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[Crash Bandicoot] Universos entremezclados 2 -- Capítulo XIII - Lucha en el Laboratorio Iceberg

 


- ¡ALERTA, ALERTA! – gritó la voz del sistema de seguridad - ¡AMENAZA DETECTADA! ¡Corran por sus vidas!

El pequeño Lumpa dio un respingo y saltó asustado desde los brazos de Ana sobre Crash de nuevo, agarrándose fuertemente a su cara. Tantos pitidos y luces parpadeantes comenzaban a pasarle factura a sus nervios y estaba muy susceptible. En vez de estarse quieto Crash se puso a deambular sin tino por la sala, derribando lo que se encontraba a su paso entre exclamaciones mientras tiraba del demonio de Tasmania para quitárselo de encima y poder ver.

- ¡Ya están aquí! – gritó Cortex- ¡Quieren destruir mi laboratorio!

Y el doctor estaba en lo cierto. Por las cámaras de seguridad vieron cómo varios portales se abrían de la nada y surgían los atacantes: hormigas de metal armadas con porras eléctricas. Apenas los atravesaron la emprendieron a golpes con todo lo que les rodeaba. Sin embargo, pronto quedó claro que tenían un objetivo en concreto.

- ¡Se dirigen al Psicotrón! – exclamó Gin examinando una por una las cámaras de seguridad - ¡Y a por el generador! ¡Hormigas malas!

- Sin duda con la idea de robar los cristales de poder – exclamó Neo tirándose del pelo por la desesperación.

- ¡Démosles una paliza! ¿A qué esperamos? – dijo Nina, en tono impaciente.

- ¿No son aquellas mismas hormigas que vimos hace unos años, cuando el asunto de los Gemelos Malvados? – preguntó Aku-Aku, quien flotaba a su lado y miraba con ojos entrecerrados las pantallas.

- ¿No querrás decir…? – Neo fue interrumpido por un gran estrépito.

Al fondo de la sala Crash yacía en el suelo con Lumpa aún aferrado insistentemente a su cara; había chocado contra un armario lleno de instrumental de laboratorio, que ahora yacía tirado por todo el suelo, y de ahí el jaleo.  Ana consiguió llegar hasta él y tiró de Lumpa ordenándole que se soltara, algo que el pequeño obedeció enseguida. Crash la miró agradecido, rascándose la cabeza.

- ¡No tenemos tiempo que perder! – dijo Neo poniendo su arma en modo Desintegración - ¡Si no actuamos pronto los daños serán irreparables!

- ¡Ooh sí! – dijo Nina con una sonrisa malévola, lista para el ataque. 

Detrás de ella Brio se hacía con su pistola sacándola del cajón para luego encaminarse hasta una taquilla y sacar un nuevo frasco de poción verde y otro de color violeta. Asintió con expresión decidida.

- ¡Nina, conmigo! ¡Y tú también Crash! ¡Al Psicotrón! – gritó Neo - ¡Koala! ¡Irás con Brio al generador! – luego se volvió a Gin mientras los otros se adelantaban, alargándole un comunicador – Comprueba cómo avanzan nuestros asistentes con el Mecha-Rocket… sólo por si acaso. Mientras serás nuestros ojos y defenderás el perímetro externo. ¿Queda claro?

- ¡Sí doctor Cortex! – exclamó Gin haciendo un saludo militar.

- Y tú Ripper – hizo una pausa viendo el estado lamentable del canguro. Aún así completó su frase - Tú protege a Ana. ¿Quieres?

- ¡No hace falta que lo diga! – prometió él.

- Oye, no soy una mujer patéticamente indefensa – protestó Ana si bien se sorprendió ante la petición del científico– Quiero ayudar.

- Ayudarás a Gin. Ten esto – le alargó un comunicador - Si las cosas se ponen feas, avísame y vendré corriendo con Crash ¿de acuerdo? - Luego se tapó con una mano para que Gin no le oyera y susurró – Vigila a Gin, últimamente tiene ciertos episodios de demencia, le cuesta concentrarse y olvida las cosas.

