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[Teenage Mutant Ninja Turtles] Noche de chicas - Capítulo IV

 

Sin duda Eddie había tenido toda una suerte de emociones fuertes esa noche pero no estaba preparado cuando vio a la tal Gioconda, una chica… que no era humana. Sintió que las rodillas se volvían de mantequilla y pensó que quizá estuviera malinterpretando lo que veía... pero no sabía cómo. Debió de lucir una expresión de completo imbécil porque la chica, no sin cierto desparpajo un poco forzado, se sacudió la melena y le miró con una ceja enarcada.

- ¿Ya has terminado de contar los monos que tengo en la cara? – le preguntó cruzándose de brazos y frunciendo el ceño finalmente.

April aguantó una sonrisa, porque aunque Gioconda estaba imitando de nuevo a Raphael se la notaba a la legua que estaba cohibida, incómoda ante el escrutinio de su inquilino; por muy chulita que se pusiera no dejaba de ser una chica tímida e introvertida ante los desconocidos. Eddie se dio cuenta entonces de que la miraba con la boca abierta de par en par, comportándose como un maleducado aunque claro ¿acaso veías algo así todos los días? La cerró despacio, lentamente y carraspeó.

- L-lo siento, es que no me esperaba esto para nada – dijo, y soltó una risita nerviosa – Me llamo Edward Ferguson, pero puedes llamarme Eddie – dijo, alargando una mano. 

Ella observó con una mezcla de timidez y curiosidad la mano extendida pero finalmente se la estrechó. A continuación sonrió.

- No pasa nada. A fin de cuentas ya estoy acostumbrada. Yo soy Gioconda, pero puedes llamarme Gioco. Si quieres patear unos cuantos traseros, yo soy tu chica. Aunque antes de eso; has dicho que conoces a esos tíos de antes. Cuéntame, soy toda oídos...

 

Edward Ferguson habló durante un buen rato sobre su antiguo jefe y sus compinches. Gioconda le escuchó con atención, de brazos cruzados, meneando con perezosa parsimonia su cola de un lado a otro: April sabía que cuando hacía eso es que estaba realmente concentrada o preocupada por algo. Eddie fue casi incapaz de apartar los ojos de aquella cola reptiliana, llegando a pensar que lo mismo estaba en un sueño del que no conseguía despertar.

- ¡Pero si yo también le conozco! – exclamó Gioco llegados a cierto punto. Se volvió a April, que le miraba con una ceja enarcada – Cuando ocurrió todo el tema de la guerra de bandas. Estaban los Foot, los Dragones Púrpura y los mafiosos. El tipo grandonte pelirrojo del traje blanco y con acento italiano: le recuerdo muy pero que muy bien. Ese día recibió de lo lindo.

- Cielo santo – murmuró la señora Ferguson, espantada por la naturalidad con la que aquella niña hablaba de ello.

- ¿Guerra de bandas? – preguntó Eddie - ¿Te refieres a esa ola de violencia que sacudió la ciudad hace unos pocos meses y de la que no paraban de hablar en la tele?* ¿Estabas allí?

- ¡Bingo!

Eddie se pasó una mano por la frente y por el pelo, en un gesto que era heredado de su madre y soltó un silbido de admiración.

- Es posible que tengamos una oportunidad contra ellos – comentó, mucho más animado – Pero son muchos y peligrosos.

Gioconda se estiró, crujiéndose la espalda.

- Al lado de los Foot y Shredder, son pan comido – dijo.

- ¿Crees que deberíamos avisar a los chicos? – preguntó April, mirándola con seriedad.

- ¿Cómo? ¿Hay más como ella? – preguntaron los Ferguson a la vez pero nadie les respondió.

Gioconda apenas lo meditó.

