Listado de fics del blog

Dale al título para ver el listado completo. Te animo a que me dejes un comentario si detectas algún link roto o erróneo. Con ánimo de que o...

[Teenage Mutant Ninja Turtles] Los vigilantes - Capítulo VII


Ernesto De Rosa no era un mal padre. Tampoco era un mal alcalde. Quizá por esto último los Harley’s Demons le echaron el ojo al poco de llegar a la ciudad: intentaba hacer de Nueva York un sitio mejor. De ahí que promoviera ciertos actos en pos del bienestar ciudadano, entre los que se encontraba atajar la delincuencia. Se decía que era incorruptible e insobornable, que perseguía a los malhechores con gran y enérgico ahínco. Un tipo íntegro y fiel a sus principios, es lo que diría cualquiera que le conociera. Esta forma de ser le hacía muy popular, lo que se traducía que tenía bastantes contactos, algunos poderosos e influyentes. Y muchos enemigos, entre los que se encontraban Snow y sus muchachos. La banda necesitaba dinero e influencias, algo que tenían en su estado de origen pero no aquí.

Los Harley’s Demons no llevaban mucho tiempo en Nueva York pero sí el suficiente para darse cuenta de que había una feroz competitividad por el control de la misma. Ya habían conocido a los Dragones Púrpuras, con los que habían tenido ciertos encontronazos bastante violentos. Con la mafia italiana aún no habían tenido ocasión de pelear pero Snow deseaba saber todo lo posible de ellos: aunque éstos se dedicaban a otro tipo de negocios que los moteros no querían promover de momento, nunca estaba de más recabar toda la información posible de tus rivales. Y luego estaba aquella otra facción en la sombra de la cual sólo existían rumores, pero Snow creía tener indicios suficientes para confirmar su existencia: la más peligrosa, la más poderosa, la que estaba más cerca de controlar la ciudad. Pero eso a Snow aún no le preocupaba pues los moteros no eran lo bastante fuertes; aunque costara admitirlo eran tan insignificantes que no habían llamado la atención de la misteriosa facción… al menos por el momento.

No, Snow debía centrarse en su mayor competidor: los Dragones Púrpura. Pero para hacerles frente necesitaba más dinero, más infraestructura y más efectivos. Tras algún que otro golpe bastante bueno el jefe albino había decidido dar un paso más allá y secuestrar al pequeño De Rosa; la idea la tuvo viendo al alcalde en un gran discurso sobre sus nuevas medidas contra la delincuencia. A Snowe le bastó mandar a un par de sus muchachos para seguirle y averiguar todo sobre él, sus puntos débiles, algo con lo que chantajearle. El pimpollito les pareció perfecto. Qué fácil fue arrebatárselo a la cuidadora y al tipo de la secreta cuando lo llevaban al jardín de infancia. 

Una vez en su poder Snowf recordó por qué detestaba tanto a los niños y no se molestó en ocuparse de él personalmente, encasquetándoselo a los muchachos para que se encargaran de darle de comer, cambiarle los pañales, hacerle dormir y mantenerle en silencio. A pesar de que pudiera sacarles de quicio las órdenes eran claras: nada de hacerle daño o pobre de aquél que tuviera la imprudencia de hacerlo.

Su chantaje comenzó poco después y todo parecía ir por buen camino: nada de policía, nada de prensa, máxima discreción, los cuatrocientos mil dólares en billetes sin marcar en una bolsa, ciertas condiciones que facilitaban a la banda de moteros el movimiento en detrimento de sus rivales y el mismo Da Rosa, sin chóferes, lo llevaría al lugar de encuentro que Snow eligiera: los muelles de City Island a eso de la una de la madrugada del miércoles. Pobre del niño De Rosa si su padre incumplía alguna de estas cosas. Y aunque le había tanteado y le había parecido convincente ahí estaban esos tres tipos con sus ridículas vestimentas (porque eso eran, disfraces ¿no?) que habían estado a punto de llevarse al niño en sus mismísimas narices.

Muy bien De Rosa, tú lo habías querido. En un momento inicial de ira había pensado en romper el acuerdo, pero Snow pensaba aprovechar la tesitura: exigiría una renegociación más agresiva. Era capaz de rajarle al niño la garganta si el alcalde se negaba a sus nuevas cláusulas. Sonrió. No creía que llegara a tener que hacerlo porque estaba seguro que la mera visión de su hijo con el cuchillo de combate de Snow a la garganta sería suficiente para convencerle.