Ana asintió con cierta aprensión, pero aún más abrumada ante la preocupación que Neo mostraba hacia ella, puesto que parecía sincera y espontánea.

Dany, a pesar de que no le habían mencionado estaba preparándose para entrar en acción haciendo una serie de estiramientos. Ella no iba a obedecer órdenes de nadie, pero echaría una mano por Ana, eso por descontado. Sin embargo, justo cuando iba a marcharse miró por los ventanales.

- ¡Eh doc! ¿Qué es eso? – preguntó ladeando la cabeza.

Neo se asomó y vio una nave que se dirigía hacia la guarida a toda velocidad. 

- Lo que faltaba – se acercó a la consola, toqueteó unos botones que enseguida mostraron un diagrama de la nave, resaltando sus armas. Soltó un juramento - Por si las cosas no eran complicadas de por sí – masculló.

- Si alguien no hubiera destrozado el Mecha-Rocket eso sería pan comido – protestó Gin mirando a Dany, dolido.

- ¡Y dale con el tema!  – exclamó ésta – ¡Empezasteis vosotros!

- ¡Ahora no! –exigió Neo, alejándose de la consola - Despliega las torretas Gin, espero que sea suficiente. No estaría mal que salieras ahí fuera a echar una mano, lagarta de tres al cuarto.

- Me has leído el pensamiento… gnomito de jardín – dijo Dany sarcásticamente saliendo rápidamente del lugar.

Cortex se dispuso a seguirla.

- ¡Neo espera!  - pidió Ana y él se volvió. La chica dudó unos instantes, pero entonces agregó – Ten cuidado ¿vale?

Por un par de segundos él la miró y luego asintió.

- Todo irá bien, tú quédate aquí y estarás a salvo – dijo y salió rápidamente cerrando la puerta para alcanzar a Brio y a Nina.


La nave no era muy grande, pero iba bien armada: contaba con un sistema de misiles, minas de impacto y dos ametralladoras que se desplegaron con un chirrido apuntando al objetivo que estaba cada vez más próximo. Debajo de la cabina, que era la parte que sobresalía de la estructura, tenían una bodega de carga. 

Había dos personajes a los mandos, ambos con ojos totalmente de color blanco-azulado, prueba de que no eran dueños de sus acciones: uno era un potoroo mutante que vestía un traje a dos piezas de color burdeos, camisa verde y corbata negra. Llevaba el brillante pelo negro peinado hacia atrás con un gracioso tupé y una cola de caballo. Su aspecto en general era impecable y su cara, la de alguien que tenía malas pulgas. Controlaba las armas.

Del pilotaje de la nave se encargaba una mujer humana; también vestía un traje a dos piezas pero de color gris azulado y camisa blanca con gorgueras. Completaba su atuendo con unos zapatos de tacón azul eléctrico y sus largas uñas pintadas de rojo daban un toque de color a juego con su cabello, pelirrojo oscuro, cortado al estilo bob con flequillo sobre la frente.

En una de las pantallas aparecieron dos loros vestidos con trajes muy similares a los de un astronauta, salvo por la capa.

- ¿Habéis entendido el plan? – preguntó severamente Víctor.

- Atrapar vivos a Nina Cortex, a Ana Parker y a Crash Bandicoot aprovechando el caos generado por las hormigas – recitó Pinstripe con voz monocorde– Neutralizar o exterminar al resto, excepto al doctor Cortex, a quien hay que dejar vivo por el momento.

- ¿En cuanto al laboratorio?

- Asegurar los cristales de energía y destruir las instalaciones. 

- Perfecto – asintió Víctor satisfecho – Comunicad cuando hayáis terminado.

- Recibido, corto y cierro.

- ¡Bye bye, Alelados! - se despidió Maurice bajo la mirada de enojo de su hermano mayor, que le sacudió una colleja justo cuando se cortaba la comunicación.

