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[Crash Bandicoot] Universos entremezclados 2 -- Capítulo XIV - Ecos del pasado

 


Neo tuvo que agarrarse a lo primero que pilló para no perder el equilibro cuando toda la estructura del laboratorio tembló. Fue una sacudida breve, pero nada alentadora. De hecho, las alarmas volvieron a saltar.

- ¡ALERTA! ¡Brecha de la seguridad! ¡Intrusos! ¡Instalaciones dañadas en un 25%!

- ¡Ana! ¿Ana? ¿Me recibes? – dijo Cortex en cuanto se recuperó, pero no recibió ninguna respuesta.

- ¿Qué ha sido eso tío? – preguntó Nina al otro lado del Psicotrón mientras Crash se incorporaba ya que se había caído al suelo de morros con la sacudida.

- Nada bueno me temo – dijo y volvió a probar suerte - ¡Gin! ¿Qué ha ocurrido? ¡Cambio! – y tampoco se escuchó nada.

- ¡Doctor Cortex! – era Brio a través del comunicador - ¿Ha sentido eso?

- ¡Claro que sí! Creo que ha sido en la sala de control porque ni Gin ni Parker responden. Aguarda un segundo…

Volvió a intentarlo una vez más por otra frecuencia, pero estaba claro que algo había sucedido allí. ¿Qué había dicho Ana de la nave? 

Entonces Neo ató todos los cabos y abrió mucho los ojos. Berreando órdenes a Brio, quien también había intentado contactar con control sin éxito y aseguraba en su lado estaba todo solucionado, echó a correr con el cristal en una mano y el arma en la otra seguido de cerca por Crash, Aku-Aku y Nina, que intercambiaron una mirada interrogadora.


A Ana le pitaban los oídos. Parpadeó confusa, con la cabeza dándole vueltas. Todo estaba lleno de polvo y veía chispas saltando cerca de ella. Había un gran boquete y parte de la nave estrellada estaba en el interior de la sala. Los cristales habían saltado por los aires cuando impactó, pero por suerte Roo había empujado a Ana y al menos no se le había clavado ningún fragmento. Aun así, tenía manchas de polvo y un poco de sangre en la sien. Se tocó con cuidado y comprobó que por suerte no era profunda y no necesitaría puntos.

¡Oh Dios! La joven intentó despabilarse, pero aun así no lo conseguía. A su lado Roo le hablaba, pero no escuchaba lo que le decía. A Lumpa no se le veía por ningún sitio, de seguro se habría escondido… eso esperaba con todas sus ganas.

Miró por detrás del canguro y vio a N.Gin que se sentaba  trabajosamente un poco más allá. Parecía no haber tenido tanta suerte y se estaba quitando, entre grititos, algunas esquirlas de cristal que se le había incrustado en un brazo.

- Ana – dijo Roo. Por fin pudo entenderle – Debes esconderte.

- ¿Qué? Pero…

- Te buscaban ¿lo recuerdas? – el canguro miró un segundo por encima del hombro, preocupado – Hazme caso y escóndete entre los escombros. Yo los distraeré.

Ana quiso protestar, pero estaba muy asustada y aturdida, así que obedeció sin rechistar.


Justo en el momento en que se perdía de vista la puerta de la nave se abrió y bajaron dos figuras armadas. Ana los veía de lado, pero pudo reconocer a Pinstripe Potoroo, enfundado en uno de sus habituales trajes, pero no a la mujer humana que iba con él y que se dirigió derecha hacia el ingeniero que seguía sentado en el suelo.

- Hola Nicholas. Ha pasado mucho tiempo – saludó.

Él la miró boquiabierto con un trocito de cristal manchado de sangre aún en su mano enguantada.

- ¿McMurray? – balbució, sorprendido, pero no tanto como Ana. ¿Se conocían?

Ella le contestó con una amplia sonrisa y le propinó a continuación una patada en el estómago, haciendo que él soltara un gemido ahogado y que Ana ahogara un grito, tapándose la boca con las manos.

- La misma – contestó ella serenamente y se volvió a Pinstripe – Yo me ocupo de Gin. Tú encárgate del traidor – agregó, señalando a Roo con un pulgar.

- Aquí no hay nada de eso, señora – le contestó Roo, sosegadamente a pesar de su expresión decidida, mirándolos con determinación a pesar de su aspecto lamentable – No era yo mismo y estoy seguro que vosotros tampoco, no me hace falta ver vuestros ojos para saberlo. Bajad las armas, no tenéis por qué hacer todo esto. El único enemigo aquí es el Triunvirato por robarnos nuestro libre albedrío.

