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[Crash Bandicoot] Universos entremezclados - Capítulo XVI - Haciendo lo que es correcto


Quizá todo lo que pasaba hubiera tenido un buen final para él pero Cortex no tuvo en cuenta a un tercer elemento, totalmente inesperado y que tenía su origen en el mismo universo del que provenía Ana. De hecho estaban más que de sobra emparentados.

Pues Dany – el original– no se quedó de brazos cruzados tras la conversación con la insensata de su hermana. Cuando Ana le colgó y le dejó con la palabra en la boca él devolvió la llamada sólo para comprobar que ésta había apagado su teléfono. Preocupado, salió por patas del bar dejando a su socio y amigo Kevin a cargo. 

A continuación llamó preocupado a Jess y se puso al día con lo que ésta le contó a través del manos libres mientras conducía hacia casa de Ana, pues no sabía nada de lo ocurrido fuera de lo que ella le había contado, pero como iba demasiado rápido le paró la policía para ponerle una multa, por lo que perdió un tiempo valiosísimo.

No es que él creyera del todo la historia pero sí que de por medio había un tío del que Ana parecía haberse enamorado; ese no era el problema, pues en otras circunstancias a Dany le habría gustado mucho ver que por fin había superado lo del capullo de Greg pero estaba seguro de que su hermana pequeña se estaba metiendo en problemas... por otro capullo. Y eso no iba a suceder si podía evitarlo.

Cuando por fin pudo llegar al apartamento de Ana llamó a la puerta con insistencia. Como no le contestaba abrió con su juego de llaves. Registró el lugar sin encontrarla; vio que estaba muy desordenado, la pila a rebosar de cacharros sucios, apuntes esparcidos por todo el escritorio de su habitación y la cama deshecha. Normalmente Ana era una chica muy ordenada y su piso sólo parecía una leonera en época de exámenes… y también cuando dejó a aquél tuercebotas de Greg porque se había liado con una tía buena, eso no admitía discusión, a espaldas de su hermana. 

Cuando fisgó buscando alguna evidencia de adónde se podría haber largado – pensaba que no muy lejos, a su armario no le parecía faltarle nada, es más, vio la maleta intacta – se fijó en algo extraño que atrajo su atención.

Surgía un tenue resplandor del cuarto de baño. La puerta estaba cerrada pero era más que evidente que había una luz azulada que escapaba por el hueco inferior de la puerta. Extrañado la abrió y entró, sin ver nada anormal… hasta que sintió un tirón y, con un grito de sorpresa, atravesó sin darse cuenta lo que quedaba de un portal a medio cerrar a otra dimensión.


Se sintió caer pesadamente sobre el suelo e, ipso facto, sintió la arena hasta en los calzoncillos. Tosiendo se levantó sacudiéndose la ropa y miró a su alrededor.

- ¿Qué co…? – exclamó rascándose la cabeza, confuso.

El mar lamía la arena con su eterna insistencia, algo que era imposible porque en su ciudad no había. Se frotó los ojos varias veces y, por último, se pellizcó para comprobar que no estaba flipando. ¡Estaba en una playa, eso seguro! Y una no muy acogedora, pues estaba llena de guijarros… y entonces vio el castillo.

Elevó la cabeza usando su mano como parapeto para protegerse de los rayos del sol. Y lo que vio le dejó pasmado.

- ¿Es lo que creo que es? – preguntó a nadie en particular.

Reconocía de sobra aquella construcción la había visto en uno de los juegos favoritos de su infancia. Dany siempre se había preguntado cómo semejante arquitectura se sostenía en pie. Por una de las torres se podía ver que salía de ella como si fuera una pajita un potente telescopio que enfocaba al firmamento y, anclado a algún lugar y elevándose por encima, había un dirigible.


Casi se cae de rodillas por la impresión.

- Annie ¡no mentías! – exclamó entre carcajadas -  ¡Esto es la Isla Cortex! ¡La leche!

Miró al horizonte y descubrió con entusiasmo las otras dos islas cercanas, Wumpa y N.Sanity.

Pero entonces se le hizo un nudo en el estómago al darse cuenta de por quién se había ido tan precipitadamente su hermana. Sus puños se cerraron por la revelación y no supo si asombrarse o repugnarse.

- ¡Por Dios hermanita! Está claro que tienes el gusto en el cu…

Súbitamente surgió un resplandor, no muy apartado del castillo de Cortex, seguido de una voz distorsionada por la megafonía pero inconfundible para él que berreaba:

- ¡La única canción que vas a oír serán los golpes que dará tu cabeza cuando te agarre y te utilice de martillo! 

- ¡Ana! – exclamó Dany. 

Su intuición no le había fallado, Ana se había metido en líos. Echó a correr precipitadamente hacia la luz.


Escondiéndose entre la vegetación Dany llegó al claro donde, sospechaba, se encontraba su hermana. Observó fascinado el mecanismo que se alzaba ante él, aunque por su aspecto, parecía estar a medio construir. Estaba además en una plataforma que sobresalía sobre el mar, rodeado de vegetación selvática que sin duda le quedaba menos tiempo que a un telediario porque la talarían para hacer hueco.