Crash fue el primero en entrar a la sala del Psicotrón seguido de cerca por Aku-Aku, apartando a algunas hormigas que deambulaban por el pasillo con su ataque giratorio, seguido de cerca por Aku-Aku y Nina, quien no tenía muchas ganas de aliarse con el marsupial. Sin embargo, le proporcionó apoyo y cobertura durante su avance pues le seguía bien el ritmo. 

- ¡Chúpate esa! – exclamó con una gran sonrisa cuando destrozó a una hormiga de un puñetazo.

La chica dio un salto hacia atrás cuando otra intentó golpearle con la porra, esquivándola sin ningún problema. Había mejorado mucho en la lucha cuerpo a cuerpo y por fin encontraba una excusa para poner en práctica todo lo aprendido. ¡Era una pelea sucia y eso molaba!  Más hormigas se le acercaban desde varios ángulos, rodeándola, pero Nina estaba preparada. Extendió sus dos brazos en cruz y giró sobre sí misma de una manera muy similar a como lo haría Crash si bien con algo más de elegancia y golpeó a todas las hormigas a la vez. Al quinto giro se detuvo en su danza y lanzó su puño telescópico contra la única que quedó en pie, mandándola lejos y cortocircuitara. Crash se encargó de otro grupito; utilizó sus puños y sus pies, girando sobre sí mismo. Las hormigas nada tenían que hacer contra él puesto que a pesar de las apariencias el mutante era muy fuerte. 

Cuando eliminaron a la pequeña resistencia siguieron corriendo e irrumpieron en el Psicotrón. Allí encontraron a varias hormigas destruyéndolo todo. Nina dio un salto pasando por delante de Crash y extendió sus puños de metal para golpearlas. Se dio cuenta entonces que un par de ellas habían agarrado uno de los cristales de poder que proporcionaba energía al aparato, pero cuando se dispuso a atacarlas más se cruzaron en su camino, impidiéndole el paso.

Por suerte Crash estaba atento; las despachó con un ataque con deslizamiento mientras Aku-Aku le protegía con un escudo mágico cuando otra hormiga le atacó desde atrás.

- ¡Ten cuidado Crash! – le previno la máscara y él asintió.

El cristal cayó al suelo emitiendo un leve tintineo, pero el bandicoot no tuvo tiempo de fijarse en él porque justo se abrieron dos portales más que vomitaron más hormigas. Al otro lado de la sala Nina mantenía el tipo. Sin embargo, eran demasiadas y una de ellas consiguió golpearla con su porra.

La niña dio un grito de dolor y retrocedió contra una pared si bien se encargó con una patada de la hormiga que le había dado. Entonces se oyeron unos disparos rápidos y las hormigas que estaban a su alrededor se vaporizaron al momento. Nina se volvió hacia la entrada y vio a su tío en el umbral con la pistola de plasma apuntando en su dirección.

- ¿Estás bien Nina? – le preguntó acercándose sin resuello con el arma en ristre. 

Ella asintió, no quería dar muestras de debilidad nunca. Neo fue a hacerle otra pregunta, pero entonces se fijó en el cristal que resplandecía en el suelo. Justo cuando lo tomaba en sus manos un portal se abrió delante de sus narices.

Neo ahogó un grito y saltó torpemente hacia atrás, dando con sus posaderas en el suelo. Del portal salieron tres hormigas, más grandes y amenazadoras que las otras. Éstas tenían coraza roja y tres tubos de metal partían de sus cabezas hasta una especie de mochila en su espalda, que realmente se trataba de un depósito de combustible. El trío miró a Cortex con sus ojos amarillos y abrieron la boca, las llamas brotaron.

- ¡No! – gritó Nina pero no podía hacer nada desde su posición.

Cortex había cerrado los ojos y se había cubierto con sus brazos, un gesto inútil, y sin embargo seguía entero y de una pieza. Unos tambores sonaban cerca de él. Levantó la vista y se topó con la espalda peluda y naranja de Crash, quien se había interpuesto entre él y las hormigas de fuego con Aku-Aku sobre su rostro.