A un gesto suyo uno de sus hombres armados y Chopper, que había bajado al suelo al niño y lo llevaba de la mano, fueron a recibir a De Rosa al exterior de la nave. Dejó al resto de la banda vigilando y encargándose del trío de rescatadores fracasados.



- ¡Agarradlos y atadlos! ¡Veremos si siguen teniéndose de pie después del paseo!

Algunos de los moteros habían traído cuerdas y se acercaron al trío con ánimo de atarles. Mientras tanto otros les apuntaban con sus armas.

- Oye Raph – susurró Casey, volviendo el rostro hacia su amigo – Si tienes un plan, adelante. No sé tú, pero a mí no me apetece que me usen de cepillo para barrer el suelo.

- Vale, puedo encargarme de ellos – dijo, refiriéndose a los tipos armados - pero no creo que pueda evitar que abran fuego. Si las balas os alcanzaran yo…

- Olvida eso y no te preocupes por mí, sé cuidar de mí mismo.

- Estoy lista y más que dispuesta – murmuró Gioconda con fiereza. Ya había comprobado que efectivamente le faltaban sus tessen, por lo que sabía que Raphael los había obtenido cuando ella pasó por su lado para entregar al pequeño y ninguno de esos capullos se había dado cuenta.

Raphael se sintió contento y orgulloso por tener a su lado dos compañeros tan dispuestos y temerarios. No es que no extrañara a sus hermanos, cosa que hacía, pero se alegraba de tener semejantes amigos de su lado. Aún así prefería quedarse más tranquilo.

- Atraeré todo el fuego sobre mí pero aún así apartaros de la línea de acción – hizo una breve pausa - Está bien, a mi señal…

Los moteros justo llegaron a su lado, ajenos a esa conversación.

- ¡Espera! ¿Y si les quitamos las máscaras primero? Quiero ver las caras de estos gilipollas.

- ¡Sí! ¡Yo también!

Parecían muy entusiasmados ante la perspectiva de tener algo con lo que entretenerse. Primero uno de ellos agarró a Casey y le arrancó la máscara de hockey para luego propinarle un puñetazo en el estómago. Lo empujó contra otros dos que estaban listos para atarle; Casey se dejó manejar sin quitarle la vista de encima a Raphael, esperando su señal.

Un tipo calvo, de mediana edad y con una poblada barba morena se acercó a los dos mutantes. La tortuga, viendo como el motero miraba de una forma realmente asquerosa a Gioconda, se interpuso entre ambos.

- Tócala y no vives para contarlo – le espetó, consiguiendo lo que se proponía: atraer su atención. 

No había que ser un genio para adivinar lo que se le pasaba por la cabeza a semejante cerdo. Estaba claro que pensaban que el aspecto tanto de Gioconda como el suyo se debían a que iban disfrazados. Por un lado, eso estaba bien porque aseguraba que su auténtica naturaleza seguía manteniéndose secreta, pero por otro… Raphael bullía de furia viendo la actitud del motero, aunque sabía que Gioconda se las bastaba sola para despachar a semejante piltrafa antes de que éste tuviera la opción de ponerle las manos encima. La única razón de que ella no hubiera explotado ya era porque acataba el plan de Raphael, porque también esperaba su señal.

Sonrió para sus adentros. Sus intentos por atraerle habían funcionado, por no hablar de su movimiento calculado para alejar a Gioconda un poco más de la acción. El motero le lanzó una fugaz mirada asesina e hizo amago de agarrarle con ánimo de desenmascararle. Entonces todo sucedió muy aprisa.

Raphael le agarró y lo lanzó contra los dos tipos que estaban atando a Casey. En el mismo instante la mutante se encogió para tomar impulso y dar un gran salto hacia atrás para retirarse mientras que Casey aprovechaba la situación y comenzaba a dar puñetazos. Se oyeron gritos y empezaron a disparar.

Raphael, a pesar de que se moría de ganas de darle un repaso al cerdo de pensamientos asquerosos, se centró en su objetivo. Temía por Casey y Gioconda pero debía confiar en que fueran lo suficientemente rápidos para esquivar las balas. Girando en el aire con una elaborada pirueta para disminuir al máximo posible la posibilidad de acabar con una bala alojada en su carne, desenvainó los tessen de Gioconda y los abrió, desplegando las hojas de metal contra las que impactaron al instante algunas de las balas. Estos tessen eran una versión mejorada por Donatello del arma clásica. Aprovechando material sobrante del vehículo acorazado lo había cortado en finas láminas para confeccionar unas armas capaces de resistir el impacto de armas de bajo calibre por lo que era especialmente útil para desviar las balas.

