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[Crash Bandicoot] Universos entremezclados - Capítulo XV - El plan de Neo


Ana no tuvo ningún problema cuando abrió el portal ni en llegar hasta el castillo puesto que Neo había incluido las coordenadas del mismo en su comunicador. La chica apareció en el exterior, justo en la playa donde habían charlado aquella vez. ¿Casualidad? Tan nerviosa y decidida estaba que no sintió ningún mareo al atravesar el tejido interdimensional por lo que subió las escaleras y entró corriendo en el interior, que ya conocía bastante bien.

Su objetivo era el lugar donde Neo pasaba la mayor parte del tiempo: su laboratorio. Apenas se dio cuenta de que no se cruzó con nadie, lo cual era muy extraño porque normalmente siempre había ayudantes controlando las instalaciones o mutantes trabajando.

Por fin llegó a las puertas jadeando, y entonces se detuvo. La ansiedad y el nerviosismo le golpearon de lleno por lo que no las abrió enseguida. 

- ¡Neo! – gritó una vez entró en el laboratorio pero, para su sorpresa, estaba vacío - ¿Neo? ¿Brio? ¿Hola?

Miró por todas partes pero no vio a ninguno de los dos. Sin darse por vencida intentó pensar. Acudió corriendo al despacho de Brio pero allí tampoco había nadie. Volvió sobre sus pasos pensando en ir al despacho de Neo cuando estuvo a punto de caer porque algo oscuro y peludo se enredó en sus pies. Trastabillando Ana evitó la caída pero esa cosa se le echó encima sin que pudiera evitarlo, dándole un buen lametón en la cara.

- ¡Lumpa! 

Estaba claro que el diablo de Tasmania se alegraba de verla porque no paraba quieto y Ana tardó un rato en conseguir que se tranquilizara para poder sostenerle bien. Le recordó a un perro que tuvieron en casa hacía años; cuando llegaban de la calle se ponía la mar de feliz y cariñoso.

- ¡Doctora ha vuelto! ¡Lumpa contento! Lumpa bueno…

- ¡Claro que sí pequeñín!

Ella le devolvió el abrazo, aunque un poco agobiada por tanta efusividad. Luego le bajó al suelo, donde él la miró con grandes ojos y una sonrisa que dejaba ver su lengua.

- Oye Lumpa ¿sabes dónde están todos? ¿Dónde está el doctor Cortex?

-¡Lumpa sabe y enseña! – exclamó, contento por sentirse útil y echó a trotar por el pasillo tras cogerla de la mano.

Le llevó hasta una puerta que daba al exterior, al otro extremo del castillo, donde una escalinata conducía hasta otro edificio anexo. ¿Qué estarían haciendo allí? Unas escaleras bajaban hasta la playa que les separaba.

- ¿Qué hacen allí?

Lumpa se encogió de hombros y estornudó.

- No “sepo” – dijo.

- Pues vayamos a averiguarlo…


Cuando llegaron se encontraron en un recinto circular, abierto al cielo exterior pues saltaba a la vista que estaba a medio construir, con maquinaria integrada. ¿Quizá era por esto que no se habían enterado de su llegada? Efectivamente vio al doctor Brio enfrascado en la monitorización de algo, pero sin separarse de uno de sus viales y a Pinstripe cargando con un contenedor que se acercaba hasta él. También algunos ayudantes robóticos y mutantes iban de  aquí para allá, cargando cosas, haciendo ajustes o simplemente mirando el panorama. ¡Sí que estaban atareados! A un lado, cerca de donde pululaban los ayudantes, había una jaula grande.

Ana jamás había visto esta parte de la isla y se preguntaba qué harían. Lumpa permanecía a su lado mirando con atención pero por su expresión estaba tan perdido como ella.

- ¡Brio! ¡Necesito esas lecturas ya!  – gritó Neo. Ana siguió el sonido de su voz y le encontró montado en su aerodeslizador, muchos metros por encima, cerca del borde exterior del edificio examinando la maquinaria.

- ¡Y-ya casi está, doctor! – exclamó Brio.

Justo en ese momento él levanto la vista y vio tanto a Ana como a Lumpa. Brio abrió la boca de par en par y se quedó inmóvil. Ana no pudo evitar sonreírle. Él se la devolvió más por inercia que por otra cosa, pues parecía muy sorprendido.

- ¿Están ya o qué? – preguntó Neo de nuevo.

Pinstripe también la vio y por poco se le cae la caja que acercaba.