Su sorpresa fue mayúscula cuando reconoció a los esbirros mecánicos de Cortex atareados de aquí para allá… y a los mutantes. A Dany se le pusieron los pelos de punta cuando los vio. Parecían estar esperando algo y había una jaula bastante grande no muy lejos de donde se encontraban. 

Un gritito le hizo mirar hacia arriba y vio a Ana suspendida en el aire, entre un arco de electricidad. Colgaba al vacío sobre el mar, asomando ligeramente de la plataforma elevada. Dany estaba seguro de que lo estaba pasando mal; dejando de lado que unos rayitos que emergían a su alrededor dándola calambrazos estaba el tema de la altura, pues Ana sufría de vértigo. Tuvo que morderse el labio para no llamarla y revelar así su presencia.

- ¡Doctor! – exclamó una voz ansiosa - ¡Detecto movimiento!

- ¡Déjame ver!

Y allí estaban. Era increíble, pero cierto. Sus ojos no le engañaban. Alejados de Ana y con los pies en el suelo estaban los dos científicos malvados más famosos de Crash Bandicoot y un mutante al que Dany conocía bastante bien: Pinstripe Potoroo, directivo y guardaespaldas a tiempo completo.

Brio, con su habitual bata de color verde y sus tornillos clavados en la cabeza ofrecía un aparato a su superior, el Doctor Cortex, con su gran “N” en la frente y sus pelos de científico loco. Así que era todo verdad. Ana se había, no se quería imaginar cómo, encaprichado de ese tío. Tuvo que hacer un esfuerzo considerable para no ir hasta ellos y darle un buen puñetazo en su careto, pero nada podría hacer contra Brio si se tomaba el contenido verde de su inseparable probeta, la cual tenía sobre un panel muy cerca de él, ni contra el arma de Pinstripe, que portaba fielmente en esos momentos. También se percató que Cortex llevaba al cinto su pistola de plasma y Dany sabía que, a pesar de ser un cobarde, se venía arriba mientras estuviera armado y que su puntería era soberbia… por no hablar de la marabunta de otros mutantes que tenían detrás.

Estaba claro que abordarles de manera directa no ayudaría en absoluto a Ana. Tampoco podía esperar ayuda externa, según cayó en la cuenta: si el castillo seguía en pie es que los hermanos Bandicoot aún no existían. Estaba solo. Tenía que pensar un plan, y rápido.   


Súbitamente se escuchó un rugido en algún lugar de los cielos.

- ¡Ajá! – exclamó Cortex casi fuera de sí - ¡Ahí está!

Dany buscó con la mirada a aquello que lo había provocado. Pensó que si Cortex se mostraba entusiasmado era una mala señal. Entonces, por mucho que le costara creerlo, vio a un dragón pequeño surcar el cielo por encima de él. 

- ¡No! – chilló Ana - ¡Dany, vete! ¡Es una trampa! ¡Ay!

Su hermano dio un respingo. ¿Acaso le había visto? No entendía nada pero entonces se fijó que su hermana miraba con preocupación al dragón. ¿En serio se le había llamado Dany?

La criatura pareció ignorarle pero mantenía las distancias con el artefacto, dando vueltas en círculos, como si estudiara lo que tenía ante sí. Los esbirros de Cortex le miraban expectantes. 

- ¡Jefe! – gritó Pinstripe levantando su arma – Estoy listo.

- ¡No Pinstripelli! Bájala, aquí no nos sirve. ¡No quiero herirle si no es absolutamente necesario!

Su esbirro obedeció visiblemente decepcionado pero se mantuvo cerca de su jefe.

Dany dedujo que Cortex quería a ese dragón aunque desconocía el motivo. También le pareció claro que estaba usando a Ana para atraerle. Cortex echó  a correr entonces hasta su aerodeslizador y se puso a bajar palancas aquí y allá.

El chico se decidió a actuar, pues los esbirros estaban tan ocupados en no perder de vista al dragón volador que no se fijaban en otra cosa. Y Dany vio un par de armas apoyadas en el suelo sin dueño que las reclamase. Corrió agachado entre la maleza y se acercó todo lo que pudo sin apartar la vista de los ayudantes, que no se percataron de su presencia. Aprovechando la situación tomó un arma y, dando un salto se volvió a esconder ente la vegetación. Se alegró de que todas aquellas horas echadas al paintball tuvieran alguna utilidad; sus amigos de partidas le llamaban "El Comando", porque se lo flipaba mucho con el tema y encima se le daba bien. Pero para su decepción el arma sólo tenía dardos tranquilizantes. Tendría que apañárselas.


Observó de nuevo lo que estaba ocurriendo. El dragoncito – por decirlo así, porque impresionaba - volaba más cerca y emitía ciertos gemidos lastimeros mirando en dirección a Ana; estaba claro que quería ir con ella pero no se decidía a acercarse a la máquina, sospechando que algo iba mal.

