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[Crash Bandicoot] Universos entremezclados - Capítulo V - Los sentimientos de Brio


Que hubiera cambiado la jaula por un cuarto fue algo positivo, si bien es cierto que este gesto daba una falsa sensación de libertad. Ana tenía vetadas la mayor parte de las áreas del castillo, quedando su territorio reducido al laboratorio, su cuarto y la sala de pruebas, que era también donde estaban las jaulas de los animales.

En cuanto a sus relaciones con sus dos carceleros no habían progresado demasiado. En ambos casos seguían siendo distantes y cortantes, sobre todo con Cortex. 

Por su parte Brio se había dado cuenta que algo sucedía entre su jefe y la chica, porque cuando estaban en la misma sala ninguno se miraba a la cara cuando se hablaban y Neo mantenía las distancias todo lo posible. Cuando Brio le preguntó al doctor Cortex acerca de esto él sólo le respondió:

- Cierra el pico y trabaja.

Curiosamente desde ese pequeño accidente y el dichoso sueño Cortex se sentía extraño. Encontraba perturbador el trato que Ana daba a sus mutantes. Los trataba con un cariño y una deferencia casi maternales y, a menudo, descubrió que los experimentos más evolucionados se aseaban o practicaban sus modales antes de entrar en la consulta de la joven.

¿Qué demonios les pasaba? ¿Qué encontraban tan adorable en aquella niña? Tenía que reconocer que, si dejabas de lado que era contestona y que cada vez que abría la boca era para calumniar su trabajo, le parecía bastante guapa – aunque con muchas reservas -  si bien no estaba dispuesto a admitirlo en voz alta. Lo peor de todo era que, por alguna extraña razón, cada vez que pensaba en ella le venía a su mente la escena en las duchas... y aquel sueño que le daba escalofríos. Esto también le ocurría en algunas ocasiones en las que divagaba ante un problema técnico del E-Volvo, del Vortex o del Psicotrón (el cual deseaba reparar en algún momento); su hilo de pensamientos le conducía extrañamente hacia Ana. Sin embargo cuando hablaba con ella ésta se dirigía a él en un tono tan frío que le daban ganas de dispararle con su pistola de plasma, sobre todo aún más desde aquel incidente. ¿Por qué le odiaba tanto? De acuerdo que a Nitro le trataba igualmente mal pero eso a él le importaba un pimiento. Encima que la había dado un lugar cómodo para estar y un trabajo con el que ella disfrutaba ¿no era ya tiempo que él recibiera algo a cambio? 

Sacudió la cabeza. ¿Algo a cambio? ¿Cómo qué?

- ¿Pero en qué estás pesando? – se recriminaba después.

Para más inri, Cortex se percataría de que ni él ni los mutantes eran los únicos que parecían descolocados con la chica. 


Una tarde entró en el laboratorio de Brio, donde éste trabajaba afanosamente con unos compuestos químicos que sólo él conocía. Sin duda estaba perfeccionando su suero mutante. 

- ¿Cómo progresa nuestra invitada forzosa? – preguntó como era costumbre y se puso a mirar con interés el líquido de colores verde, azul y rosa que pasaba de probeta a probeta. 

- Bueno – contestó de manera enigmática su compañero. Cuando Cortex le miró vio que se había ruborizado.

- ¿Cómo que bueno? ¿Acaso estás rojo como un tomate?

Brio dio un respingo y frunció el ceño.

- ¡Qué dice! ¿A-a qué viene eso?

- Saltas a la defensiva Brio… ¿No me digas que a ti también te gusta la chica? ¡Estáis todos idiotizados!

- N-no, nada de eso. No sea ridículo – repuso Brio volviendo a sus quehaceres. – No me distraiga con tonterías que estoy con una operación bastante delicada.

Neo no quedó nada convencido pero su colega no soltó prenda, y sabía que no lo iba a hacer.

Realmente decía la verdad. Brio no era ningún experto en temas del amor, no era ni tan siquiera un principiante. Jamás había tenido pareja y tampoco sufría por ello, le daba absolutamente igual; su amor era la química y pensaba que las mujeres estaban sobrevaloradas… o eso se había dicho tantas veces que ya se lo creía. Él era feliz entre sus cacharros de laboratorio, entre los compuestos químicos, las probetas y los mecheros de Bunsen.

 

Pero aquel mismo día, cuando estaba en la consulta durante una de sus supervisiones, ocurrió una cosa que él no esperaba.

Cuando llegó, Ana estaba auscultando a Tiny Tiger.

