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[Crash Bandicoot] Universos entremezclados - Capítulo VII - La trayectoria de Neo


- Espero por tu bien que me traigas buenas noticias – dijo la profunda voz con tono amenazador.

El doctor Cortex estaba de rodillas y se manoseaba las manos enguantadas con nerviosismo intentando reprimir los temblores. Una vez a la semana, aproximadamente, tenía que rendir cuentas a su inmediato y único superior. Neo jamás hubiera imaginado verse en esa situación y, aunque deseaba encontrarse en cualquier sitio menos allí, no se atrevía a desobedecer, tenía demasiado miedo. Tampoco tenía otra opción; no iba a retroceder ante este temor después del duro camino que había tenido que seguir para llegar hasta allí. Él nunca había tenido las cosas fáciles: Empezando por su familia (bufones de circo que le despreciaban) y terminando por esta presencia superior tan imponente Neo se podía decir que su camino no había estado lleno nunca de rosas. 

Tras terminar sus estudios llenos de calvario y haber cumplido el servicio militar en la guerra de Vietnam, Cortex se encontró luchando para hacerse un hueco entre la comunidad científica, pero jamás consiguió ganarse el respeto de sus colegas. Frustrado por este motivo y sintiéndose atrapado en un trabajo que no le permitía llevar a cabo todos los experimentos que se le pasaban por la mente Neo decidió romper con ese estilo de vida. Localizó y retomó contacto con su antiguo compañero de la academia, Nitrus Brio, descubriendo que tampoco le iba muy bien trabajando como profesor adjunto de química en una universidad, y le propuso unirse a él en el plan que ya esbozaba en sus tiempos de estudiante. Con Brio de su lado intentó captar también a su otro compañero, NGin, quien trabajaba para el gobierno en la defensa armamentística del país. Pronto ambos se enteraron que su amigo estaba de baja tras haber sufrido un terrible accidente que por poco le cuesta la vida durante unas maniobras. NGin tuvo que vivir desde entonces con aquel misil acoplado a su cabeza y con una paupérrima pensión, algo que él consideraba una broma de mal gusto por parte de sus antiguos empleadores, responsables directos también del mismo accidente por los continuos recortes de presupuesto y de personal que sufría el proyecto que dirigía N.Gin. Por suerte su intelecto había quedado intacto y, aunque a veces tenía ciertos comportamientos un tanto erráticos, se ofreció a colaborar con Neo aunque de una manera un tanto independiente, pues estaba celoso de que éste hubiera elegido primero a Brio y no a él.

Abandonando unas vidas que hubieran sido harto ordinarias, se embarcaron en un proyecto bastante ambicioso: conquistar el mundo.


Así fue como el grupo se introdujo a participar en actividades que parecían desarrollarse al margen de la ley. Pronto estos científicos fueron bastante conocidos como criminales internacionales por los servicios de inteligencia de los gobiernos de los países más importantes del globo.

Precisamente esta estrecha vigilancia hizo que ellos se plantearan buscar un lugar lo suficientemente seguro para comenzar con su plan, pues conforme pasaban los años se sentían más y más presionados por sus perseguidores, por no hablar de las continuas luchas que tenían contra otros rivales malvados, algunos de ellos antiguos compañeros de estudios. Tuvo varios intentos fallidos para establecerse pero ni esto, ni las amenazas, ni los intentos de sus competidores por acabar con él hizo que Neo se amedrentara y atacó y contraatacó hasta liquidar a la competencia.  Gracias a estas y otros negocios de lo más turbios consiguió amasar grandes sumas de dinero a sus espaldas, sin sentir ningún ápice de arrepentimiento o lástima por las vidas que arruinó o que, directamente, arrebató para conseguir su éxito. Ahora sólo le faltaba un lugar definitivo para establecerse permanentemente, lejos y a salvo de las autoridades. Y tras mucho buscar encontró el lugar ideal.