Dany recordó que los esbirros de Cortex eran robots, por lo cual su arma no servía de nada contra ellos. Pero contra el resto sí. Eran demasiados pero si conseguía llegar hasta Cortex e inmovilizarle quizá tuviera una oportunidad de que sus seguidores no se le echaran encima; estaban a cierta distancia y él contaba además con el factor sorpresa. Sus objetivos eran claros: Pinstripe y Brio. Estaban más cerca y ambos eran bastante peligrosos pero no soportarían los dardos. Tenía que intentarlo. 

Apuntó como mejor pudo en dirección a Pinstripe, que era el que estaba más cerca y tenía mayor rango de ataque. Respiró hondo y retuvo el aire, para que su pulso temblara menos al apuntar. Estaba en cierto modo tranquilo, pues mentalmente se trasladó a una de sus partidas de paintball. Apuntando al guardaespaldas disparó, acertándole en el cuello. Pinstripe apenas se llevó la mano al lugar del impacto y cayó redondo al suelo. Nadie se fijó.

- ¡Sí! – susurró Dany.

Tenía que darse prisa con Brio, en cualquier momento podía volverse y darse cuenta de que Pinstripe estaba roncando. Permanecía inmóvil mirando con expectación al dragón. Parecía que de él dependía lo siguiente que tuviera que pasar y ahora era el único enemigo que se interponía entre Cortex y él. Apuntó a la espalda de Brio… 

- ¡Brio! – exclamó Cortex entonces - ¡Atento! Parece que va a bajar. Ya sabes, cuando esté lo suficientemente cerca…

Casi falla por el sobresalto que le provocó la voz de Cortex, algo que no podía permitirse, pues sólo tenía un dardo más.

Apuntó de nuevo, conservando la calma y dio de nuevo en el blanco. El doctor pegó un bote y se llevó la mano a la espalda allá donde el dardo había impactado. Tuvo el tiempo justo para darse la vuelta y ver a Dany pero, por suerte, se desplomó antes de poder dar la alarma.

Dany salió de su escondite y corrió como un loco en dirección hacia el doctor Cortex justo en el momento en el que el dragón bajaba en picado hacia Ana.  


- ¡AHORA! – exclamó Neo bajando la palanca en la que se apoyaba y saltó un rayito, pero algo debió de fallar porque se volvió - ¡Idiota! Dale de una… aaah… - exclamó, al ver a un joven desconocido corriendo hacia él con cara de maníaco homicida.

Se oyó un crujido metálico cuando el dragón se apoyó en el soporte que retenía a Ana. Paralelamente Cortex no se lo pensó dos veces y desenfundó su arma para disparar pero no fue lo bastante rápido; aquel lunático llegó hasta él y se le echó encima, derribándole. El aerodeslizador salió volando a un lado y se chocó contra una pared. En cuanto a la pistola de plasma no pudo evitar que se le saltara de la mano. 

Todos se sobresaltaron por la irrupción del intruso.

Se oyó entonces un quejido. Dany se incorporó ignorando a Cortex y miró en dirección a su hermana, que estaba en apuros.

- ¡ANA! – gritó.

Como Brio no había bajado su palanca la descarga que se suponía iba a inmovilizar al dragón fue la mitad de potente, lo que provocó que en lugar de caer inconsciente  la pobre criatura se convulsionara ante el chispazo que había recibido. Eso lo enfureció y asustó a partes iguales, emprendiéndola con los ayudantes robóticos que se acercaron hasta él para detenerlo. Luego intentó huir elevándose y, en su frenesí, golpeó el soporte del que colgaba Ana, saltando una parte por los aires. La chica quedó sólo suspendida por una muñeca. 

- ¡ANA! – gritó Neo, pues aunque se había quedado aturdido del trastazo lo había visto todo – Pero ¿qué he hecho?

- ¡A buenas horas te preocupas, barba chivo! – exclamó Dany incorporándose.

Ana luchaba frenéticamente por intentar agarrarse a algo con la otra mano pero le resultaba imposible. Miró abajo al oír la voz de su hermano. 

- ¡¿Dany?! – exclamó con un deje de sorpresa.

- ¡Annie, aguanta! ¡No sé cómo, pero ya voy! – entonces se volvió a Neo que miraba la escena aterrado y le agarró por el cuello de la bata, levantándole del suelo - ¡Ya la estás bajando!

- ¡La rescataría con mi aerodeslizador si no te lo hubieras cargado! – le contestó intentando sonar duro.

- ¡Ella no necesitaría ser rescatada si tú no la hubieras colgado ahí! ¡Debería sacudirte a ver si así se te ocurre algo, cerebrito!

Dany vio por el rabillo del ojo que los mutantes de Cortex ya le tenían rodeado y le miraban con cara de pocos amigos.

- Diles que no me toquen un pelo o te puedes despedir del tuyo.

- ¡Atrás! ¡No disparéis! – les gritó Neo, haciéndoles un gesto con la mano. Ellos obedecieron, a regañadientes. Tiny rugió.

- ¡DEJAD LO QUE ESTÉIS HACIENDO Y BAJADME DE AQUÍ! – exclamó Ana – Creo… que… voy a vomitar…

- ¿No tienes nada para desengancharla?