- ¿Otra vez por aquí Tiny? – preguntó extrañado - ¿No estuviste ayer y antes de ayer?

-  A Tiny le dolía el pecho – contestó Ana.

Brio se percató de que el interpelado agachaba las orejas. Cuando hacia eso es porque había hecho algo malo o había metido la pata.

- Ah ¿y qué tiene?

- Nada en absoluto – contestó Ana de nuevo, visiblemente incómoda.

- Pero bueno– le espetó Brio - ¿Se puede saber qué pasa? Vienes todos los días.

- Perdón doctor Brio. Tiny tenía un dolor en…

- ¿Dónde?

- Aquí.

- Ya, ya…pues oye, qué casualidad Tiny, que esta mañana te he visto como una rosa mientras hacías tus ejercicios. Luego comiste como un toro y te echaste una buena siesta en el patio trasero…

Tiny abrió mucho los ojos. Le había cazado. Su inteligencia era muy reducida, como si se tratara de un niño chico, y Brio no se sorprendió cuando empezó a jugar con la uña sobre el asiento de la consulta.

- Tiny no duele pecho, está fingiendo.

- Ya me parecía a mí.

- ¿Y por qué finges? – preguntó Ana.

- Pues… es que Tiny… a Tiny le gusta venir a ver a la doctora.

- Madre mía – susurró Brio dándose una palmada en la frente. 

Ana se quedó realmente confundida.

- Eres un zoquete – continuó el otro - ¿Por qué no vas a verla a su cuarto? Hay otros mutantes compañeros tuyos ahí fuera, unos cuantos por si no te has dado cuenta, que sí necesitan que les examinemos y tú aquí haciéndonos perder el tiempo… 

- El doctor Brio tiene razón, Tiny – agregó Ana algo severa y éste le miró sorprendido – puedes venir a mi cuarto siempre que quieras pero a la consulta sólo puedes acudir cuando te sientas mal de verdad. ¿Entiendes?

- Tiny quiere disculparse, no lo hará más. ¿Perdonado?

- Claro que sí.

- Y ahora vete de una vez o te daré unos azotes, idiota– le amenazó Brio.

Tiny salió zumbando de la consulta.

- No puedo creerlo, abrase visto– murmuraba el científico. Hizo una pausa pero entonces se apresuró hacia la puerta - ¿Alguno de vosotros está aquí haciendo teatro también como el bueno de Tiny? Porque si es así ya os podéis ir o juro que os vais a enterar – amenazó enarbolando un frasquito verde.

Se escucharon numerosos pasos apresurados y un largo suspiro.

Ana se asomó a la puerta con él y vio que el pasillo estaba desierto.

- ¡Anda! Si se han ido todos…

- Sí, los muy… - gruñía Brio – Todos estos días perdiendo el tiempo, como si no tuviera bastante trabajo atrasado. 

- Pues ahora yo no tengo nada que hacer y me voy a aburrir mucho. ¿Quieres que te ayude después de ordenar la consulta?

Brio se quedó tan estupefacto que no atinó a decir nada, ni siquiera cuando la chica le miró preocupada.

- ¿Doctor Brio?

- Ehm… no, la verdad es que no.

- Algo de química sí que sé, es cierto que me cuesta horrores, para qué te voy a engañar, pero no me vendría mal repasar conceptos.

- Es que no voy a trabajar en mi laboratorio. El doctor Cortex quiere que haga ajustes en el E-Volvo.

Ana frunció el ceño.

- Pero eso es cosa suya.

- No, realmente soy yo el que entiende más los entresijos del E-Volvo.

- Ah, es cierto. Tú lo creaste ¿no?

Ana se mordió el labio ante su desliz.

- ¿Cómo lo sabes? – preguntó Brio estupefacto.

- Pues… hombre… es que se nota.

- ¿Se nota?

- Oh, claro que sí. Eres tú quien calibra los aparatos y quien realmente supervisa el trabajo – empezó Ana andándose por las ramas – Es muy feo que el doctor no te haya dejado llevarte el mérito.

- Realmente el doctor Cortex inventó el artilugio, pero no funcionaba como él quería. Yo sólo le hice unos ajustes y el otro invento se fue mejorando para crear el Psicotrón…

- Vamos, doctor. Gracias a usted se montó todo este tinglado y tienen a todos estos mutantes aquí. Si no hubiera sido por usted el doctor Cortex no lo habría conseguido… 

- Hombre, sí que es cierto que, técnicamente el E-Volvo es la obra de mi ingenio, pero…

Brio comenzó a sentirse extraño. Era como si se hubiese quitado unas gafas ahumadas que le impedían la visión después de llevarlas durante mucho tiempo pero siendo consciente. Sin embargo, no podía tolerar que una chiquilla arremetiera contra su socio.