Pagando una fuerte suma de dinero adquirió al gobierno australiano – que, aunque conociera de sobra su historial, miró para el otro lado mientras estiraba la mano aceptando el dinero, en parte por egoísmo y en parte ciertas extorsiones o sobornos – un grupo de islas situadas al sur-este del país, en su mayor partes deshabitadas salvo por alguna tribu aborigen. Es más, fue un buen trato para Neo puesto que aparte de que el territorio era suyo también su propiedad le otorgaba cierta inmunidad, por lo que mientras tanto él como Brio se mantuvieran en sus fronteras sus enemigos jamás podrían echarles el guante encima. NGin rechazó la oferta de vivir allí, pues él se las había apañado para trabajar de manera encubierta y tenía sus propios planes acorde a sus gustos armamentísticos, aunque mantuvieron el contacto.


Lo que Neo jamás planeó fue que, durante el comienzo de la construcción de sus instalaciones, se encontrara con unas antiguas ruinas. La isla que había elegido estaba completamente deshabitada – no deseaba perder el tiempo con ese incordio de gente, aunque llegados a cierto punto tuvo que imponerse mediante cierta demostración de fuerza- pero estaba claro que, al menos en el caso de la Isla Cortex, como fue rebautizada, hacía siglos no había sido así. Neo no estaba realmente interesado en las ruinas y, aunque al principio le molestó el hallazgo, pronto se internó a explorarlas por si encontraba algo de interés, pensando en piezas o reliquias que pudiera vender en el mercado negro por un buen precio. No sólo no encontró nada de esto si no que aprendió que el lugar que acababa de descubrir era realmente una prisión.

Una voz se elevó por primera vez, poderosa e implacable, y Neo no pudo resistirse a su influencia. Había encontrado a una entidad desconocida e increíblemente antigua con la que compartía el mismo odio hacia todo y a todos. No es de extrañar pues que se forjara una alianza pero, para su desgracia, no todo salió como él planeaba, puesto que aquel misterioso ente, que se presentaba así mismo como Uka-Uka, pronto tomó las riendas de la situación. Así Cortex, que siempre había sido el dominante se convirtió en subordinado; respetó las ruinas pues Uka-Uka le dijo que si lo derribaba él desaparecería para siempre y, aunque librarse de él pudiera ser algo positivo para el doctor, la máscara le había advertido que antes de "morir" tendría tiempo de llevarse toda la isla por delante, incluidos sus habitantes: de ahí que Neo no tuviera ganas de que se llegara a tal extremo. Aún así y como bien sabéis, esto era totalmente erróneo, porque aunque era cierto que el alma de Uka-Uka estaba encadenada a la misma piedra del templo por poderosos hechizos eso no significaba que, con la destrucción de su prisión él también pereciera, pero así se le hizo creer por parte de insinuaciones de sus carceleros, desaparecidos siglos atrás.


A Neo no le gustaba admitir que lo que le había hecho someterse a Uka-Uka era auténtico miedo. Miedo que, por cierto, no se había atenuado con los años.

- Poderoso Uka-Uka – dijo Neo con voz lastimera – No comprendo… todo marcha sobre ruedas. Conseguimos domar a aquella bestia que nos proporciona los cristales necesarios para manejar toda nuestra infraestructura a máxima potencia, por no hablar de lo bien que progresamos con el E-Volvo y…

- Sí, sí. Eso lo sé y estoy bastante complacido por estas noticias. Pero me pregunto por qué hay tanta lentitud en conseguir más criaturas como aquella.

Estaba claro que a Uka-Uka no se le escapaba nada. En su momento se había mostrado muy contento con la noticia pero eso conllevaba también que metiera más presión a Cortex para que siguiera con su plan.

- Reactivamos el Psicotrón gracias a la energía de los cristales pero, lamentablemente, toda la información que poseíamos antes de su sobrecarga se ha perdido.

