos doloroso será para ella y…

- Ya lo sé – espetó él, incómodo, y se cruzó de brazos – Créeme, lo tengo más que presente – al darse cuenta del tono carraspeó y lo suavizó – Gracias.

April le dedicó una sonrisa torcida pero no carente de calidez que él correspondió, si bien la suya era más pesarosa. April no estaba enfadada con él: era duro cuando alguien te rechazaba, pero el tener que ser el que rechazara a alguien a quien tienes aprecio era tan o más duro que lo otro. Entendía que a Raphael le costara, pues sabía que él quería a Gioconda (aunque al parecer no del modo que la chica ansiara) y lo último que quería era lastimarla, pero tendría que hacerlo para evitar un mal mayor.

Con estos pensamientos tan tristes April O’Neil abandonó la alcantarilla y regresó a su casa, donde trasladó a los Ferguson que no había podido localizar a la chica. Ellos lo lamentaron de veras pero Eddie le pidió que le transmitiera un mensaje.

- Es probable que ya lo sepa pero dile que puede estar tranquila de que nunca hablaremos de ella ni de su familia a nadie – dijo – Mantendremos el secreto de su existencia pase lo que pase. Y que si algún día cualquiera de ellos necesita cualquier tipo de ayuda, por favor, que nos avisen.

- Por supuesto – asintió la señora Ferguson, con la mano apoyada en la cruz de oro que llevaba al cuello – Seguiremos siempre en deuda con ellos. ¡Qué Dios los bendiga! Y a ti también, querida, de verdad, gracias por todo. ¡Cuidaros mucho!

 Tras despedirse ambos subieron al coche de Eddie y partieron con el camión de la mudanza detrás de ellos. April les despidió con la mano desde la acera prometiéndose que no iba a llorar como siempre hacía en las despedidas.

Y así fue como los señores Ferguson partieron hacia un nuevo hogar. ¿Volverían alguna vez a cruzar sus caminos con los de las tortugas? Es posible que en un futuro no muy lejano lo sepamos.


FIN



2 comentarios:

  1. Esperaba que el final fuera un poco más inmediato, es decir: Llegan al departamento, luego se despiden, Gioconda regresa a la alcantarilla... fin .

    Sin embargo tú has ido a más, y aunque pareciera que todo pasa un poco rápido, me ha gustado tal y como quedó; de hecho había olvidado el asunto de Raphael y Gioconda, así que cuando lo has vuelto a retomar no pude evitar emocionarme un poco... aunque después sentí algo frio en el pecho por la respuesta de Raphael y la platica con April 😥

    Definitivamente la platica de April y Raph era lo que necesitaba la historia para no dejar ese cabo suelto 😁
    👍💖

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    1. Ese final más inmediato es el que tenía pensado en un principio pero quería incluir la parte del romance frustrado aquí, ya que al principio se tiene esa conversación y April se enfadaba un poco ante la falta de responsabilidad por parte de Raphael a la hora de sincerarse con Gioconda. Además April, al ser más mayor, tiene un papel de "·hermana mayor" o incluso de "madre" hacia las tortugas, de modo que creo que es la más indicada para que Raphael finalmente termine encontrando consejo.

      ¡Muchas veces no eres correspondido por la otra parte, simplemente! Ya veremos no obstante cómo evoluciona todo esto.

      ¡Muchas gracias por leer hasta el final y comentar!

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