Neo temblaba de pies a cabeza porque tenía miedo de que aquel chico con pinta de macarra, que por el nombre reconoció que era el hermano de Ana, le diera una paliza. Pero entonces se acordó del control remoto y se lo sacó del bolsillo.

- ¡Sí! Pero quítame las manos de encima.

Dany hizo un esfuerzo pero le soltó y sólo porque estaba desarmado. Neo sacó el control remoto y, apuntando hacia Ana le dio al botón para desplazar el arco para bajarlo. Sin embargo cuando pulsó el botón no sucedió nada. Lo pulsó varias veces más pero siguió sin funcionar.

- ¿Y ahora qué? – le preguntó Dany.

Neo agitó el mando y siguió pulsando todos los botones pero la batería se había agotado. Tragó saliva.

- No funciona.

Justo en ese momento se oyó otro chasquido y un chisporroteo surgió de la estructura. El soporte se apagó del todo, por lo que el brazal eléctrico de la muñeca de Ana dejó de hacer contacto y se liberó. Con un grito, la chica cayó al mar.

- ¡Ana! – gritó Neo.

Dany le empujó a un lado, haciéndole caer de espaldas al suelo porque estaba en el medio y corrió hacia el borde de la plataforma, a varios metros por encima del mar, seguido por los mutantes.

- ¡No sabe nadar! – gritó y se arrojó sin dudar de cabeza a las aguas.

Neo se aferró al borde de la misma temblando, porque él tampoco sabía. No quería que nada de esto pasara. Él sólo quería atrapar a aquel dragón y, aunque estuviera resentido con la chica, tampoco quería esto.

Miró expectante las aguas, esperando que salieran a la superficie. Contaba los segundos con angustia y no era el único. Los animales que estaban presentes también miraban preocupados.

- Mucho tiempo bajo el agua – dijo Tiny – El agua es mala.

Justo reapareció al chico que, tras dar una gran bocanada de aire, se mantuvo a flote. Elevó su otro brazo y Neo pudo distinguir a Ana. Suspiró aliviado. 


Entonces el dragón reapareció en el cielo, emitiendo un rugido. Pasó planeando casi rozando con la tripa el mar y, con sus garras agarró a ambos, sacándolos del agua. Neo lo observó extasiado. El animal agitó las alas para alzarse y, dando varias vueltas, consiguió acabar sobre la plataforma, depositando su carga en suelo firme, a pocos metros de donde se encontraban.

Neo echó a correr hacia ellos con gran alivio pero entonces se dio cuenta de que algo iba mal. Para empezar el dragón le fulminó con la mirada y se interpuso entre el científico, los mutantes y los dos chicos, lanzándoles un rugido de advertencia. Por supuesto eso fue bastante para disuadirles a todos pero Neo se quedó lo más cerca que pudo.

Con gran angustia vio a Ana tendida en el suelo, inconsciente, mientras su hermano hacia lo posible por reanimarla.  Estaba intentando hacerle una reanimación cardiopulmonar pero Neo se percató de que no lo hacía del todo bien. Estaba visiblemente nervioso.

- ¡Ana! ¡Despierta, vamos, despierta!

- ¡Eh! – exclamó Neo, intentando avanzar pero el dragón se lo impidió - ¡Oh, vamos, lagarto estúpido! Quiero ayudar.

- Ya has ayudado bastante – le espetó Dany e insufló aire en su hermana.

En otras circunstancias Neo se hubiera enfurecido pero el tiempo apremiaba.

- Mira, no lo estás haciendo bien. Yo soy médico a fin de cuentas y…

- ¡Está bien! Calla y date prisa. Pero si intentas hacer alguna jugarreta – le amenazó Dany con el puño cerrado.

El dragoncito no le quitaba los ojos de encima pero había entendido lo que pasaba. Enseñándole los dientes y gruñendo, le dejó acercarse. Neo pasó despacio y encogido, temeroso de que cambiara de idea, y se apresuró a arrodillarse, colocando enseguida de manera correcta el cuerpo de Ana, juntándole los brazos al torso.

- Haz lo mismo con sus piernas ¿quieres? Alineadas y juntas.

Aunque hablaba tranquilo el corazón le latía deprisa, palpitándole en las sienes. Interiormente, tenía tanta ansiedad como el chico. Colocó una mano sobre la frente de Ana y con la otra tiró del mentón suavemente hacia atrás.

- Si no haces esto se puede ahogar con su propia lengua y también consigues abrir las vías respiratorias – explicó sin detenerse.

Antes de que Dany pudiera decirle nada se puso a realizar las compresiones cruzando los dedos de una mano sobre otra, sobre el pecho de Ana. Contó en voz baja y luego realizó dos insuflaciones. Percibió cómo el tórax se elevaba, lo que era bueno porque el aire que él le daba entraba en sus pulmones, pero ella no despertó.

Volvió a realizar las compresiones.

- Vamos Ana, respira – susurró. Sentía la mirada de Dany clavada en su nuca. El sudor le goteaba por la frente. 