- Nah, es mejor dar el golpe antes de que termine el plazo para asegurarnos que la lucha tiene lugar lejos de aquí. Además no quiero inmiscuirlos. Es noche de chicas, nosotras nos encargamos; no vamos a depender siempre de ellos ¿no crees? – agregó, ganándose una sonrisa de April.

- ¿Vas a ayudar tú también? – preguntó Eddie.

April asintió.

- No soy una chica de acción pero puedo echaros una mano desde la distancia, así tu madre no se quedará sola – dijo, y se volvió a Gioco – Tengo algunas cosas por casa que nos vendrán bien...

- Genial porque me gustaría cambiarme. Me encanta este look pero no creo que sea cómodo para pelear – dijo y miró a Eddie – Tardamos diez minutos. Estate listo para entonces.

 

Esa noche era especialmente calurosa pero con el aire acondicionado del coche de Eddie se hacía más llevadera. Gioconda no obstante parecía soportar mejor el calor que el frío y por eso el señor Ferguson no lo puso muy fuerte, si bien por él lo habría dejado a máxima potencia. Mientras conducía lanzaba miraditas de soslayo a la muchacha mutante, que iba despatarrada en el asiento del copiloto meneando la cabeza al ritmo de la música de la radio; la emisora la había elegido ella. Ya no llevaba aquel vestido rojo que el la viera, si no otra indumentaria de lo más curiosa, una especie de kimono negro y rosa, cuya capucha se había echado por encima. Sumado al antifaz rosa y el pañuelo que le cubría la mitad inferior del rostro ocultaba muy bien sus facciones; así cualquier transeúnte que se fijara en ella desde la calle no sería capaz de distinguir sus rasgos de reptil.

Cuando él le preguntó el por qué de la indumentaria ella le contestó que era una kunoichi y ése era su traje de combate. Eddie tuvo que preguntarle qué demonios era una kunoichi porque nunca había escuchado ese término. Ella resopló.

- Típico. Pero seguro que de los ninja si has oído hablar. ¿A que sí?

Oh sí, desde luego que sí. Entonces ella le respondió que las kunoichi eran la contraparte femenina de los ninjas. La aclaración no hizo que toda la escena en general fuera menos surrealista. Porque ¿quién le hubiera dicho que llevaría de copiloto a una chica-lagarto que era ninja (perdón, kunoichi) mientras iba de camino a ajustar cuentas con su antiguo jefe? Él desde luego no.

- Así que kunoihci. Vaya… ¿Y qué es eso que llevas en tu cinturón? – preguntó el hombre tras un rato de silencio mientras hacía girar el volante. Llevaba un rato preguntándose por los extraños palos negros y la cadena unida a una especie de hoz que la chica llevaba en el cinto.

- Son mis tessen** – respondió ella sin separar la vista del frente – También llevo surikens y el kusarigama***, así que voy armada hasta los dientes, tío.

- ¿Cómo?

Le miró y le dedicó una sonrisa.

- Ya lo verás.

Y siguió a lo suyo, tarareando la canción que sonaba en esos momentos mientras meneaba la cabeza y daba toquecitos con la mano sobre la puerta. Se preguntó cuántos años tendría. ¿Trece? ¿Quince? ¿Diecisiete? Era difícil saberlo, pero desde luego era más joven que su casera, que sabía que estaba por los veintipico: obviando su aspecto reptiliano parecía una adolescente normal y corriente, a juzgar por sus maneras y su gusto musical.

Eddie se preguntó cómo podía estar tan tranquila cuando él era un manojo de niervos. Sentía su corazón latiéndole en los oídos y sudaba profusamente. Estaba asustado pero decidido a poner fin a todo esto. Había tomado el arma que Gioconda arrebatara a uno de los matones que había ido a amenazar a su madre, un revólver de nueve milímetros, que descansaba en la guantera con su cartuchera correspondiente. Ni qué decir tenía que el arma seguramente no estaba registrada, de modo que se podía meter en un buen lío si le pillaba la policía con ella encima, por no hablar si veían a la mutante que tenía justo al lado. Eso le recordó una cosa.

