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[Crash Bandicoot] Universos entremezclados 2 -- Capítulo VI - Rescate sobre cuatro ruedas

 


Ana sufrió la familiar sensación de vértigo cuando puso un pie de nuevo en la dimensión Wumpa pero para su alivio no fue tan malo como recordaba. Apoyó las manos en las rodillas para soportar el mareo.

- Uff…

Neo y N.Gin, quienes habían empezado a caminar, se dieron la vuelta.

- ¿Qué te pasa?  - preguntó N.Gin.

Ella no contestó pero levantó una mano para indicar que necesitaba un momento. Neo se cruzó de brazos.

- A este ritmo…

Ana levantó la cabeza y le lanzó una mirada poco amistosa. Tomó aire y se incorporó, mirando a su alrededor algo desorientada al esperar encontrarse en el laboratorio de Neo. Sin embargo  estaban rodeados por un gran desierto rojo iluminado por el sol de la mañana.

- ¿Dónde…?

- En algún lugar de Australia, no puedo decirte exactamente dónde – le explicó Neo –  Debemos recoger a Nina y luego ya nos pondremos en marcha hasta el Laboratorio Iceberg. Así que vamos, que no tenemos todo el día.

- Déjela un momento, doctor, parece que el tránsito no le ha sentado demasiado bien – apuntó N.Gin.

Pero Ana era muy orgullosa y estaba enfadada por la actitud de Cortex, por lo que a pesar de seguir un poco mareada dio un paso adelante.

- Ya estoy lista.

Ana siguió a Neo y a Gin hasta una zona de densa vegetación. Ambos se pusieron a apartar algunas ramas y arbustos y dejaron a la vista una lona. Al apartarla ésta reveló un jeep todoterreno de color verde.

- Gin, tú ponte detrás – ordenó Neo abriendo la puerta del conductor.

- ¿De dónde lo has sacado?

- No pienses cosas raras, es mío – gruñó él, adivinando los pensamientos de la chica y arrancó el motor.

- ¿Y tu dirigible?

- Lo he dejado en el laboratorio, no quería arriesgarme a traerlo hasta aquí. La civilización está más cerca de lo que crees y llamaría demasiado la atención.

Tras avanzar unos minutos por un camino de tierra llegaron hasta una carretera asfaltada. Ana echó un vistazo a su alrededor y no vio ningún signo de ciudades o pueblos, lo único que vio fue un grupo de canguros que se alejaban dando saltos.

- ¿Está muy lejos donde tenemos que ir?

- Pues un poco.

Ella suspiró y, apoyando el codo en la ventanilla, se puso a mirar el paisaje australiano, totalmente opuesto al entorno de metal y cristal que ella veía a diario. Desde luego que a Ana le encantaba la naturaleza pero encontraba los colores rojizos y pardos del desierto realmente hostiles y prefería el frescor y verdor que encontraba en su hogar, aunque sabía que estaba siendo injusta con aquel país: si algo tenía Australia eran contrastes, dependiendo del lugar donde te encontraras podías tener desierto, manglares, bosques o grandes praderas. Intentó adivinar dónde podrían estar pero fue en vano; al menos sabía que tendrían que ir hacia el sur, a algún lugar cerca de Tasmania, que era donde más o menos sabía ella que estaban las islas Wumpa, aunque el Laboratorio Iceberg estaría incluso más al sur. Suspiró molesta, no le gustaba sentirse desorientada.

Neo le lanzó una mirada de soslayo pero no se atrevió a hacer ningún comentario por el momento. Por su parte N.Gin parecía dar cabezadas. ¿Cómo estaba tan tranquilo? Si los pillaban pisando suelo australiano se les podía caer el pelo a los dos porque, aunque el gobierno era tolerante con su presencia en las islas, podrían darles problemas aquí. Y a él no le apetecía contestar preguntas incómodas así que cuanto menos tiempo estuvieran en el maldito lugar mejor. Y además Nina estaba sola.

Pisó algo más el acelerador con impaciencia. Su gesto pareció atraer la atención de Ana por un segundo, pues creyó que la chica giraba ligeramente la cabeza, aunque rectificó y continuó mirando hacia el paisaje. 

Por alguna razón Neo sentía la necesidad de decir algo para romper el hielo. 