Ni él ni Dany se percataron que estaban siendo observados tanto por el dragón como por el resto de animales, algunos muy preocupados. El pequeño Lumpa gimoteaba desconsoladamente apoyado en una pierna de Tiny, que también lucía una expresión compungida muy infantil. La estampa habría resultado graciosa en otras circunstancias.

Según iba a realizar las siguientes insuflaciones Ana sufrió una sacudida, abrió los ojos de súbito y tosió, echando toda el agua que había tragado. Neo se apartó para dejarle más espacio para respirar pero fue apartado sin compasión por Dany cuando se abalanzó sobre ella.

- ¡Ana! – gritó- ¡Ana! ¿Estás bien?

Ésta siguió tosiendo un poco más hasta que pareció quedarse bien, entonces se volvió a mirar a su hermano y le abrazó.

- Dany… ¿Qué haces aquí?

- ¿Cómo qué que hago? Qué pregunta más tonta, pues he venido a salvarte ¿no lo ves? – le dijo él intentando animarla -  Oye, siento mucho no haberte creído y haberme enfadado contigo. ¿Me perdonas? Te prometo que cuentes lo que me cuentes en el futuro te creeré. ¿Estás bien?

- Sí. Ayúdame a levantarme.


El dragón emitió un sonoro gorjeo y Ana le miró. Agachaba la cabeza y gimoteaba.

- ¡Oh! Dany, sé que ha sido un accidente y que sólo querías ayudarme. No te preocupes – le tranquilizó ella, acariciándole el hocico.

- Oye, ¿por qué este amiguito se llama como yo?

- No se llama exactamente como tú – le dijo Ana con una sonrisa – Es un nombre neutro, puede ser Daniel o Daenerys, pero admito que pensé en ti para ponérselo. Es que no sé si es chico o chica…

- Gracias por ayudarnos, Dany – le dijo él acariciando al dragón que se puso más contento.

- ¿Ana? – preguntó Neo con timidez, acercándose por detrás.

Se encogió cuando todos le miraron enfadados, pero sobre todo por la expresión de Ana. Sus ojos brillaban debajo de los mechones empapados, parecía la personificación de una Furia que fuera a perseguirle. En otras circunstancias habría admirado que el vestido empapado se le pegara al cuerpo, resaltando su bonita figura, pero esos ojos le fulminaban de tal manera que no podía apartar la mirada de ellos. Sin embargo, debajo de ese enfado Neo creó vislumbrar una honda decepción.

- Yo… l-lo siento mucho – le dijo, apartando la mirada – Nunca quise hacerte daño.

El hermano dio un paso al frente levantando un puño, pero Ana le contuvo.

- ¿Qué no querías hacerle daño? ¡Casi la matas, tío!

- ¡Ha sido un accidente! También le he salvado la vida. Si hubiera sido por ti aún tendría agua en…

- ¡Ya basta! Los dos – ordenó Ana. Luego se volvió a mirar a Neo – No tienes ni idea hasta qué punto has metido la pata.

La frialdad con las que pronunció esas palabras le golpeó, haciéndole temblar ligeramente.

- No entiendo…

- Tanta cabeza para tan poco seso – le dijo Dany - ¿Por qué te crees que había vuelto aquí mi hermana?

La revelación le llegó a Neo tan súbitamente que no supo que decir. Tenía razón, pero en su rabia interior no se había percatado. Si ella realmente no hubiera querido saber nada de él, le hubiera ignorado completamente, como habían hecho la mayoría de sus compañeros de academia. Sólo los malos de verdad se habían tomado la molestia de acosarlo hasta hacerle daño. Y Ana era buena persona.

- O sea… ¿que lo del beso era de verdad?

- ¿Qué beso? – preguntó de sopetón Dany - ¿Te has propasado con ella? Te voy a…

- ¡Dany! – le increpó Ana – Ya vale. Además he sido yo.

Su hermano la miró con la boca abierta, sin dar crédito. Luego agitó la cabeza y se dio la vuelta, cruzándose de brazos.

- Vale, son tus cosas, así que las solucionas tú y yo chitón – aceptó a regañadientes y se apartó un poco. Pero entonces se detuvo y volvió a girarse – Pero espera ¿con o sin lengua?

- ¡Dany! 

- Está bien, está bien, tus cosas…

Cuando Ana se volvió a mirar a Neo éste se había puesto de rodillas y elevaba las manos cruzadas en tono de súplica.

- De veras que lo siento. Nunca haría nada que pudiera herirte… Cuando hablé con esa víbo… aah amiga tuya y me dijo que tú… que tú no querías verme ni saber nada de mí, me volví loco. No podía soportarlo, no el verme rechazado y menos de ti, con lo dulce y buena que has sido conmigo. Estaba tan cegado por la ira y el dolor que cuando te vi… creí que sólo venías a regodearte a mi costa. 