Pinstripe se encogió de hombros.

- ¿Y qué más da todo eso? Me estoy divirtiendo mucho, hacía tiempo que no me sentía tan vivo y eso se lo debo – Luego sonrió agachando ligeramente la cabeza y se pasó una mano por el tupé – Tú me dabas la razón no hace mucho ¿o ya no te acuerdas?

- Eso no es cierto Pinstripe. No era YO.

- Cierto, tu amigo Ripper. Si te soy sincero, él me cae mucho mejor que tú. Está loco y tal, pero es un buen tipo. Tú en cambio eres un pedante que…

El doctor Roo no le dejó terminar la frase puesto que, apoyándose en su cola, elevó sus patas para propinarle una fuerte patada doble a Pinstripe que le lanzó de espaldas contra la nave, su arma cayó a los pies del canguro que la mandó lejos con su cola. Sin embargo, el potoroo no se dio por vencido y se incorporó pasándose la mano por la boca, de cuya comisura salió una gotita de sangre.

- ¡Está bien! – masculló – ¿Quieres pelea, cangurito azul? A fin de cuentas, siempre te tuve unas ganas tremendas – y dicho esto se abalanzó sobre Roo.

A Ana se le encogió el corazón, preocupada por lo que estaba sucediendo, pero estaba tan asustada que no se atrevía a salir. A diferencia de ella la mujer observó con total indiferencia la pelea durante unos segundos y luego se volvió hacia Gin, quien había retrocedido contra la pared, temblando como una hoja. Ella se acuclilló a su lado con una sonrisa torcida. Ana sólo podía ver un poco de su espalda.

- Bueno, dejemos a esos dos con sus cosas ¿te parece? – hizo una pausa y se crujió los nudillos - Verás Nicholas… o N.Gin, que sé que lo prefieres: a mis jefes no les interesas en absoluto y no les importa que te matemos. Pero antes necesito que me des una información para ahorrarme trabajo y en agradecimiento prometo que seré rápida, por los viejos tiempos. Buscamos a Nina, a Ana Parker y al bandicoot. ¿Dónde están?

Ana tembló ligeramente y pensó que Gin le delataría, pero éste negó con la cabeza.

- No tengo ni idea de qué me hablas Tracey… El doctor Cortex se marchó con ellos, nos dejó aquí atrás y…

Ella negó con la cabeza y se incorporó.

- Te tenía por alguien inteligente, viejo amigo – masculló, levantando un poco la pierna derecha para bajarla.

Clavó su tacón en la mano de Gin y éste gritó de dolor haciendo que Ana diera un respingo. 

- ¡Oh Dios! ¿Le está torturando de verdad? – pensó, alterada.

Por fin los gritos cesaron cuando la mujer apartó su pie. Entonces volvió a hablar mientras Gin lloriqueaba:

- Puede ser que no sacara tan buenas notas como vosotros, pero ambos sabemos que no soy ninguna estúpida Gin. ¿Me vas a decir la verdad o te la tendré que sacar a la fuerza? Sabes que puedo llegar a ser muy persuasiva. Ahora dime ¿dónde están?

- ¡No lo sé! – balbució él entre resuellos.

Ana había pensado que la voluntad de Gin se rompería enseguida con la tortura, pero parecía ser realmente fiel a Neo. Aunque, para su desgracia, no era la respuesta que aquella mujer quería. Esta vez ella tomó algo del suelo, un cristal o algo así, y ella pasó lentamente sus uñas largas sobre él.

El chirrido se clavaba en los oídos como alfileres y Ana tuvo que taparse los oídos. Estaba ligeramente sorprendida porque la mujer no hubiera decidido ponerle de nuevo las manos encima a N.Gin pero esto era igual de malo.

El ingeniero se puso a gritar y a suplicar que parase semejante tormento; esto parecía dolerle mil veces más que el pisotón de antes.

- Sabes que podría estar así horas Nicholas – le dijo ella en lo que parecía un tono partenalista una vez dejó de hacerlo - Así que habla y todo acabará, te lo prometo.

Mientras tanto a Roo no le iba tampoco muy bien. Tras una breve lucha física contra el potoroo había salido perdedor y yacía en el suelo, sometido por el otro mutante.

- Sin tu amiguito resulta que no eres tan duro ¿eh? – le preguntó Pinstripe con desprecio mientras la pisaba entre los homóplatos.

- No le metas en… esto. Quizá… no me lo dirías… sin mi… camisa de fuerza – jadeó Roo apenas, con los dientes clavados en el suelo.