- ¡Muévase Cortex! – le urgió la máscara y Neo no tardó en obedecer – ¡A por ellas Crash! Yo te protegeré – añadió dirigiéndose al marsupial.

Aku-Crash dio un paso adelante ante las sorprendidas hormigas y realizó su famoso torbellino de la muerte y barrió a las tres hormigas de fuego en apenas un par de segundos. Crash era ahora mucho más fuerte gracias a la influencia de la magia blanca de Aku-Aku. Sin embargo, mantenerla era costoso para la máscara tiki y por eso no podía usarse durante mucho tiempo. Aku-Aku se apartó de Crash pero los tres adversarios estaban destrozados. Sus cuerpos soltaban chispas y ya no quemarían a nada ni nadie más.

- ¡Bien hecho, hijo mío! – felicitó y Crash le sonrió encantado.

Sin embargo, la alegría les duró poco cuando escucharon los disparos de la pistola de Neo, que abría fuego contra nuevas hormigas.

- ¡Menos cháchara y más pelea! – les regañó, injustamente.

Crash frunció el ceño, acercándose al científico y miró el cristal que mantenía con una de sus manos, bien aferrado. Cortex le miró de soslayo.

- ¡Ah, no!  ¡Otra vez no! Ni se te ocurra – le advirtió, pero no podía dejar de disparar ya que en esos momentos era el único que mantenía a duras penas a raya a las hormigas, pues Nina estaba recuperando el aliento.

Por supuesto Crash no le hizo caso y agarró el cristal, pues en el fondo estaba algo molesto con el científico. ¡Acababa de liquidar con Aku-Aku a tres hormigas bien grandes y le había salvado! ¿Por qué les reñía? El marsupial hizo su giro del torbellino con Cortex aún agarrado y golpeó con el cuerpo del científico a las hormigas, que salieron volando por los aires. Tres de ellas sin embargo no se destruyeron por los impactos y dieron contra la plataforma del Psicotrón. No perdieron tiempo y empezaron a golpear automáticamente con sus porras, haciendo saltar chispas de las computadoras.

- ¡Marsupial estúpido! ¡Lo están rompiendo todo por tu culpa! – le regañó de nuevo Neo.

Crash se volvió para ver el estropicio que empezaban a causar y sin pensárselo dos veces arrojó al científico contra las hormigas, que cayó dando un alarido a su lado. Sin embargo, enseguida se repuso y las abatió a las tres con su pistola de plasma.

- Eso ha estado muy bien Crash – felicitó Aku-Aku divertido por ver al científico un poco maltratado.

- ¡Cuidado! – gritó Nina y cuando ambos se volvieron vieron a las dos últimas hormigas caer a sus pies en un amasijo de metal. Las manos biónicas de Nina se habían encargado de ellas. La chica los miró malhumorada – De nada ¿eh?

- Cierto, gracias jovencita – dijo Aku-Aku y Crash asintió con una sonrisa. 

Se mantuvieron todos en guardia esperando más oleadas, pero no volvió a abrirse ningún portal. Nina se enderezó soltando un suspiro.

- ¿Significa esto que hemos ganado? – preguntó sin estar muy convencida.

- No del todo Nina – dijo Neo señalando unos huecos en los generadores – Han robado tres de los cuatro cristales por no hablar de los daños que han ocasionado… ¡maldita sea!

A pesar de eso Crash empezó a bailar para celebrar ese triunfo, aunque fuera pequeño, puesto que estaba seguro que los terminarían recuperando. Sin embargo, fue interrumpido cuando el comunicador de Neo se puso a pitar. 

- Cortex al habla – respondió.

- ¡Neo! – se trataba de Ana - ¿Me oyes? Las defensas han caído, repito, las defensas han caído. La nave... ¡oh mierda!