- ¡No quiero excusas! Sabes que los cristales de poder son tremendamente escasos de conseguir. Si esa especie de dragón que mencionaste es capaz de producirlos por sí mismo necesitamos más como él para poder crear auténticas fábricas de trabajo en cadena. 

- Pero, gran Uka-Uka, suponiendo que trajéramos más como él… para montar semejante infraestructura necesitaríamos ingentes cantidades de dinero y tiem…

- El dinero no es importante, Cortex, sólo el fin que queramos conseguir. Eso no es asunto mío. Y no me hables del tiempo, pues tu vida es un suspiro en comparación con los eones que llevo encerrado. Tú proporcióname los medios que ya me encargaré yo de llevar a buen término esta empresa.

- Sí, señor.

- Deberes reparar el Psicotrón, debes recuperar esas coordenadas. Si lo haces en muy poco tiempo habremos conseguido nuestro propósito. Y, si fueras tan inútil que no pudieras conseguirlo, al menos exprime al máximo a la criatura.

- ¿Y cuándo seréis liberado?

- Aún tengo que meditar sobre este punto. No he encontrado ninguna solución, pero eso no me detendrá. Por cierto ¿has hecho algún avance sobre aquella tecnología de otra dimensión que comentaste?

- Apenas…

- ¿Y qué haces perdiendo el tiempo? ¿Acaso no has interrogado a aquella muchacha que la trajo? Su información puede sernos harto valiosa.

- Esa chica no es mal que una civil, no tiene ni idea de ingeniería.

- Si no es útil ¿te has desecho ya de ella? No quiero ningún estorbo. ¿O acaso hay algo que no me hayas contado?

Neo tragó saliva. ¿Y ese tono de sospecha en su voz? ¿Acaso él…?

- N-No, poderoso Uka-Uka – negó, intentando sonar firme - Como dije, posee conocimientos útiles de cara al mantenimiento de los Comandos. Si no me he desecho de ella es por ese motivo.

- Bien, bien, que así sea. Espero que para la próxima vez que nos veamos hayas hecho algún avance…

- Desde  luego, lo tengo todo controlado.

- Más te vale. Y ahora, fuera de mi vista.


Neo se sentía terriblemente cansado, como era habitual tras estas reuniones. Iba arrastrando los pies y con la cabeza baja, se le estaba poniendo dolor de cabeza. De esta guisa abandonó las entrañas del templo. Cuando llegó hasta la salida parpadeó pues sus ojos se habían acostumbrado a la semioscuridad del interior.

- Jefe – dijo una voz masculina con un fuerte acento de Brooklyn- ¿Cómo ha ido?

Neo se volvió hacia el lugar del que provenía la voz. Quien hablaba era Pinstripe Potoroo, uno de los aliados más leales y valiosos que poseía el doctor. Y uno de los más pintorescos. Se encontraba apoyado de espaldas a la pared, jugando con una moneda que lanzaba al aire (su moneda de la suerte) mientras apuraba un cigarrillo. Vestía un elegante traje teñido de rojo, camisa verde y corbata negra, dándole el aspecto de un hombre de negocios, lo cual técnicamente era. Llevaba su pelo negro bien peinado y engominado hacia atrás y sus ojos destellaron de inteligencia cuando miraron a su jefe. 

Su voz sonaba despreocupada, algo que contrastaba con el ánimo decaído que embargaba a Cortex en esos momentos. El hecho de si Pinstripe se percataba de este abatimiento era desconocido para Neo pero su compañero jamás insinuó nada ni el doctor lo preguntó.

Neo se enderezó e intentó sonar seguro, como de costumbre.

- Bien, bien. Todo va según lo planeado.

- Estupendo. ¿Va a necesitar mis servicios por más tiempo?

- Sí, quiero comentarte algunas cosas en mi despacho. Luego podrás volver a tu oficina y seguir con el trabajo.

- Muy bien, como quiera – dijo Pinstripe tirando el cigarrillo.