- No me importa lo que creas – le dijo Ana – Seré sincera contigo y te diré todo lo que tuve que decirte en su momento, aquella noche en la playa. Al expresarme lo que sentías por mí, no supe cómo reaccionar, aunque en el fondo ya lo sabía observando tu comportamiento, pero cuando regresé a casa me di cuenta que te echaba de menos y supuse que quizá eso significaba que yo sentía lo mismo. Por eso volví… en parte me alegro porque ha servido para confirmarme lo que ya pensaba en un principio: somos tan diferentes que no puede salir bien. Siempre he sostenido que tú eres malvado porque las circunstancias de tu vida te han hecho así; creí que si era capaz de despertar amor en ti, el sentimiento más noble que hay, es que había esperanza de que cambiaras de bando… pero me equivoqué. No sólo me has traicionado ahora, también antes cuando me aseguraste que habías liberado a Dany por mí; ahora veo que sólo lo hiciste cubriéndote bien las espaldas para recuperarle más tarde. Jess tenía razón. Me mentiste…

- ¿Significa eso…?

- Significa que fui una estúpida al pensar que algo así podría funcionar.

- ¿Y ya está? ¿No puedes darme otra oportunidad? Haré lo que sea…

Ana negaba con la cabeza, no quería escucharle.

- Ya te la estaba dando. ¿Es que no te das cuenta? Y me encuentro con esto… basta, ya estoy harta de que todos me engañéis…

- No, Ana, escúchame…

- Eh, Cortex – intervino Dany– No la provoques que, aunque parezca un angelito, tiene muy mal carácter cuando la molestan. 

- ¿Ya estamos con eso otra vez? – dijo Ana, claramente disgustada.

Ante la mirada interrogante del científico Dany contestó con gran entusiasmo:

- Lo mismo ya lo sabes, pero tanto Ana como yo no éramos muy populares en el colegio y en el instituto. En mi caso había un abusón llamado Johny, pero que todos llaman Big J. que conmigo se cebaba de lo lindo. El caso es que un día, tras robarme el dinero del almuerzo, le hice frente y me gané un empujón que me llenó de barro hasta los calzones. Big. J. lo consideró muy gracioso y exclamó “Eh, mirad, “Plonker” se ha hecho po-pó”. Todos los chavales se rieron.

Cortex le miraba con la ceja enarcada. Ana había cerrado los ojos y negaba con la cabeza.

- Ese bruto me sacaba una cabeza y dos cuerpos, y eso que iba a mi curso, le tenía miedo como el que más. Yo no sabía si echarme a llorar o salir corriendo por lo que fui incapaz de moverme, pero entonces alguien le empujó. Sólo consiguió que retrocediera un paso pero teniendo en cuenta que nadie le tocaba porque se ganaba una tunda, fue un gran shock. De hecho el silencio sustituyó las risas. ¿Y a qué no sabes quién era el valiente?

Neo miró de reojo a Ana, quien se había ruborizado, pero no contestó.

- ¡Mi hermanita! Apenas le llegaba a los hombros a Big J. pero aun así se plantó delante suyo y le soltó “Deja en paz a mi hermano de una vez, te lo advierto”. A lo que, claro, Big J. respondió haciéndola burla “¿O si no qué, mocosa?” Pensé que ella se achantaría como hacíamos todos pero en lugar de eso le metió tal puntapié en sus partes a Big. J. que se le puso la cara blanca y se le saltaron las lágrimas. Se cayó al suelo temblando, hecho un ovillo. Sollozaba como una nena pero quién no lo haría en su situación. Todos nos quedamos boquiabiertos. A Ana le cayó una semana de expulsión por esa agresión pero tenías que ver cómo mantenía las distancias Big J. con ella cuando se la cruzaba por los pasillos, ni la miraba a la cara. A mí me dejó también en paz naturalmente… Si Ana pudo con ese mastodonte imagínate contigo que eres un canijo. Lo que quiero decirte es que tiene la misma expresión ahora que cuando le pateó a Big J. en las…

Neo no había podido evitar llevarse una mano a las susodichas partes, como si súbitamente le dolieran y miró a la chica con cierta preocupación, retrocediendo casi imperceptiblemente.

- ¿Por qué tienes que contarle esa historia a todo el mundo? – le insistió Ana, cansada y luego añadió volviéndose hacia Neo – No voy a patearte la entrepierna, quédate tranquilo. Lo único que quiero es volver a casa... otra vez.

El dragón emitió un arrullo como si estuviera de acuerdo. 

Al escuchar estas palabras el temperamento habitual de Neo creció tan súbitamente que casi explotó. 

- ¿Otra vez? No, ahora sí que no, de eso nada. ¡Mis comandos! – gritó a los mutantes - ¡Detenedlos!

Los chicos le miraron indignados, al igual que el dragón. Pero entonces nada ocurrió. Neo se volvió a mirar a sus mutantes. Se mantenían inmóviles, mirándose unos a otros con dudas pero con las armas bajadas. Algunos miraban al suelo y otros daban la espalda aparentando no haberle escuchado.

- ¿A qué estáis esperando? ¡Apresadlos y llevadlos al castillo! 

Una vez más, no pasó nada. Entonces una mancha negra pasó cerca y se arrojó a los brazos de la chica. Era Lumpa de nuevo, que se le abrazó.