- ¿Qué? ¿Ana? – preguntó Neo pero no pudo decir nada más cuando fueron sacudidos por un súbito temblor.


¿Qué es lo que pasaba? Si os lo preguntáis hay que remontarse momentos antes de esa sacudida. Mientras sus amigos luchaban en lo más profundo del Laboratorio Iceberg Ana permanecía al lado de Gin mirando sorprendida por el monitor mientras Lumpa y Ripper hacían guardia en la puerta.

- ¿Puedes controlarlas manualmente? – preguntó mirando la acción de las torretas.

Gin no las había activado hasta que la nave intrusa estaba dentro del radio; por la reacción de los pilotos no parecían esperarse semejante bienvenida.

- ¡Oh sí! Tienen auto apuntado, pero a veces el ojo humano es más preciso. Además, me aburriría mucho si sólo mirara ¿sabes?

Sin embargo, su entusiasmo duró poco porque la nave respondió con varios disparos; dos ametralladoras fueron destruidas. Gin se revolvió en su asiento. Y luego gritó de rabia cuando volaron otras dos.

- ¡Ah, maldita, maldita sea! – exclamó aporreando los mandos - ¿Dónde está ese dichoso reptil cuando se le necesita?

Justo en ese momento vieron a Dany pasando cerca de la nave, que viró a un lado para esquivarla. La dragoncita la rodeó y lanzó su aliento de fuego, si bien no consiguió provocar ningún daño aparente. Ana se mordió los labios, muy preocupada, cuando la nave abrió fuego con cohetes contra su amiga, pero ésta se las apañó para quitarse de en medio con una ágil pirueta aérea.

Gin aprovechó la distracción y volvió a disparar contra la nave intrusa. Dio un grito de triunfo cuando consiguió dañar una de sus armas con las dos torretas que le quedaban. Cuando la nave volvió su atención a ellas la dragona reapareció y volvió a pasar delante de la cabina, les guiñó un ojo para indicarles que todo iba bien y siguió echando fuego de nuevo, obligando a la nave a que la apuntaran a ella y no a las defensas del laboratorio. 

- ¡La dragona es lista! –admitió Gin quien había comprendido lo que ella se proponía.

- Claro que sí – asintió Ana, pero seguía angustiada. Dany era temeraria y tendía a exponerse demasiado. ¿Y si la hacían daño o, peor aún, la mataban?

En apariencia parecía que Dany tenía claro que el piloto o pilotos tenían como objetivo la sala de control por lo que insistió en molestar todo lo posible para distraerles y que Gin tuviera tiempo de derribarles. Y todo parecía funcionar cuando el ingeniero voló por los aires otra de las armas de la nave.


- ¡Nuestras ametralladoras han caído! – gritó Pinstripe dando un puñetazo a la consola - ¡Maldito dragón!

- ¡Cierra el hocico y usa la red de una vez! – exclamó la mujer pelirroja mientras manipulaba los controles.

- ¡Lo que tenemos que hacer es llegar a esa sala de control! ¿Es que no te das cuenta?

- Claro que sí, rata estúpida – gruñó ella.

Pinstripe se volvió hacia su compañera y la fulminó con la mirada.

- Oye señora, no me faltes al respeto – le advirtió apuntándola con un dedo – Si me vuelves a llamar así te contestaré con los puños. ¿Entendiste?

- Cuando quieras ajustamos cuentas, tú y yo, cariño. Pero eso no cambiará lo que eres – le contestó con voz dura. Luego agitó la cabeza – Entraremos. Pero primero debemos quitarnos de en medio a ese incordio de lagarto volador. Ahora ¿vas a dejar de lloriquear como un mocoso y usarás la maldita red?

Pinstripe le dedicó una mueca de desprecio a su compañera, pero se dispuso a hacer lo que le decía porque tenía razón, y eso era lo que le fastidiaba realmente. No les había sorprendido del todo la dragona, les habían hablado de ella, aunque nadie la había esperado. Sin embargo, no era un objetivo así que no hacía falta ir con cuidado con ella a la hora de neutralizarla; sabían que, aunque era pequeña al ser un ejemplar joven no debían subestimarla. De modo que armó la red, apuntó y disparó en el momento en que el reptil les encaraba. 