Mientras tanto Gioconda, apurada, pues las balas daban donde instantes antes había estado su cuerpo, había conseguido llegar hasta el despacho. Entró rodando y consiguió apañárselas in extremis para saltar de tal modo que pasó sobre una de las mesas, si bien fue un tanto torpe, y cayó de bruces en el suelo. Aun así, no perdió tiempo en resollar de dolor si no que se apartó hacia el lado de los cajones. Dos balas abrieron agujeros en la madera del escritorio y otra en la pared de contrachapado a unos cincuenta centímetros sobre su cabeza. La chica se miró el cuerpo, palpándose el pecho y el abdomen con aprensión y nerviosismo, pero pocos segundos después suspiró de alivio cuando vio que había salido ilesa.


Los disparos por suerte no duraron mucho más. El salto de Raphael había sido excelente: la tortuga aterrizó entre los hombres armados y en ese mismo momento comenzó a golpearles con los pies, los codos y los tessen, dando vueltas casi como una peonza ejecutando unos movimientos impecables y maestros. A pesar de no estar usando sus armas habituales sabía apañárselas con cualquier tipo de arma, como el resto de sus hermanos, gracias a la insistencia del maestro Splinter*.  En apenas cuatro segundos los matones habían sido desarmados y despachados. 

Raphael se incorporó y notó un escozor en su hombro derecho: vio el arañazo sangrante provocado por una bala que le había rozado. Mierda, hubiera jurado que había sido un ejercicio perfecto. Observó desde su nada imponente estatura a los cinco moteros, inconscientes en el suelo, sus manos a ambos lados de las caderas sujetando los tessen de su hermana adoptiva. Acordándose de ella volvió la vista al despacho.

- ¿Gioco? – preguntó mientras observaba a Casey, a medio camino del despacho, terminando de desembarazarse de un buen derechazo del último motero. Su amigo y hermano estaba ileso.

La chica se asomó poco después para su tranquilidad levantando un pulgar para indicarle que estaba bien.  

Raphael le lanzó los tessen plegados cuando la chica se acercó mientras Casey recuperaba su máscara de hockey y su bolsa de palos. Raphael dio unos pasos y se agachó para recuperar sus dos sais, que cruzó delante de su rostro. Por detrás Gioconda ya tenía listos sus recién recuperados tessen y Casey volvía a estar enmascarado y portando en ambas manos un palo de hockey que tenía de recambio.

- Hora de ajustarle cuentas al copón de navidad y de recuperar al chaval – sentenció Raphael.

Sus dos compañeros no pudieron más que secundarle y seguirle al exterior.








* Visto en el episodio 12 de la segunda temporada "¡Vaya cocodrilo!"

2 comentarios:

  1. Buena la introducción de "De Rosa" ¿creerás que no me había preguntado quien era? Solo tenía asumido que era un millonario; tampoco me hacia preguntas sobre las rencillas que había entre las bandas; eso despeja muchas dudas sobre el universo que vas creando. Los Harley’s Demons son creación absolutamente tuya por lo que veo 😄

    Lo del viejo asqueroso me ha sacado de onda! (me dejo intrigado) De pronto metiste ese tema, solo de imaginarme la escena O_o . . . a menos que se tratara de esos Hentai raros 😬

    Lo del escape me gustado también, aunque es difícil imaginarme cuantos tipos había exactamente y en que posición estaba cada quien, pero en general se entienden las mecanicas... solo fueron 4 segundos

    Ya estaba haciéndome preguntas sobre que sucedería a continuación... entonces me doy cuenta de que ya casi había terminado de leer esta parte 👍🌟 como decimos aquí: Me dejaste picado! (con ganas de más) ❤️😛

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, se me ocurrió que molaría introducir una banda de moteros, no existen en ninguna de las series jejeje

      Son gentucilla, así que si ven a una tía a la que se van a cargar no creo que les importe aprovechar y mojar el churro de paso, aunque sea una cría. Los hay sin escrúpulos.

      ¡Yo tampoco sé cuántos tipos hay! Se nota demasiado, pero teniendo en cuenta que buena parte de la banda ya fue despachada y no ha vuelto, pues no puede haber demasiados.

      ¡De eso se trata, que te quedes con ganas de más! Gracias por comentar ^^

      Eliminar