- Venga, sabes a quién buscamos, ya escuchaste a la señora – le animó Pinstripe – Ambos sabemos que me lo vas a decir.

Roo no contestó. El potoroo se volvió hacia la mujer que había interrumpido su tarea.

- Deberíamos ponernos a buscar sin más, estamos perdiendo tiempo – dijo – Usémosles como señuelo.

- Neo es un cobarde, siempre lo ha sido– respondió ella - Con el lío que hemos montado sabrá que estamos aquí, pero estos dos no le van a importar lo suficiente como para hacerle salir. 

- ¿Por qué estás tan segura de que están aquí?

- Porque es la última guarida que le queda. Quizá esas estúpidas hormigas los hayan encontrado. Acaba con el canguro e inspeccionaremos el laboratorio. Gin es mío...

- ¡NO! – pensó Ana. Una parte de sí misma quería salir y entregarse, pero tenía tanto miedo de que la mataran a ella que estaba paralizada.

Pinstripe sacó su arma secundaria que llevaba en una funda sobaquera, una pistola Beretta de 9 mm y apuntó con ella a Roo. En ese momento Lumpa, quien se había escabullido sin ser visto y se había subido a las vigas de metal del techo saltó sobre él con un alarido, todo dientes y uñas. El potoroo gritó y se puso a dar vueltas sobre sí mismo intentando detenerle.

- ¡AAAH, BASTARDO! – gritó. Alcanzó a agarrar a Lumpa y lo tiró al suelo y el pequeño se arrastró hasta Roo, gruñendo a Pinstripe. Éste les apuntó a ambos – Rezad vuestras últimas oraciones…

Eso ya fue suficiente para Ana.

- ¡BASTA, BASTA! ¡ESTOY AQUÍ! – gritó saliendo de su escondite.

Roo la miró sorprendido y luego negó con la cabeza. Pinstripe se giró hacia ella y enarcó una ceja.

- Vaya, vaya, vaya ¿qué hay doctora? Cuánto tiempo sin vernos.

- Me queréis a mi ¿verdad? – dijo Ana levantando las manos con lentitud – Pues aquí me tenéis, pero a ellos de-dejarles en paz.

- No, Ana, no merecemos la pena – murmuró Roo. Pinstripe le silenció dándole un pequeño apretón.

McMurray se acercó a ella ignorando al macilento Gin y la examinó descaradamente de arriba abajo, rodeándola. Ana se encogió ligeramente, pero aguantó en su posición. La mujer era más o menos de su misma estatura, quizá algo más alta porque llevaba tacones y despedía un aura de poderío y seguridad en sí misma que intimidó a Ana.

- Vaya, así que tú eres la tal Parker. Esperaba algo mejor – dijo la mujer con cierta sorna y le apuntó con el arma – No es nada personal, querida – agregó y disparó contra Ana a quemarropa.

Ripper Roo y Lumpa gritaron cuando la chica cayó al suelo. La mujer pelirroja se volvió hacia ellos.

- Tranquilos - dijo con una sonrisa torcida y sacudiéndose el cabello - Ha sido un disparo tranquilizante. Mis jefes quieren viva a vuestra querida doctora... por ahora.

Les señaló el cuerpo de Ana y pudieron ver, al fijarse, el dardo clavado en el cuello. Lumpa y Roo no pudieron disimular su alivio, pero aún miraron con frustración cómo la mujer arrastraba el cuerpo desvanecido de Ana al interior de la nave. Luego volvió a salir y se dirigió a Pinstripe que seguía encañonando a los demás.

- ¡McMurray! ¿Por qué haces esto? – le preguntó Gin quien se había arrastrado hasta ella, aferrándose a su pierna - ¡El Triunvirato quiere matarnos a todos! ¿Acaso no te importa? ¿Acaso no somos tus amigos?  

Ella le miró durante unos segundos y luego se encogió de hombros.

- Me importa un bledo lo que sea de vosotros – contestó y volvió a patearle para alejarlo de ella.


Súbitamente la puerta de la sala del laboratorio saltó por los aires. Los dos intrusos apuntaron automáticamente en esa dirección. Traspasando el umbral de un salto apareció Nina, que cayó sobre una rodilla.

Luego se incorporó y miró tanto a Pinstripe como a la mujer pelirroja.

- ¿Así que sois vosotros dos los que habéis armado tanto escándalo? – preguntó, asintiendo ligeramente con la cabeza.