En su origen Pinstripe fue un potoroo de Gilbert que fue sometido, como el resto de mutantes, tanto al E-Volvo como al Vortex tras ser extraído de su hábitat natural. Los resultados con él fueron tan satisfactorios que Neo le designó inmediatamente como su guardaespaldas personal; siempre que abandonaba los terrenos del castillo Pinstripe le acompañaba y velaba por su seguridad. Metódico, discreto y diestro en el manejo de las armas de fuego no se andaba con chiquitas; cualquier cosa que le molestara recibía ipso-facto los disparos de su Thompson SMG, su arma favorita y que iba con él a todas partes.

Pero cuando sus servicios como protector no eran requeridos Pinstripe trabajaba como director ejecutivo de la planta de energía de Cortex, debido a su gran inteligencia. Debido a su versatilidad y lealtad Neo le tenía en alta estima. Le parecía de lo más ocurrente que, dado su carácter apasionado y algo impulsivo, precisamente le gustaran tanto las películas de gánsteres tanto que un día empezó a actuar y a vestir como ellos (tanto que prefería ser llamado Don Pinstripelli Potorotti, que sonaba más italiano). Lejos de ser un problema a Cortex le gustaba su estilo, era de esos que imponían y daban a entender que si no querías darte por muerto mejor cerraras el pico.


A su llegada Cortex tuvo una pequeña reunión con su director ejecutivo para tratar algunos asuntos relacionados con la gestión de la planta de energía que no tenían mucho que ver directamente con las advertencias de Uka-Uka. 

- Necesito que tengas la planta lista para recibir más cristales – le indicó – Debemos tener bien abastecido tanto de día como de noche el laboratorio para seguir adelante con la creación de más esbirros.

- Eso está hecho jefe.

- ¿Solucionaste aquellos problemas en las instalaciones?

- Desde luego, mis muchachos lo arreglaron todo. Está al cien por cien operativa para lo que necesite.

- Excelente. Bien, te enviaré una nueva tanda de cristales para que puedas cumplir con el cupo. No debemos descuidarnos, vamos bastante bien pero siempre podemos mejorar…

Súbitamente llamaron a la puerta. No esperaba a nadie pero aún permitió la entrada.

Se trataba de Ana. El malestar de Neo se le hizo más llevadero cuando la vio asomar tímidamente por la puerta.

- ¡Oh! Perdón por la interrupción, no sabía que estabas reunido – se disculpó la muchacha. Iba cargada con varios libros – Venía a devolverte los libros y a decirte que Brio te solicita en el laboratorio…

- ¡Ah, sí! Dile que ahora voy pero deja aquí todo eso. ¿Ya los has leído todos?

- Sí, claro… Hola Pinstripe.

- ¿Qué hay doctora? – saludó éste.

- ¿Ha mejorado tu tos?

- Un poco, pero a veces sigue dándome muy fuerte.

- Dejaría de hacerlo si dejaras ese vicio insano – le dijo ella con tono de reproche mientras depositaba los libros en el escritorio de Neo. Obviamente, por el vicio se refería al tabaco.

- No es nada fácil, pero lo intentaré.

- Eso espero. De todos modos si empeora, ven de nuevo a verme cuando quieras.

- Sí, sí, bueno – dijo Neo – Pinstripe, vuelve al trabajo, ya te llamaré luego para ultimar detalles. Y tú Ana, vuelve a tu consulta. ¡Venga, todos a trabajar!


De este modo Neo dio por finalizada una reunión más, se preparó un café en la máquina dispensadora y volvió a la rutina en su laboratorio hasta el anochecer. Y así pasó un día más en la Isla Cortex.



1 comentario:

  1. Lo que te comenté en otro comentario jeje Sí, algo investigué/repasé.

    Exacto, en el 3 parece estar acojonado con Uka-Uka, que se le pone de rodillas y tal... de ahí que aquí haga lo mismo porque esto sucede antes jeje

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