- ¡Caramba! – exclamó.

- ¿Qué, Pinstripelli? No te he oído  – exclamó Neo y se interrumpió cuando al volverse la vio allí plantada, mirándole fijamente y esbozando una sonrisa en los labios.

- ¿Ana? – preguntó Neo sorprendido - ¿Cómo…?

- Hola Neo – se limitó a decir, pues súbitamente al verle se quedó en blanco. ¿Cómo abordarle?

Sin embargo él se recuperó en seguida de su sorpresa inicial. Su expresión cambió, tornándose seria y se desplazó a un lugar cercano donde estaba, colocando varios componentes.

- ¿Qué haces aquí? – preguntó con cierta frialdad.

A Ana se le cayó el alma a los pies. Ignorando a Brio y a Pinstripe quienes habían interrumpido sus quehaceres y no le quitaba la vista de encima, se acercó hasta donde estaba Neo. En cuanto a Lumpa se quedó donde estaba rascándose una pulga molesta.

- He vuelto para hablar contigo – le confesó.

- ¡Ah! ¿Ahora quieres hablar? Creo que ya lo dejaste bastante claro gracias a tu amiga – replicó él, dándole la espalda y sin parar de desplazarse con el aerodeslizador, haciendo ajustes aquí y allá en esa maquinaria que Ana no tenía ni idea para qué servía y que apenas le importaba, aunque esa jaula...

- ¡Oh! Sí - murmuró y sacudió la cabeza para concentrarse – Perdóname, fue injusto que Jess hablara por mí. Por eso he vuelto, quería hablarte en persona, cara a cara.

Él la miró con lo que a ella le pareció desconfianza pero llevó el aerodeslizador hasta el suelo, ceñudo. Se bajó y se acercó hasta un teclado cercano que empezó a manipular.

- ¿Para qué tantas molestias? ¿O acaso has vuelto para humillarme aún más?

La dureza de su voz junto con sus palabras hicieron que a Ana le doliera, pero comprendió que lo decía porque él estaba aún más dolido que ella. Bajó la vista un segundo y se mordió por enésima vez los labios, buscando las mejores palabras.

- No, no he vuelto para humillarte – le dijo con voz suave - Quiero pedirte disculpas por no haber hablado directamente contigo y ser sincera.

Él se detuvo un momento en sus tareas, lo que significaba que por fin había captado su atención, pero no se volvió.

- Neo... 

- Como ves no es el momento, estamos muy ocupados…

- Lo sé, seré breve. Después me iré y no volveré nunca más, si es eso lo que quieres.

Él siguió plantado en la misma posición, pero parecía meditar. Ella no podía ver la expresión de su cara.

- Neo ¿es que acaso vas a obligarme a hablarle a tu espalda? ¿Por qué no me miras?

Como no se inmutó Ana pensó que no iba a hacerle caso pero entonces él se giró. Estaba visiblemente resentido y ella se sintió aún peor por haberle causado ese mal. No le salieron las palabras de la boca, tenía tanto que decir que no sabía por dónde empezar. En su lugar un impulso empezó a surgir en su interior, provocándole un hormigueo en los pies y en las manos.

Pareció pasar una eternidad cuando de pronto se arrojó hacia él y le abrazó. Neo no pareció ni resistirse ni echarla si no que se quedó totalmente inmóvil por la sorpresa. El corazón de Ana le latía en los oídos y sentía aquella náusea familiar en la garganta cuando estaba muy nerviosa y por lo que sabía que iba a suceder a continuación, pues segundos después estaba besándole.


Por un momento perdió la noción de lo que ocurría a su alrededor. En otras circunstancias quizá le habría avergonzado que Brio, Pinstripe, Lumpa y otros de los mutantes que se habían ido acercando – a estas alturas se habían enterado todos que ella había regresado-  les estuviesen mirando descaradamente y pasmados, pero no ahora. Era el único modo que encontró de expresar el barullo de emociones que se agitaban a su alrededor: amor, incertidumbre, miedo, ansiedad, arrepentimiento y pasión.

¿Por qué no intentarlo al menos? Ella quería quedarse, al menos durante unos días antes de los exámenes y demostrarle lo que realmente sentía por él, hacerle ver que podía ser correspondido. Que podía poseer por fin algo que él jamás había tenido.