- ¿Qué sabrás tú de lo que es el duro trabajo? – preguntó entonces a la defensiva.

- Cierto, quizá no sepa tanto como vosotros. Pero creo que un poco sí que sé; me levanto todos los días sobre las cinco para completar algunas tareas de la universidad, luego voy a las clases durante toda la mañana. Tengo el tiempo justo para comer en la cafetería y luego cojo el autobús para ir al bar de mi hermano y trabajo hasta las once de la noche, que la universidad y el alquiler no se pagan solos. Cuando llego a casa estoy tan reventada que sólo quiero dormir pero en lugar de eso me pongo a estudiar o terminar tareas en vez de irme directamente a la cama. Algunas veces he amanecido sobre la mesita de la cocina con una tortícolis espantosa por haberme quedado dormida durante las tareas. No me quejo, que conste. A pesar de que casi todo el tiempo estoy agobiada porque siento que voy retrasada luego mis trabajos son de los mejores y  mis notas están muy por encima de la media, tanto que soy de las primeras de mi promoción. Amo lo que estoy estudiando y me gusta trabajar con mi hermano, mejor eso que para un extraño como ya estuve anteriormente. Pero tampoco soy una ignorante en cuanto a sacrificar se refiere.

- Oh… ¿Trabajas en un bar? – preguntó  Brio, súbitamente interesado.

- Sí, soy camarera.

- ¿Y te gusta?

- ¡Claro que sí! Aunque mi sueño es trabajar en alguna clínica, por lo menos hasta que pueda montar la mía propia.

- Aah… tiene que ser bastante entretenido, el llevar un bar quiero decir.

- La verdad es que sí, mis padres no creían que mi hermano  fuera capaz (entre tú y yo, es un poco bala perdida) pero le va muy bien. Es un bar de ambiente rock; da igual los años que pasen, pero mi hermano nunca cambiará, si bien es cierto que gracias al negocio parece haber madurado. Yo antes de eso estaba trabajando en una tienda de ropa juvenil pero él tuvo una vacante y, cuando me lo ofreció, no me pude resistir…

- Y preparar cóckteles y bebidas – continuó Brio sin escucharla – siempre me ha recordado a mezclar compuestos en las probetas del laboratorio. Con la diferencia de que éstos te los puedes beber sin sufrir daños permanentes y están bien buenos; Pink Phanter, Bloody Mary, Margarita, Tequila Sunrise… ¡aah, qué maravilla! Es todo un arte. Siempre me hubiera gustado trabajar en un bar, es decir, si no me hubiera dedicado a esto… 

- ¿Y por qué no lo hiciste?

Brio bajó la cabeza y su mirada pareció perderse en la lejanía, recordando…

- Cuando estuve en la academia nunca me fue muy bien con los otros compañeros; los empujones e insultos eran mi día a día. Les odiaba pero también me daban miedo, así que intentaba pasar desapercibido, a veces lo conseguía y a veces no. Un día que iba de camino a mi cuarto tras las clases escuché a los matones de siempre riendo tras salir de los servicios, te puedes imaginar la prisa que me di por quitarme de en medio. Por lo que decían supe que acababan de agredir a otro chico. Cuando desaparecieron de la vista, en vez de seguir mi camino, sentí  unas súbitas lástima y empatía hacia el agredido por lo que decidí entrar a ver si estaba bien. Una parte de mí se apenaba pero la otra se alegraba por no haber sido yo la víctima. Me lo encontré llorando recogiendo los apuntes que le habían desperdigado por todo el servicio, saltaba a la vista que le habían sacudido. Le reconocí porque compartíamos varias clases pero nunca habíamos hablado, ninguno de los dos éramos muy amistosos. Lo único que sabía de él es que se llamaba Neo y que, como yo, era uno de los más aventajados, motivo que nos convertía en un blanco recurrente. A pesar de que se enfadó y la tomó conmigo por haberle pillado llorando, desde ese momento nos hicimos amigos y pronto se nos unió otro chico llamado N.Gin, cuyo acoso provenía por estar gordo y porque era el mejor en física de toda la academia.

Brio hizo una pausa, se había puesto de mal humor. Ana le entendía perfectamente porque ella misma sufrió acoso escolar, no llegando a lo físico por suerte.