- Así que te gusta el rock – comentó mirándola de soslayo – La verdad, no tenía ni idea que frecuentaras sitios como ese… porque los frecuentas ¿no?

Ana guardó silencio y, cuando Neo ya pensaba que no iba a responder ella lo hizo, si bien algo distante:

- El bar es de mi hermano y en la época en que me conociste trabajaba allí a jornada parcial para pagarme los estudios universitarios. Y sí, siempre me ha gustado el rock.

- ¡Ah! Entiendo… Entonces te llevarías bien con Nina, no hay quien le saque del rock. Está todo el día con la música puesta a todo trapo y…

Neo se mordió la lengua cuando notó los ojos de Ana clavados en él.

- ¿Qué?

- ¿Qué pretendes con esta conversación?

- ¿Es que uno no puede charlar tranquilamente para matar la monotonía de la carretera? 

- Mira, estoy aquí porque no tengo más remedio. Podía estar ahora misma en mi cama bien calentita y dormida con Arthas a mi lado, pero no es así; si no que estoy aquí porque alguien quiere secuestrarme o matarme. 

- Esta vez la culpa no ha sido mía – dijo él, a la defensiva.

- ¡Claro que ha sido tuya! Si nunca me hubieras traído aquí la primera vez ese tío jamás hubiera sabido de mí y esto sería totalmente innecesario.

- No pienso discutir – advirtió él.

- Ni yo tampoco. Con su permiso, doctor, voy a echar una cabezada – gruñó ella y se recostó con la cabeza vuelta hacia la ventanilla y con los brazos cruzados.

- No sé por qué me molesto en hablar contigo si lo único que recibo son bofetadas por tu parte – gruñó Cortex entre dientes.

Ana sintió una punzada de lástima, pero como estaba enfadada con él se limitó a apretar más los brazos. Para ser justos había sido sincera puesto que se sentía muy cansada tras haber trabajado todo el día y haber trasnochado, por lo que tras cerrar los ojos apenas tardó un par de minutos en dormirse.


Por desgracia, tras lo que a ella le pareció un rato después (Ana ignoraba cuánto) un suave pitido la hizo despertar. Parpadeó confusa porque por un momento no sabía dónde estaba, pero cuando vio el paisaje lo recordó de inmediato. Soltó un gruñido y miró a Neo.

- ¿Y ahora qué es lo que pasa?

- Casi sin gasolina – protestó Neo que seguía al volante. Parecía malhumorado, más de lo que era normal, quiero decir.

- No se preocupe jefe – intervino N.Gin mirando el mapa. También se había despertado y consultaba un mapa de carretera – Hay una gasolinera a unos escasos treinta kilómetros en la dirección que tenemos que seguir. 

- No quiero demorarme más de lo necesario, cuanto antes nos reunamos con Nina mejor.

- Pero me temo que no hay suficiente en el depósito para eso.

Neo soltó un juramento.

- Lo sé, lo sé.

- ¿Cuánto rato he estado dormida? – preguntó Ana desperezándose. 

- Poco más de una hora – le contestó Neo con brusquedad mirando molesto al indicador de gasolina que había dejado de pitar pero que protestaba parpadeando en color rojo.

Aproximadamente un cuarto de hora después vieron la gasolinera que mencionaba N.Gin y Neo se desvió, aparcando el vehículo delante de un surtidor.

- Ana, tú llamas menos la atención. Llénalo – le espetó el doctor dándole las llaves y algo de dinero.

La chica no tuvo más remedio que apearse y hacer lo que le decían a pesar de su claro disgusto.

Mientras, Cortex tamborileaba con los dedos en el volante sin apartar la vista de una de las cabinas telefónicas; aún tardarían otra hora más en llegar hasta su búnker y eso pisándole con ganas al acelerador. No podía evitar estar realmente preocupado, quizá debería llamar a Nina para ver cómo estaba y decirle que ya iban de camino.

Contó las monedas que le quedaban y pensó que era una buena idea, además no había nadie más en la estación, sólo el empleado en el interior de la tienda con el que ni siquiera hacía falta cruzar palabra.

- Gin, voy a llamar a Nina para ver si está todo bien. Quédate a cargo del coche – comenzó a decir pero vio que su compañero se había quedado dormido de nuevo y roncaba ligeramente en el asiento de atrás.