- Cuando April mencionó de llamar a “los chicos” ¿qué quería decir? – inquirió, mientras esperaba que el disco se pusiera en verde de nuevo- ¿Acaso hay más como tú?

- Sí, pero eso es información clasificada. Si te lo dijera, tendría que matarte – respondió ella volviendo el rostro hacia él. Eddie la observó durante unos instantes: casi la había tomado en serio pero entonces ella esbozó otra sonrisa – ¡Era broma! ¡Siempre he querido decir esa frase! Ya sabes, pelis de espías y esas cosas – aclaró ante la mirada de él, pareciendo más cría que nunca. Se encogió de hombros - Pero de todos modos cuanto menos se sepa de nosotros, mejor. ¡Uh! ¡Ahí viene la mejor parte! – exclamó y subió el volumen de la radio, resultando ligeramente molesto para Eddie. Pero la dejó que siguiera con sus aspavientos y su canto; que se lo pasara bien mientras pudiera.

Fue en ese punto en que se percató de que había comenzado a tamborilear con los dedos en el volante.

En esos momentos se le antojaba imposible que aquella cría hubiera sido capaz de despachar ella solita a dos matones de su antiguo jefe. ¿Habría sido buena idea confiar en ella y en April O’Neil?

Es demasiado tarde para echarse atrás, Ed – se dijo, para sus adentros –Dentro de poco lo sabrás.

 

Poco después comprobó por sí mismo qué tan en serio se había tomado la chica esta misión. Una vez estacionaron el coche, un par de manzanas de distancia de donde querían ir y se pusieron en marcha Gioconda abandonó ese aire festivo y despreocupado que había mostrado en el vehículo; ahora lucía mucho más seria y concentrada. Donde antes había una muchacha alborotadora ahora había una sumamente discreta y ágil, antojándosele que se movía de esa manera tan increíble porque estaba harto acostumbrada.

Tomaron varios callejones para llegar hasta el edificio donde Eddie sabía que su antiguo jefe tenía ahora su cuartel general. Cuando estaban llegando Gioconda insistió en que no se dejaran ver a ras de suelo y le hizo subir por unas escaleras de incendios de un edificio adyacente, mucho más alto. Escondidos detrás de la barandilla de piedra Gioconda estudió el edificio durante un buen rato. A continuación se apartó y se puso a hurgar en la bolsa de gimnasio que había traído Eddie y que les había dado April con ciertos bártulos que les ayudarían en la misión.

- Seguro que el pez gordo tiene el despacho en la planta de arriba pues las pocas ventanas que hay tienen barrotes – indicó, y se puso a hurgar en la bolsa – Tendremos que entrar por uno de los ventanales de la planta baja. El edificio parece caerse a trozos pero eso no significa que sean tan tacaños con la seguridad. Los tíos de la entrada son un ejemplo, pero adentro habrá más.

- ¿Supondría un problema?

- En absoluto – respondió Gioco con una sonrisita feroz mientras se colocaba los cascos y alargaba otros para él - ¿April, me oyes?

- Alto y claro.

- ¿Y a mi? ¿Hola? – preguntó Eddie a su vez.

- ¡Te escucho, Eddie! He conectado los altavoces para que tu madre también os oiga.

- ¿Eddie?

- ¡Mamá! ¿Me oyes?

- S-sí… hijo, tened mucho cuidado. Los dos.

- Lo tendremos mamá – aseguró Eddie pensando en la pistola que llevaba sujeta por la parte de atrás del pantalón.

- ¿Has empezado a montar eso, Gioco? – preguntó April.

- Dame un segundo – respondió la muchacha mientras sacaba de la bolsa el resto de piezas.

Eddie la ayudó. Cuando terminaron el montaje hicieron una comprobación con April para asegurarse de que la artimaña funcionaba, cosa que hizo bien.