- Ana… amiga – fue su respuesta, a pesar de que tenía un poco de miedo a Neo.

Ella le miró con dulzura y le plantó un beso en la naricilla.

- Gracias Lumpa.

Entonces se escuchó un carraspeo. Tiny Tiger se adelantó, estrujando sus garras con timidez, cabizbajo.

- Tiny no quiere hacer daño doctora – dijo con su voz ronca - Doctora buena con nosotros, como dice Lumpa, es amiga. Si chico tatuado es amigo de Ana, es amigo de Tiny también.

- Buen chico, Tiny – le contestó Dany, encantado. El tigre de Tasmania era más imponente en persona que desde la pantalla y dudaba mucho de tener opciones frente a sus garras y dientes.

El resto de mutantes asintieron y se cruzaron de brazos. Neo los miró incrédulo:

- He dicho... que los apreséis y los llevéis al castillo. ¡Debéis hacer todo lo que os diga!

Se escucharon algunas toses pero nadie se movió.

- ¿Acaso vais a desobedecerme? 

- Neo – dijo entonces Ana aún llevando en brazos a Lumpa – nos vamos a casa y no vas a poder hacer nada por impedirlo.

- ¡Pero no puedes irte! O si no yo… yo…

- Eres el único que conoce las coordenadas de nuestra dimensión, perdí mi mando en el agua. No te lo pienso pedir de nuevo; por favor, llévanos de vuelta.

Miró a todos lados: Brio y Pinstripe roncaban profundamente allí donde había caído, los mutantes no le hacían caso, había perdido varios de sus esbirros mecánicos y la chica que podría haber sido suya acababa de rechazarle por su estupidez…

- No pienso hacerlo… no, no, me niego. Ya no tienes influencia sobre mí. Yo…

- No dejaré de ti ni los huesos si se te ocurre ponerles las manos encima – le advirtió una voz femenina desconocida.

El dragón se había adelantado y le encaraba con una mirada amenazadora.

- ¿Dany? ¿Ahora hablas? ¡Y eres una chica! – exclamó Ana sorprendida.

- Siempre he hablado, pero no me pareció prudente. Y, una vez más, perdóname por lo de antes, sólo quería liberarte pero salió mal – contestó Daenerys. Luego se volvió hacia Neo - Como ves, doctor, no soy una bestia medianamente inteligente como creías sino que lo soy mucho más. Devuélvelos a su hogar o empezará a oler a barbacoa por aquí – para dar más énfasis un humillo salió de su nariz – Oh, sí – agregó cuando vio la expresión de él – todavía soy joven, pero puedo quemar cosas. Si no lo he usado hasta ahora era porque sabía que eres el único que puede sacarme de aquí, pero no me caes especialmente bien después de todo lo que me has hecho.

Neo retrocedió unos pasos, seguro de que hablaba en serio.

- A tope con Daenerys de la Tormenta, rompedora de cadenas y madre de dragones – dijo Dany, eufórico ganándose una sonrisa de la dragoncita, pues se sintió halagada aunque no entendiera el contexto - ¿Ahora qué Cortex? Estás jodido, tío.

Neo miró a su alrededor en un inútil intento por buscar apoyos, pero se había quedado sin ninguno. Pensó en Uka-Uka pero no le era en absoluto útil, encadenado a la fría piedra del templo… por no decir la que le iba a caer cuando descubriera todo esto. Se postró de rodillas.

- Por favor… No tenéis ni idea. Si fracaso…

- Tienes más oportunidades con Él que con nosotros, admítelo. Devuélvenos a casa… - contestó Ana.

Neo la miró con cara de cordero degollado, pero ella sabía de Uka-Uka, claro. A regañadientes asintió con la cabeza.



El portal de regreso flotaba en el Psicotrón, dejando ver de nuevo la ciudad de Ana y Dany. La chica se volvió a la dragoncita.

- ¿Qué pasa con su dimensión?

- No la he encontrado… no sé cómo hacerlo

- Ya he asumido que es muy probable que jamás vuelva a casa – alegó la dragoncita bajando la cabeza.

Daenerys había intentado describir con todo detalle cómo era el mundo del cual ella venía para que al menos Cortex tuviera alguna referencia visual. Ana la miró apenada.

- Tiene que haber algún modo… no pierdas la esperanza.

- Créeme que soy el primer interesado – intervino Neo - Ese lugar estará lleno de cristales de energía, pero no tengo manera de acceder a él...

- Quiero que lo encuentres pero no te llevaré hasta mi mundo para que nos robes los cristales ni nuestras gemas, eso tenlo claro – le advirtió Daenerys con dureza, fulminándolo con su mirada celeste.

- Desde luego que no. Y tengo la corazonada de que lo conseguirá – dijo Ana y Neo se sintió mejor en parte - ¿Qué harás hasta entonces?