Lanzando un suspiro Neo se apeó del vehículo y se encaminó hacia las cabinas en el momento en que Ana salía de la tienda y volvía al vehículo. La chica le siguió con la mirada preguntándose qué estaría haciendo pero ni le preguntó ni él le dio ninguna explicación. Mientras la gasolina se vertía en el depósito se preguntó cómo demonios había decidido meterse en todo este lío. El sol caía de lleno y, a pesar de las horas de la mañana, ya empezaba a notarse calor; Ana resopló enfurruñada consigo misma. ¿Por qué había venido? Es cierto que aquella cosa del callejón la había hecho temblar de pies a cabeza y el mero hecho de pensar en ese momento le provocaba escalofríos a pesar del calor. No había llegado a verle la cara pero se imaginaba todo tipo de rostros inhumanos desagradables debajo de aquel sombrero tan fuera de lugar. Sin embargo y a pesar de todo decía que aquél detalle era importante.

El sonido que provocó el surtidor al cerrarse para interrumpir el paso de la gasolina la sacó de su ensimismamiento; ya había terminado. Ana quitó el surtidor y cerró el compartimento del depósito. Luego montó en el jeep y se volvió a hacer la coleta pues se le había chafado con el sueñecito, esperando a Cortex con cara de pocos amigos: cuanto antes se marchasen antes acabaría todo y podría volver a su rutina.

Observó con el ceño fruncido a Neo en la cabina, con un brazo apoyado en la pared, inclinado como medio escondiéndose pues parecía forzar la postura para darles la espalda. Uno de sus pies golpeaba el suelo, signo de impaciencia. ¿Qué estaría tramando ahora?

Un zumbido continuo que iba en aumento la hizo mirar hacia la carretera.

Cortex se mantenía a la espera pero el teléfono seguía sonando sin que nadie respondiera. Empezó a preocuparse ¿qué estaba haciendo Nina para no contestar? ¿Por qué no cogía el teléfono? Por el otro oído llegó hasta él un sonido como de un motor que se acercaba, algún otro coche que iba por la carretera; no era una muy transitada, por eso la había elegido.

Entonces escuchó el inconfundible claxon de su vehículo. Se volvió y vio a Ana haciéndole señas señalando hacia la carretera, pero no oía lo que decía. Justo en ese momento pasaba una camioneta a toda pastilla en dirección contraria a la que ellos llevaban… y creyó ver a Nina en su interior, acompañada de… ¿Ripper Roo? ¿Y quién iba al volante? Sí, era Koala Kong, que iba ridículamente metido a presión porque apenas entraba, abarcando toda la parte delantera del vehículo.

Se quedó clavado en el sitio. ¿Acaso…?

- ¡Vamos Neo, mueve el trasero que se la llevan! – exclamó Ana pasándose al asiento del conductor.

Neo echó a correr hacia el jeep gritando que los siguieran y tuvo tiempo justo de arrojarse dentro, pues Ana arrancó el motor y empezó a dar marcha atrás. Acabó entrando de cabeza y quedó con las piernas en el aire. La chica colocó el vehículo en la dirección contraria a la que iban desde un principio y pisó al máximo el acelerador, levantando una polvareda.

- ¿Q-qué ha pasado? Abuela ¿ya está la comida? – preguntó Gin con la voz pastosa y acto seguido volvió a roncar.

- ¡Qué no escapen! – gritó Neo sentándose correctamente y abrochándose el cinturón, ignorando a su socio.

- No lo harán – aseguró Ana metiendo marcha.

Por su rápida reacción se mantenían cerca de la camioneta de los supuestos secuestradores. ¿Qué rayos estaba pasando? ¿Qué hacían esos dos aquí y por qué habían raptado a Nina? ¿Y por qué ésta no se defendía? Pasaban de la máxima velocidad permitida, lo cual podía meterles en un buen lío con la policía si había algún coche patrulla (y eso era lo que menos le apetecía a Neo) pero comenzaban a ganar terreno. Sin embargo los ocupantes parecieron darse cuenta pues hubo movimiento en el interior del vehículo. La inconfundible cara de Ripper Roo apareció por la ventanilla, con la lengua agitándose al aire. Soltó su famosa risa maníaca y lanzó algo hacia ellos.

- ¡Cuidado! – gritó Neo.

