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[Teenage Mutant Ninja Turtles] Vientos del cambio - Capítulo II


Si me preguntaran diría que, en mi opinión, un cementerio sería el lugar más tranquilo que uno puede encontrar en una gran ciudad. Piénsalo: aquí nada perturba el descanso de los muertos, al menos a estas horas de la tarde cuando apenas queda luz para ponerse a realizar trabajos de jardinería, preparación o mantenimiento de las tumbas. Lo único que se oirá será el susurro producido por las hojas de los árboles agitadas por el viento y el trino de algún pájaro oculto entre sus frondosas copas. Tampoco hay casi visitantes a estas alturas del día, cuando el sol prácticamente ha desaparecido en el horizonte con un último rayo de luz, prometiendo con esa caricia final el amanecer de un nuevo día.

Hace bastante que permanecer largo tiempo en espacios abiertos dejó de afectarme de manera negativa (me daba un pelín de ansiedad y más cuando era rodeada por un montón de humanos ansiosos por conocerme; Donnie lo llamó “agorafobia” y por suerte fue una etapa) por lo que a día de hoy puedo pasear durante muchas horas sin sentir la angustia retorciéndose en mi pecho.

Pero mientras camino descalza por el césped con una guirnalda de flores que yo misma he preparado, pasando entre hileras de tumbas, tengo más presente que nunca lo que hemos perdido. El ver los nombres y las fechas grabados en las lápidas me hace pensar en las decenas de personas que fallecerán en un día en esta ciudad, dejando a sus familiares sintiendo el mismo vacío que siento yo en estos momentos; ese sufrimiento extendido permanentemente en todas las partes del mundo. Pensar así hace que me invada una gran angustia, aunque al menos ésta ya no es tan insoportable como al principio. Me temo que me estoy acostumbrando a que sensei Splinter ya no esté y eso a su vez hace que me sienta culpable… y no soy la única.

Observo por el rabillo del ojo a Leonardo, que camina cerca de mí en silencio, cabizbajo, como si quisiera evitar que sus ojos se detengan en las inscripciones para no agravar su propio desánimo. Sus hombros se mantienen firmes a pesar del enorme peso que soporta siendo el líder del grupo, el cabeza de familia, que tiene que lidiar además de con la pérdida con las responsabilidades. Bajo su estoica expresión puedo sentir las oleadas de culpabilidad que le alcanzan una y otra vez, reforzadas por nuestra presencia en este lugar. Quiero decirle algo para reconfortarle, pero mis propios conflictos internos nublan mi mente y no se me ocurre nada, de modo que prefiero seguir callada y limitarme a hacerle compañía. Igualmente, y a pesar de lo que le decimos seguirá culpándose de la muerte de Splinter. Es demasiado duro consigo mismo.

El que haya un altar dedicado a Splinter en el cementerio se debe a su heroico sacrificio. Sin embargo, es algo simbólico pues a fin de cuentas no teníamos cuerpo que sepultar. Si hubiera sido por nosotros hubiéramos preferido un sitio más discreto que éste, quizá en el bosque colindante de la granja de Northampton, pero no habíamos tenido ocasión de ir por ahora. Así que de momento debíamos conformarnos con el butsudan* de casa para honrarle y con este monumento dedicado por la ciudad de Nueva York como agradecimiento, al que Leonardo insistía en visitar cada jueves a última hora de la tarde, justo antes del cierre.

Leo me adelantó enseguida puesto que me dediqué a remolonear observando las lápidas de esta zona, mucho más antiguas al encontrarnos en una parte más profunda del cementerio. Aunque verlas me ponía triste me gustaba mucho admirar las esculturas y trataba de imaginarme a sus autores tallándolas con gran esmero y dedicación. Algún día aprendería a esculpir. Finalmente me aproximé al sepulcro de Splinter.