- Lo primero buscar algo de carne que llevarme a la boca. Los dragones comemos de todo pero desde que llegué aquí no he comido nada más consistente que fruta y créeme, he tenido suficiente para toda una vida. Por lo demás, me quedaré en este universo, pero lejos de aquí – contestó, mirando de soslayo a Cortex. Ana le había presionado de que le quitara el rastreador y ahora era totalmente libre – Tienes suerte que los dragones seamos muy pacientes, doctor, pero te estaré vigilando. Si veo que pierdes el interés o que intentas atraparme de nuevo… – agregó dejando escapar humo de nuevo por sus fosas nasales.

- N-no qué va, no será necesario, Da-Dany…

- Para ti Daenerys.

- Daenerys – repitió Neo agobiado. Le dolía la cabeza.

- Eso me recuerda –dijo Ana – Te he llamado así pero sin duda tendrás tu nombre propio. ¿Cuál es?

Ella meditó unos momentos.

- ¿Sabes? Realmente no tiene importancia, me gusta mucho el nombre que me diste porque lo hiciste con cariño. Si no te importa, quiero conservarlo.

Ana asintió con una amplia sonrisa. Poco después la dragona se despidió de todos, especialmente de Ana, y se marchó volando por la amplia ventana.



Ana y Dany miraron con ternura a Lumpa, quien no se había despegado de los brazos de la chica y que ahora la miraba al borde del llanto. 

- ¿Qué hacemos con esta bola de pelo tan simpática? No te ha soltado en todo este tiempo – comentó Dany.

- Lumpa,  he de irme a casa – le dijo Ana un tanto triste.

- ¿Puede ir Lumpa? Aquí nadie quiere – dijo lanzándole una mirada de soslayo a Cortex.

- Porque eres torpe y bobo, hueles mal, muerdes, rompes todo lo que tocas, no sabes hacer tu trabajo y eres…

- ¡Neo! – exclamó Ana haciéndole callar y miró con dulzura al mutante – Es tan sólo un niño…

- Estúpido Lumpa -  murmuró Cortex cruzándose de brazos. Pensó que si Ana le mirase con la mitad de ternura con la que miraba al demonio de Tasmania…

- En mi mundo llamarías mucho la atención, – comenzó Ana. Le había cogido mucho cariño y le destrozaba ver lo desolado que estaba. Se resistía a abandonarle.

- O no – comentó Dany. Ana y Lumpa le miraron – Es decir. Mamá quería una mascota ¿recuerdas? Algo blandito y peludo a lo que abrazar, que no fuera papá, para variar… Y sabes que es alérgica a perros y gatos,  pero no creo que también lo sea a los demonios de Tasmania. Creo que estará bien con ellos en el campo.

A Ana se le iluminó el rostro.

- ¿Tú crees? ¡No lo había pensado! ¡Qué gran idea! Está bien, Lumpa. Eres oficialmente un Parker.

Lumpa se puso tan contento que saltó hasta Dany y le llenó de lametones. El chico se limpió las babas como pudo esbozando una mueca de asco.

- ¡Tío! Que con menos cariño se apaña uno…

Una vez decidido ambos cruzaron el portal pero Ana se detuvo y, sin mirarle, le dijo a Neo:

- Gracias por hacer lo correcto.

- Odio hacer lo correcto… ¿No te marchas ya? – preguntó con cierta esperanza. Quizá se había quedado porque…

Todo se esfumó cuando Ana se volvió para entregarle el collar con el cristal.

- Fue un regalo y esas cosas no se devuelven, hasta yo lo sé.

- Puedo hacerlo porque me siento traicionada hasta un punto que ni te imaginas. Porque ahora sí te lo digo yo, cara a cara: no intentes contactar conmigo de ninguna manera, no quiero saber nada más de ti.

Neo pensaba que su corazón no se podía romper más pero sí que pudo hacerlo. Y ni Lumpa podría recoger esos pedazos. Desengañado y sin esperanza ninguna, recogió el cristal que le ofrecían.

- Eso sí – añadió la chica - déjame darte un consejo, en compensación por lo que has hecho. Estás a tiempo de cambiar y abandonar. Considéralo, porque llegará el punto en que no importará que hagas, que tus planes fracasarán una y otra vez sin importar los medios que pongas para evitarlo. ¿Has entendido?

No, Neo no entendía nada de lo que le estaba diciendo; ella sabía algo que él ignoraba. Pero igualmente asintió con la cabeza. Quería terminar cuanto antes, perderla de vista antes de que doliera más.

La chica avanzó hasta el portal pero se volvió una última vez.

- Como digo es sólo un consejo, pero piensa en ello… de ti depende lo que ocurra… adiós, Neo.


Y cruzó el portal, dejándole amargado una vez más en su soledad.


1 comentario:

  1. Sí, está prácticamente entera soñada y de ahí que la escribiera muy deprisa, creo que sólo tuve que rellenar o especificar algunas cositas pequeñas o interpretar lo que veía en el sueño. Curiosamente sí, fue largo: normalmente se me cortan y no los concluyo, aquí por suerte sí.

    El nombre de la dragona sinceramente no recuerdo si ya venía en el sueño o lo pensé después, pero creo que es apropiado. Ana tiene buen gusto xD

    Por cierto, aún te queda el epílogo ^^

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