Comprobó entonces que Neo, quien había permanecido tenso durante el abrazo, se había aflojado un tanto y parecía que le devolvía los besos. Ana se sintió flotar lejos del suelo, hacia el cielo…


Pero entonces algo pasó. Oyó una especie de tintineo, a la par que se percató de un cambio en Neo pues, a pesar de que aún la estaba besando, sus labios se habían crispado. Ana notó que algo sólido se cerraba en torno a sus muñecas. Antes de poder reaccionar él se había retirado bruscamente de su lado y apretaba uno de los botones de un control remoto que había aparecido en una de sus manos.

Ana sintió un fuerte tirón que le hizo soltar un grito y se vio amarrada en un campo eléctrico, sujeta por las muñecas a los rayos, suspendida debajo de un disco de metal, y no tocaba el suelo con los pies. No dolió pero no podía moverse. En  las muñecas llevaba unos aros similares al que había  llevado en el cuello durante la mayor parte de su estancia anterior y parecían unirse mediante el campo al disco de arriba.

Aturdida y súbitamente furiosa, miró al científico.

- ¿Pero qué haces? – exclamó.

- ¿Que qué hago? – preguntó Neo- ¿Acaso te piensas que soy estúpido? - Dicho esto se volvió hacia el resto - ¿Se puede saber qué estáis mirando? ¡Pinstripelli deja eso en su sitio de una vez! ¡Lumpa, fuera de mi vista antes de que rompas algo, peludo inútil! ¡Y tú Brio, tráeme esos resultados de una vez, idiota! ¡Y el resto moveos de una vez, se acabó la fiesta!

Todos dieron un respingo. En el caso de Brio, que había observado boquiabierto toda la escena, se había quedado sorprendido ante la reacción de su superior. Por un momento se sintió orgulloso de que hubiera superado, por fin, lo de la chica pero, por otra, no entendía qué mosca le había picado ahora que por fin la tenía después de la lata que dio por ella. Pero aun así se apresuró a obedecerle.

- ¡Bájame de aquí ahora mismo! ¿Me oyes? – gritó Ana furiosa e intentando forcejear sin ningún éxito - ¡QUE ME BAJES!

Él ahogó un grito pero se sacó cinta que tenía en el bolsillo y se la pegó en la boca rápidamente, por si ella le lanzaba un mordisco. La veía capaz. Ana farfullaba cosas incomprensibles detrás de la cinta pero estaba claro que gritaba con todas sus fuerzas.

- ¡Cállate! ¡Prometiste que me contestarías! – estalló Neo entonces. 

Pulsó otro botón y la estructura que apresaba a Ana se elevó. Neo volvió a su aerodeslizador y se acercó.

– ¿Sabes lo que es esperar durante semanas a que aquello que más quieres se digne a acordarse de ti? Te llamé tantas veces y tú ni te molestaste en atenderme soltándome a aquella condenada víbora que escupía veneno al otro lado. Fui un auténtico imbécil teniendo la esperanza de, que por alguna ínfima probabilidad, te fijaras en mí. ¿Y ahora regresas para reírte más todavía? ¿Crees que seduciéndome falsamente conseguirás que baje la guardia? Sinceramente, ya no tienes ninguna influencia sobre mí… ¡lo único que importa ahora es lo que tienes a tu alrededor! – exclamó, extendiendo los brazos hacia arriba – En realidad, es una mero bosquejo de algo mayor que planeo a largo plazo pero tendremos que conformarnos con este prototipo a medio construir…

En ese momento su ascenso se detuvo con un chasquido, quedando suspendida en un lateral. Miró hacia abajo y por poco se marea de ver sus pies colgando sobre el agua, que se agitaba a muchos metros por debajo. Ana siguió gritando bajo la cinta pero lo único que se oía era algo así como “¡¡Mmph mmbbmm mph!!”.

Cortex la observó y ladeó la cabeza, acercando su oído a varios centímetros y poniendo la mano ahuecada, como si intentara escuchar mejor.

- ¿Cómo? ¿Qué para qué sirve esta increíble maquinaria, doctor Cortex?  – Preguntó con voz aguda, sin duda imitando la de Ana - ¡Oh! – exclamó, ya con su voz habitual - Pues no pienso contarte cuál será su verdadero propósito en un futuro cuando esté terminada pero sí puedo decirte que ahora permitirá que algo que liberé por idiota vuelva a mí. ¿Lo adivinas, querida? ¡Sí, tu amiguito el cagón de energía! Ha sido harto conveniente que hayas venido, facilitarás la tarea – añadió, volviéndose hacia ella – No es la primera vez que lo intentamos y fracasamos pues no conseguimos atraer a ese condenado animal, a pesar del chip rastreador, se ha aprendido nuestras técnicas y nos esquiva astutamente. Ahora verá a su amiga atrapada y no podrá resistirse; se acercará a ti y entonces ¡ZAAAAM! Rayo de energía y quedará más tieso que una vara, listo para su jaula. ¡Jajaja! ¡JAJAJAJAJA!