Podía ver a Raph, Mikey y Don delante del monumento a nuestro sensei, contemplándolo en silencio tras depositar sus ofrendas, cada cual dedicándole sin duda una oración secreta. Me aproximo y dejo mis flores pero no sé qué decir. Detesto que Splinter se haya convertido en una especie de tema tabú: nadie habla de él, nadie le menciona, ni siquiera hablamos de los buenos tiempos. Todos nos silenciamos en lo que se refiere a expresar nuestros sentimientos hacia él y su pérdida. De Raphael me lo espero, mas ¿del resto?

Meditar sobre esto hace que se me encoja el estómago pues inevitablemente vuelvo a la cuestión de que Splinter sigue vivo y, en vez de estar buscándole, estamos aquí perdiendo el tiempo. ¿Qué opinan Mikey, Donnie y Rapha? ¿Es que no pueden decir nada al respecto? ¿No hacen nada más que guardar silencio y mirar hacia otro lado? ¿Acaso ahora tienen el síndrome de los san saru**, autocensurándose porque no desean ver un rayo de esperanza? ¿O quizá Leo tiene razón y es que sólo intento engañarme a mí misma? ¿Debería dejar de hacerme daño de esta manera y madurar de una vez, aceptando la realidad, como dice él?

La ira se acentúa por la confusión y me hago discretamente a un lado, alejándome del monumento y de los chicos. Tras vagar un rato encuentro un árbol de mi agrado, un sauce solitario, y me encaramo en sus ramas para esconderme de miradas indiscretas. Necesito un poco de paz para pensar o, mejor dicho, para dejar la mente en blanco…

Pasan los minutos y poco a poco va oscureciendo, siento cómo se refresca el ya cálido ambiente de finales de primavera con la primera brisa nocturna que comienza a soplar agitando con suavidad mis cabellos, y llega un momento en que creo escuchar al maestro Splinter llamándome entre el susurrar de las hojas mecidas por el viento… ¿es sólo el viento o es que acaso estoy volviéndome loca? 

No consigo despejar la mente. He perdido este asalto, así que ¡qué le den a todo! Paso. Alzo las rodillas escondiendo el rostro tras ellas, abrazo mis piernas con los brazos y me echo a llorar, abandonándome al desánimo...


Un crujido me despierta con un sobresalto, haciendo que casi me caiga de la rama del árbol en la que estoy sentada. Por un momento me encuentro totalmente desorientada pero entonces recuerdo la visita al sepulcro y mi escalada al sauce. Sacudo la cabeza y miro alrededor pero ya es noche cerrada. ¡Uf! ¿Cuánto tiempo he estado durmiendo? ¿Y dónde están los demás?

Tras echar un vistazo furtivo desciendo del sauce con un único salto. Está bastante oscuro aquí, pero la luz de la luna algo ayuda. Me muevo en el más absoluto silencio, deslizándome entre las sombras como la kunoichi que soy, hasta llegar de vuelta a la tumba de Splinter. Los chicos no están. Miro a mi alrededor, pero allí no hay nadie; estoy completamente sola.

¿Acaso no estarán buscándome? Aunque vaya en contra del proceder del ninja pruebo suerte llamándoles.

- ¿Raph? ¿Donnie? – hago una pausa, no hay réplica - ¿Leo? ¿Mikey? – pregunto mirando en dirección contraria, pero nadie me responde tampoco.

Quizá estén más lejos y no me oyen. A fin de cuentas, este sitio es grande. Miro por un momento la lápida saturada de flores entre las que se encuentra mi corona y de una vela que dejó Mikey, ahora consumida. Pienso en papá y en todo lo sucedido estos últimos meses.

- Ojalá estuvieras aquí – le digo en voz baja – Siempre quisiste protegernos del mundo exterior porque te preocupaba lo que pudiera pasarnos, pero nosotros estábamos demasiado ocupados pensando cómo sería en integrarnos en él. Ahora lo hemos conseguido, pero tú ya no estás… sé que suena infantil, pero ¡ojalá pudiera deshacerlo todo y recuperarte! – a estas alturas estoy luchando por mantener la compostura, pero simplemente no puedo. Así que decido desahogarme de una vez por todas para poder dar un paso adelante - Decías que la muerte no era el final del sendero, que nuestros seres queridos nunca nos abandonan del todo. Sé que no debería perder el tiempo dándole vueltas, porque no importa que estés muerto ya que espiritualmente formas parte de nosotros. Pero aun así no puedo evitar echarte mucho de menos… Siempre te querré, papá, y nunca te olvidaré…

Ya estaba todo dicho. De modo que me enjugo las lágrimas con el brazo antes de dar la espalda al monumento, el pasado, para marchar hacia delante, en busca de mis hermanos adoptivos.