- Hicimos nuestro propio grupo. Como yo era muy retraído y N.Gin estaba siempre en las nubes Neo tomó el mando, siempre ha tenido mucho más carácter que cualquiera de nosotros y ya desde esa época. Estaba incluso más quemado que cualquiera y se sentía oprimido por un rencor ardiente hacia sus semejantes, fruto de los continuos abusos que sufría en la academia e incluso en su hogar. Con su férrea determinación y personalidad nos arrastró casi sin darnos cuenta tanto a N.Gin como a mí. Yo la verdad es que no quería complicarme la existencia más de lo que ya la tenía pero el dolor era tan intenso pero él tenía razón en tantas cosas… aaaah, sí. Fueron buenos tiempos a pesar de las dificultades ¿cómo resistirse a devolver los golpes que te ha dado la vida una y otra vez?

- Hay algo llamado perdón – intervino Ana – El rencor no le hace bien a nadie y el pasado, por muy doloroso que sea, pasado está. Sólo eráis tres chicos asustados a los que se les fue todo de las manos; el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio y el odio lleva al sufrimiento…

Brio la miró enarcando una ceja.

- ¿De dónde has sacado eso? 

- De una de mis sagas del cine favoritas, lo dice un personaje que es muy sabio – admitió ella –¿No te parece que tiene razón?

- Bah… el que lo dijo no tenía ni idea. 

- Uy, pues yo creo que sí. Mira ¿sabes con qué deberías haberte quedado? Sí, los otros chicos te odiaban pero era porque te tenían envidia. Tenías de las mejores notas de las clases, seguro que por mucho que estudiaran no llegaban ni de lejos a igualar tus marcas. Mira todo lo que has inventado ¿acaso ellos lo hubieran conseguido? ¿Acaso ellos son científicos de renombre mundial? A pesar de que sea de renombre malo…

El científico se quedó estático pensando en sus palabras y, por un momento, sintió una gran satisfacción interior.

- Hombre, visto así… pero ¿eso qué tiene que ver? – preguntó, arrugando la frente - Volviendo al tema del bar ¿qué me aporta a mí todo eso? Mírame, nadie me contrataría para trabajar en un bar… o para trabajar en cualquier sitio que no sea éste.

- Bueno, si ese es el problema, siempre puedes montarlo tú y ponerlo a tu gusto ¿no crees?

- Pues…

Brio pareció perderse en sus pensamientos. 

- Bueno – carraspeó al cabo de un rato, incómodo – será mejor que vuelva al trabajo. No querría enfadar al doctor…

- Brio…

- ¿Sí?

- Tú lo vales, recuérdalo  – le dijo Ana con una sonrisa amistosa y se puso a recoger los papeles de la mesa.

El científico la miró durante unos segundos pero luego se fue sin decir ni una palabra más.


Esto es lo que había pasado que Cortex desconocía y que había hecho que la opinión de Brio con respecto a la chica cambiara. Y es que, aunque nunca fue la intención real de Ana, pues sólo se dedicó a aconsejar a otra persona, desde ese momento algo dormido despertó en el interior de Nitrus Brio. Tardía mucho tiempo aún en tener consecuencias y, para ser justos, no sería lo único determinante en lo que sucedería mucho tiempo después. Pero eso es otra historia…


1 comentario:

  1. ¡Hola! Sí, es canon que sufrieron bullying escolar; ese dibujo en concreto lo hice basándome en lo que se ve en Twinsanity, que es el único juego donde Cortex sale de niño (salvo en el 3 que sale de bebé) pero hay material de los creadores donde se les ve a los tres de pequeños; en la versión final sólo sale Cortex.

    En cuanto a lo de Cortex como tal se supone que es canon, forma parte de su biografía: se cría en un circo donde sus padres son payasos y su familia no le quiere, éstos terminan muriendo en una misteriosa explosión donde qué casualidad sólo él se salva, sufre burlas desde el colegio e instituto hasta su adultez por parte del resto de la comunidad científica, nadie le toma en serio y creo que tiene un fracaso matrimonial también que ya se pone a montar todo este tinglado. Aquí hay de todo: parte es verdad y parte es inventada por mi (huecos que nunca se explican, por ejemplo, o doy más detalles de mi propia cosecha de algo pero basándome en una base real)

    A mi no es que me mole Cortex como tal, me cae simpático eso sí y cuando soñé toda esta historia era como que yo veía la película en la tele y me la pasaba genial, deseando que hubiera rollo y esas cosas. En fin, lo típico jaja Tiene ya unos pocos años, pero no tantos como creas (máximo 5-6 años)

    Un saludo

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