Se trataba de una caja de TNT y Ana tuvo que dar un brusco volantazo para esquivarla. Soltó una palabrota y redujo la velocidad porque habían tenido suerte por esta vez, pero eso no significaba que a la próxima no le diera tiempo de evadirla y les estallara en la cara. A pesar de haber fallado Ripper Roo soltó otra carcajada.

- ¿De dónde demonios saca esas cajas? – preguntó Ana en un chillido, dando un nuevo volantazo para esquivar otra y entonces se le ocurrió que el vehículo iría armado- ¿Disparo un misil? Porque este trasto tiene misiles ¿verdad?

- ¿Estás loca? Podrías volar el vehículo con Nina dentro, a saber cuántas cajas tiene ahí ese dichoso canguro loco. Debemos hacerles parar.

- ¡Pues estamos frescos! Ya me dirás cómo hacemos eso.

- Si fueras más rápido…

- ¿Y arriesgarnos a volar por los aires? ¡Menuda idea! Además continuamente me obstruyen la carretera y no me dejan adelantarles.

Neo se dio cuenta de que llevaba razón; ella mantenía velocidad pero cada vez que intentaba acercarse Ripper Roo echaba otra caja de explosivos. Se arriesgó con su pistola de plasma y, poniéndola en modo paralizante, disparó varias veces. Pero los objetivos no eran claros, sumado a los continuos movimientos de ambos vehículos hacían muy difícil que atinara. Iban en clara desventaja.

Neo soltó un juramento justo en el momento en que Ana tenía una revelación; gracias al terreno, tenía una amplia visión de la carretera. Vio que los otros se habían saltado un camino secundario de tierra donde abundaba fruta Wumpa. Tuvo una súbita intuición y, bruscamente, giró el volante para tomar el camino secundario.

- ¿Pero qué estás haciendo? – exclamó Neo, riñéndola - ¡Se han ido por allí!

- Lo sé, tengo una idea.

- ¿Cómo que tienes una idea? ¡Los vamos a perder del todo!

- Que no.

- ¡Que sí! ¡Y se llevan a mi sobrina! Esto no pasaría si yo tuviera el volante…

- Oye, como no te calles y me dejes conducir te arrojo fuera de una patada. 

Neo farfulló algo incomprensible y se puso a otear buscando frenéticamente el otro coche. El camino por el que se habían metido era poco más que una senda de tierra y la suspensión no era muy buena por lo que la conducción era un tanto difícil. Y entonces Cortex lo vio.

- ¡PRECIPICIOOO! 

Ana, que fruncía el ceño y tenía los ojos brillantes, pareció sorprendida por un momento pero entonces, en vez de frenar, pisó el acelerador llevando al todoterreno hasta su máxima velocidad.

- ¿Qué haces? ¡Nos vas a matar! – aulló Neo y se agarró a la tapicería como si no hubiera un mañana.

- ¡Confía en mí! – fue la respuesta de la chica, una que a él no le gustó nada.

Y entonces volaron. Neo seguía aferrado con toda su alma a la tapicería y había cerrado los ojos con fuerza mientras gritaba como una chica. Gin en el asiento trasero, profundamente dormido, seguía roncando como si nada. En cuanto a la conductora, lucía una amplia sonrisa. La estampa hubiera resultado cómica para alguien que no hubiera ido en el vehículo. 

El vehículo cayó pesadamente al otro lado con un fuerte crujido, levantando gruesas volutas de polvo y, dando tumbos, volvió a circular por el camino de tierra que continuaba serpenteando por el terreno árido.

Sin decir una palabra al respecto Ana estabilizó el vehículo girando el volante con su mano izquierda mientras que cambió las marchas con la derecha. Entonces estalló en carcajadas. 

- ¡YUHUU! – gritó - ¡Menudo subidón! ¿Eh?

Neo, quien hacía esfuerzos hercúleos por reprimir las náuseas le lanzó una mirada asesina sin pronunciar palabra. 

Avanzaron por una pendiente y vieron la carretera que buscaban justo debajo. Se estaba preguntando dónde demonios habría aprendido Ana a conducir así y estaba a punto de gritarle si estaba loca cuando tuvo que morderse la lengua al comprobar que ella había tenido razón y, para su alivio, vieron a su objetivo… estaban justo en paralelo pero si no frenaban se estamparían contra ellos.

Y Ana pisaba el acelerador. 

- ¿Pero qué haces ahora? – exclamó Neo, aún lívido.