Ana abrió mucho los ojos. La cabeza le daba vueltas ante el giro de los acontecimientos. ¡Así que jamás había renunciado completamente a Dany! ¡Y lo peor es que ella sería la herramienta para atraparle de nuevo! Hacía un momento llegaba ilusionada hasta el castillo pensando en que volvería a ver a Neo y que pasaría unos días maravillosos con él, para luego sentir un agudísimo dolor al verse traicionada. Y una furia visceral. Comenzó a hablar con gran ferocidad bajo la cinta.

El científico dejó de reír y la miró frunciendo el ceño.

- ¿Qué tienes que decir, a ver? – preguntó, atreviéndose a retirarle la cinta de la boca, si bien lo hizo con cierta aprensión.

- ¡Pequeño renacuajo, te juro que me soltaré y te voy a patear el culo tan fuerte que no podrás sentarte en un mes y…! – por un momento estuvo tentado de volverle a poner la cinta para no oírla pero entonces a Neo se le ocurrió que si oía su voz el dragón vendría antes.

- Ya me lo imaginaba que sólo tendrías palabras de cariño hacia mí. No haces más que mostrarme tus auténticos sentimientos – comentó aburrido.

Ana se detuvo y le miró indignada. Cortex la ignoró y se aseguró que la chica estuviera bien visible. Tras terminar se volvió y, haciendo bocina con las manos, gritó:

- ¡Brio! ¡Colócate ya en la palanca! ¡Y vosotros! – agregó, a sus ayudantes – ¡Estad preparados con la jaula, no quiero errores! 

- No te saldrás con la tuya – le espetó entonces Ana. Su voz estaba cargada de tal odio que le hizo estremecer. Pero estaba dispuesto a no dejar que la chica le influyera más.

- ¿Ah no? – le preguntó sonriente – Pues espera y verás.

Abandonó su posición, dejando a Ana sola, para apartarse de la trayectoria del dragón. Una vez que lo atraparan irían a buscar los cristales que en este tiempo hubiera generado por toda la isla, lo que le aseguraría un futuro bastante tranquilo de energía ilimitada. Cuando el aparato se encendió él tocó varios controles y miró arriba.

- ¡Vamos pajarillo! – le gritó a la chica – ¡Cántanos una canción!. Que te oigan bien lejos.

- ¡La única canción que vas a oír serán los golpes que dará tu cabeza cuando te agarre y te utilice de martillo! – le increpó Ana, furiosa, pero se mordió la lengua cuando comprobó que por algún sistema de megafonía su voz se escuchaba tan alto que por poco le explotan los oídos. ¿Acaso era así cómo esperaba atraer al dragón? Porque entonces ella recordó que éste siempre reaccionaba a su voz.

- Sigue, sigue – le animó Neo - ¡Que te oigamos todos bien!

Ana guardó silencio. No pensaba colaborar y esperaba que Dany no le hubiera escuchado. 

- Venga ¿algún insulto más hacia mi persona?

- Que te den – masculló Ana.

Pero Cortex tenía todo pensado y, cuando vio que la chica no quería colaborar, la azuzó con un poco de electricidad.

- ¡Ay! – gritó Ana cuando una pequeña descarga la entumeció la mano. Le recordó la casa de Jess con su tarima flotante; era habitual que se dieran descarga tras andar por la casa. Pequeños chispazos la sacudieron y, por mucho que intentó no quejarse, no pudo evitarlo. Era como si la pellizcaran y ella no soportaba los pellizcos.

- ¡Ay! ¡Uy! Madre mía, como me suelte ¡ay! Te vas a enterar…

- ¡Eso, canta, pajarillo! – le gritó Cortex – Que venga nuestro amigo.

A la chica se le saltaron las lágrimas. No por los chispazos tan molestos si no porque él la estaba haciendo todo esto. Ahora la que tenía el corazón roto era ella. Y a él parecía importarle un pimiento. 


Había vuelto a ser el mismo de antes.


1 comentario:

  1. Surprise! Jajajaja de nuevo la he vuelto a liar!

    Te aviso: simplemente es un resentido. Punto xD

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