- Recuerda la frase que debes decir, Eddie, para que lo active: “Ahora tengo colegas y de los buenos, además”.

- No se me olvidaría por nada del mundo – le contestó Eddie, con una sonrisa.

- Creo que la cuestión es si será suficiente para que muerda el anzuelo.

- Lo hará, créeme.

- Vale. Esta parte ya está hecha – dijo Gioconda y se volvió a Eddie mirándole con tal severidad que él se sorprendió – No dudo que sabes defenderte bien pero si las cosas se ponen feas y te doy una orden deberás hacerme caso al momento. Irás detrás de mi e imitarás lo que haga. ¿Queda claro?

- Como el agua – respondió Eddie, asintiendo.

Ella suavizó su expresión y volvió a ser una adolescente otra vez.

- ¿Preparado?

- Más que nunca. Preparado y dispuesto.

- Pues ¡vamos!


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* Se refiere a los sucesos ocurridos en los capítulos 14 al 16 de la segunda temporada, "Ciudad en guerra" donde los principales grupos criminales  (los Foot, la mafia y los Dragones Púrpura) peleaban por el control de la ciudad aprovechando la supuesta desaparición de Shredder.

** Abanico de guerra, plegable, que puede ser de madera o metal. Es un arma que, en manos expertas, puede ser capaz de brindar eficaz defensa contra espadas, dardos y cuchillas como usarse para matar oponentes de un solo golpe a poca distancia El arte de la lucha que los usa se llama tessenjutsu.

***  Hoz con cadena, de una longitud que va de 1-3m con un peso de hierro o piedra (pomori) en su extremo. Se usaba contra armas como lanzas o espadas y para inmovilizar al oponente (brazos o piernas). El arte de la lucha se llama Kusarigamajutsu.

2 comentarios:

  1. Será cuestión de percepción pero está parte se me ha hecho muy ligera, talvez es un poco más corta que las demás, no quiere decir que esté mal, al contrario, estuvo bien así 👌

    Solo me quedé un poco confuso sobre si Ed se asustó al ver a Gioconda, al parecer estaba más desconcertado o incrédulo que otra cosa

    Fue un poco raro lo de los transmisores (cascos) es algo que no esperaba, pensé que todo sería ejecutado por ellos dos. Me hizo cuestionar un momento: ¿Para que es necesario que los 4 estén en contacto? ...

    Lo del pie de página estuvo muy bien, ya estaba a punto de ir a googlear 😛

    Me preguntó cómo ira a terminar todo, ¿es probable que aparezcan los TMNT?... Ya veremos 😛

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    1. ¿Sí? No sé, creo que es más o menos igual de larga que las otras.

      Eddie no se ha asustado realmente, piensa que parte con la base de que Gioconda ha ayudado a su madre y que está conforme con la idea de ir a por los mafiosos y ajustar cuentas. ¿Sorprendido? Eso seguro.

      Lo de los cascos lo he sacado de la serie: a veces Donatello mantiene contacto con April y con Casey por ese canal por si necesitan ayuda durante alguna de sus misiones. Por ejemplo, en la segunda temporada, cuando van a por Shredder a su edificio o cuando hacen incursión en el de los Utroms porque piensan que ahí retienen a Splinter.
      En cuanto a su motivo, piensa que GIoconda ha estado montando algo en la azotea de aquel edificio a petición de April y que Eddie ha pactado una frase como señal para que April intervenga desde la distancia. ¿Qué será? ¡Tendrás que seguir leyendo para averiguarlo!

      En cuanto a las notas del pie me alegro de que las aprecies; las voy a incluir de ahora en adelante siempre que haga algún guiño a la serie, por si alguien que la haya visto no se acuerde o porque directamente no la haya visto.

      En cuanto a las TMNT... veremos, aunque de momento Gioconda no ha sido partidaria de inmiscuirles...

      ¡Gracias por comentar!

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