- ¿Que qué hago? ¡Hacerles parar!

El todoterreno chocó lateralmente contra la camioneta, pues Koala no tuvo tiempo de reacción al no verles aparecer por su derecha hasta que los tenían encima. Neo apenas tuvo tiempo de ver las caras de sorpresa de los dos mutantes antes de que chocaran contra ellos; Ripper se reía sin control con su lengua afuera y Koala había adelantado su mandíbula inferior, en un claro gesto de concentración. ¿Qué le pasaba en los ojos? Cortex apenas pudo apreciar algo extraño en ellos cuando dieron un bandazo. Por desgracia el golpe no fue suficiente para sacarlos de la carretera, que era claramente el objetivo de Ana pero al menos consiguió que se metieran en el otro carril en un desenfrenado manejar de volante y palanca de mano. Manteniéndose cerca de ellos consiguió estabilizar el todoterreno pero ahora eran los mutantes quienes contraatacaban.

- ¡JAJAJAJAJA! ¡DALES KOALA! ¡DALES! ¡AJAJAJA! – bramaba Ripper dando saltitos en el asiento.

Recibieron el golpe y a esa velocidad corrían el mismo riesgo de salirse fuera pero Ana giró el volante en dirección a ellos y consiguió mantenerse dentro del asfalto. Apretando los dientes luchó por no disminuir la velocidad porque volverían a la misma situación del principio y se mantuvo a la misma altura del otro coche. Las carrocerías echaron chispas. Ripper se inclinó por la ventanilla casi cayéndose afuera en el proceso y le echó los dientes a la chica. 

- ¡Aayy! – gritó Ana cuando la agarró por la coleta, pero no soltó el volante. El canguro tiraba de ella para echarla fuera.

Neo, quien ya se había recuperado por completo y había sacado de nuevo su pistola, se dio cuenta del apuro y abrió fuego apuntándole. El disparo paralizante hizo su efecto y Ripper volcó dentro del vehículo, chocándose con Koala y provocando que a éste diera un nuevo bandazo. Ana, quien se había recuperado, aprovechó la situación y volvió a embestirlos por un lateral, sacándolos finalmente de la carretera. Acto seguido pisó con ambos pies el freno.

Vieron como el otro vehículo hacía zig-zag hasta que se estrelló en una zanja. Un par de cajas que quedaron de TNT saltaron por los aires y una estalló lejos del vehículo. Neo ya había salido escopetado del jeep con su pistola por delante. Koala se había golpeado la cabeza con el salpicadero y parecía inconsciente, sin embargo Ripper bajó del vehículo dando traspiés y se apresuró hasta la otra caja de TNT. Parecía un poco aturdido pues inclinó la cabeza a un lado pero Neo no sabía si le miraba fijamente puesto que sus ojos no paraban quietos en las órbitas, girando en un frenesí casi hipnótico. Le apuntó.

- ¡Ripper, chico malo! ¡Ni se te ocurra!

Por supuesto que a él se le ocurrió. Soltando sus características carcajadas de lunático dio un par de brincos sobre sí mismo, girando como una peonza y lanzó con su cola la caja hacia el científico. Sin embargo, éste estaba en guardia y había pensado en usar la caja contra el canguro, de modo que disparó haciendo que explotara no muy lejos del mutante. La detonación hizo que Ripper saliera volando hacia atrás y se golpeara de cabeza contra el lateral del vehículo, abollándolo. No volvió a levantarse. 

Lo habían conseguido, habían detenido el vehículo y rescatado a Nina.

Un sonoro bostezo proveniente del asiento de atrás rompió parte de la magia del momento.

- ¿Qué ha pasado? ¿Me he perdido algo? – preguntó N.Gin.




1 comentario:

  1. Lleva tiempo sin dormir y con el litro de cerveza que se ha metido todo rápido a pesar de haberse tomado la taza de café pues se ha quedado K.O. No sé quería poner una excusa para que él no hiciera nada, además que en los dibujos animados suele quedarse alguien dormido, pasa la de Cristo y ni se entera, despertándose justo cuando todo terminó y ya nadie le necesita. Pues eso mismo quise plasmar aquí.

    ¿Están en un videojuego? Pues no lo sé, pero como en este universo pasan cosas raras y muy de ese palo, podría ser. ¿Quién sabe?

    En cuanto a tu última línea: perspicaz.

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