El propio jefazo, como les había indicado en un tono orgulloso, la había diseñado especialmente para la dragona. La red estaba tejida con una aleación metal de su propia invención, a prueba de la acción del fuego y de la corrosión del ácido, y contaba con unas bolas de metal bastante pesadas que impediría que el animal pudiera alzar el vuelo o liberarse una vez la red se cerrara en torno suyo.

Así que Pinstripe soltó una risotada cuando la red alcanzó a la dragoncita. Ésta soltó un rugido de frustración cuando cayó a tierra, totalmente incapaz de liberarse de su prisión.

- ¡A nadar con los peces, lagartija! – gritó Pinstripe pasándose una mano por el pelo engominado.

En ese mismo instante la mujer maniobraba y pudieron eliminar las dos últimas torretas con los misiles; el laboratorio estaba indefenso. Sin embargo, se escuchó un pitido y la señal “Ammo” tachada parpadeó en la pantalla. Pinstripe volvió a golpear la pantalla de un puñetazo y soltó un juramento.

- ¡Nos hemos quedado sin munición! ¿Cómo demonios se supone que vamos a entrar? – 

- Para ser un gánster te ahogas en un vaso de agua – murmuró la mujer abrochándose el cinturón de seguridad.

Pinstripe la miró por un momento sin comprender, pero cuando vio que aumentaba la velocidad enfilando hacia la sala de control lo vio todo bien claro.

- ¿Pero ¿qué haces, señora? ¿Acaso te has vuelto loca? – gritó poniéndose a toda prisa su propio cinto.

Ella soltó una carcajada.

- ¡Te enseñaré cómo irrumpimos en mi país en las fiestas a las que no hemos sido invitados!

Pinstripe Potoroo se aferró a los mandos con tanta fuerza que se dejó las uñas en los paneles mientras se puso a rezar las pocas oraciones que sabía.

Ana se había abalanzado hacia la ventana cuando vio caer a Dany. Luego intentó salir en dirección a la playa en su auxilio, pero tanto Gin como Roo se lo impidieron alegando que no era buena idea salir. Apenas empezaron a discutir cuando las dos últimas torretas de defensa volaron por los aires. El ingeniero estaba fuera de sí.

- ¡Mira lo que has conseguido distrayéndome, no he podido disparar! – gritó culpando a la chica - ¡El doctor Cortex se enfadará mucho conmigo! ¡Ahh, me las pagarán! ¿Dónde? ¿Dónde está la megafonía? Les voy a decir cuatro cosas que…

- ¡Basta N.Gin, eso no servirá de nada! – intentó calmarle Ana - ¡Céntrate! ¿No hay más defensas?

- ¡No gracias a tu amiguita y Crash, puesto que destruyeron las sondas defensivas!

Ana maldijo y activó el comunicador.

- ¿Neo? ¡Neo! ¿Me oyes? Las defensas han caído, repito, las defensas han caído. La nave sigue... - Sus palabras murieron en su boca cuando vio que la nave se acercaba a ellos a gran velocidad - ¡Oh, mierda!



1 comentario:

  1. Siempre han sido importantes, porque tras recogerlos te permitían pasar a la siguiente fase aunque en el 3 no había explicación más allá de que necesitarías la energía para acceder a las siguientes cámaras.

    Me alegro haber conseguido exactamente lo que me proponía, espero que sea igual para cualquiera que lea esto que para ti, la sensación que cause.

    Me has dejado intrigada con los dragones en el universo de Crash. ¿Dónde han salido o cuándo? Porque ahora mismo, así, de bote a pronto, no recuerdo.

    Sí, tranquilo, ya tendrás Gemelos Malvados más adelante jeje

    Un saludo!

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