* Butsudan - armario de madera que representa un altar casero, el cual tiene como finalidad honrar a los antepasados de la familia que lo posee. También se usa para proteger símbolos budistas destinados a la meditación y para honrar a Buda.


** San Saru - término japonés para denominar a "Los Tres Monos Sabios": Mizaru (no ver), Kikazaru (no oír) e Iwazaru (no decir) cuyo significado tiene múltiples posibilidades de interpretación. Aquí Gioconda compara a las tortugas con ellos por convertir a su maestro desaparecido en un tema tabú debido a su duelo y porque no están dispuestos a aceptar que pueda seguir vivo.

2 comentarios:

  1. He tenido un poco de mala suerte hoy; cuando llegué a casa me di cuenta de que no había internet, han tardado varias horas en restaurar el servicio por lo que solo alcancé a leer esta parte 😕

    Algo parecido a la agorafobia me llegó a ocurrir durante alguna etapa de mi vida (creo que en la adolescencia o pubertad), trataba de evitar lo más posible las reuniones o fiestas; aunque en mi caso no era miedo lo que sentía, si no una especie de repulsión o incomodidad. Aunque todavía no me gustan las reuniones donde hay demasiada gente, ya puedo tolerarlo o fingir que lo paso bien

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    Solo encontré un errorcito: "pero ¡ojalá poder deshacerlo todo y recuperarte!", creo que querías decir "pudiera" 😛

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    Resulta curioso enterarse de los sentimientos de Gioconda hacia Splinter, que le haya tomado tanto cariño a Splinter como para considerarlo un padre.

    Desde que comencé a leer la historia lo que me he estado preguntando es: ¿cuanto tiempo ha estado Gioconda conviviendo con las TMNT? Supongo que han sido varios meses o un par de años, creo que algo de eso dijiste en el anterior post. Ahora también me asalta otra duda, ¿por que Leonardo se sentiría culpable? ¿tuvo algo que ver? ¿por que dejaron sola a Gioconda allí? 🤔

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  2. ¡Vaya, pues sí que es mala suerte sí! Bueno, esperemos que ya esté todo ok.

    A ver, por lo que cuentas te pasa como a mi pero eso es que simplemente no te gustaba relacionarte, porque serías introvertido y asocial. Te molesta y desagrada, como mucho te da un poco de agobio pero si tuvieras agorafobia ya sería otro nivel, porque directamente te da un patatús del ataque de ansiedad. Es mucho más exagerado, hablamos de taquicardias, sudoración, hiperventilación, naúseas, calambres, ganas de vomitar e incluso desvanecimientos...

    Gracias por señalarme la errata, corregida... yo vi otra pero ahora no la encuentro XD

    En cuanto a las preguntas que planteas me temo que no puedo responderte gran cosa.
    Sí puedo decirte que el tiempo que ha pasado es indeterminado pero el suficiente como para que Gioconda haya creado ese vínculo tan fuerte con Splinter: piensa que él es quien en esencia autoriza que se quede a vivir con ellos, la entrena en el ninjutsu y está presente para lo que ella pueda necesitar. En definitiva, Splinter ejerce de figura paterna tanto para las tortugas como para ella.
    En cuanto a Leonardo. recuerda cómo es su personalidad. Si algo no sale como debiera siempre se echa la culpa; quizá piensa que pudo haber hecho algo más por Splinter, quizá haber intervenido con más rapidez para evitar su muerte, hacer cualquier cosa... pero no lo hizo.... desconocemos qué sucedió exactamente en esta trama (en la peli original Splinter no participa en la lucha contra Krang, pero aquí sí).

    Tendrás que seguir leyendo si quieres saber más ;)

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