Mientras iba de camino junto con Cortex, Crash y Aku-Aku desde la sala del Psicotrón ella les había adelantado por ser la más rápida desplazándose, ayudándose de sus manos telescópicas para subir por las barandillas; en uno de los pasillos hubo una explosión de unas tuberías por culpa de la presión y ocurrió justo cuando ella pasaba y antes de que lo hicieran el resto. Como no podían seguir avanzando Neo le dijo que no les esperara y que fuera adelantándose mientras ellos daban un pequeño rodeo, advirtiéndole de que no hiciera ninguna estupidez.

Estaba claro que, para variar, no iba a seguir su consejo. 

- ¡Vaya, ¡qué te parece! – dijo Pinstripe mirando a su compañera – A eso se le llama facilitar el trabajo. ¡Dos pájaros de un tiro!

La mujer pelirroja, por alguna razón, no le contestó. Apuntaba a Nina pero no inició aún ningún movimiento, tan sólo se le quedó mirando en silencio, estudiándola con la cabeza ligeramente ladeada.

- Te equivocas Pinstripelli – repuso Nina - ¿Desde cuándo pongo yo las cosas fáciles?

Apenas terminó de hacer la pregunta lanzó uno de sus puños hacia él. El potoroo pudo esquivarla a duras penas. La mujer también saltó a un lado con una sonrisa de satisfacción.

Lumpa no perdió el tiempo y se lanzó sobre el potoroo de nuevo, mordiéndole en el brazo que extendió cuando levantaba su pistola. Aprovechando la intervención de su amigo Roo se incorporó y encaró de nuevo al otro mutante. Nina se volvió hacia la mujer.

- ¿Quién rayos eres tú? – le preguntó pero luego se encogió de hombros – Bah, es igual. Vas a por mi tío así que ya puedes darte por muerta.

Volvió a golpear con su puño metálico pero la mujer esquivó con agilidad. Gin se apartó de en medio, dolorido como estaba, escondiéndose temeroso detrás de los controles de las torretas puesto que no quería verse en medio de la pelea de esas dos y se puso a mirar con los ojos abiertos como platos la pelea, temblando de pies a cabeza.


Esa mujer pelirroja resultó ser un oponente más capaz de lo que Nina creía, a pesar de su desventaja física con respecto a las manos metálicas de la chica, porque fue capaz de aguantarle el ritmo, algo que intrigó mucho a la chica.  La mujer acortó distancias y Nina consiguió derribarla, cantando victoria antes de lo que debiera puesto que McMurray aprovechó su descuido barriendo el suelo con una de sus piernas. Nina cayó de lado mientras la intrusa rodaba hacia atrás, incorporándose y apuntándole con el arma.

- Para no haberte entrenado con el Nudo Esmeralda te mueves bien, cielo – admitió apuntándola con su arma - Pero mi consejo es que no te resistas y será menos doloroso para todos.

- Lo mismo te digo – le dijo Nina lanzando uno de sus puños.

La mujer esquivó, pero se trataba de una finta, puesto que Nina frenó bruscamente la trayectoria de su puño izquierdo y golpeó con el derecho. McMurray tuvo el tiempo justo para interponer su arma para parar el golpe. Aun así, la alcanzó, haciendo que el arma la golpeara en la cara. Su arma se disparó y un dardo se clavó en el brazo de la chica. Ésta lo miró con el ceño fruncido y se lo quitó de un manotazo. Se incorporó lista para seguir peleando, pero súbitamente empezó a sentir mucho, mucho sueño.

- ¿Pero qué? – preguntó justo antes de derrumbarse inconsciente a los pies de la mujer pelirroja.


McMurray se incorporó con un hilillo de sangre que le manaba de la nariz, allí donde el arma le había golpeado. Ignorándolo observó por unos momentos a la jovencita inconsciente y luego desvió la mirada hacia su compañero, que mantenía el tipo muy a duras penas. Lanzando un suspiro de aburrimiento disparó en modo paralizante a Roo. De Lumpa no había ni rastro. Se acercó hasta Pinstripe cuyo aspecto ya no era tan pulcro por la tunda.

- Mueve ese trasero, señorito potoroo. Estamos perdiendo mucho tiempo y aún nos faltan otros dos. 

Pinstripe protestó, pero ella le hizo un gesto para que se encargara de Nina. En el momento en que el mutante tenía a la otra chica inconsciente casi en el interior de la nave bajo la fulminante mirada de un Roo inmovilizado y de un preocupado pero atemorizado Gin fue cuando Crash Bandicoot irrumpió en la sala con Aku-Aku flotando a su lado.

- Parece que hemos llegado a tiem… ah – exclamó la máscara cuando vio el panorama.

McMurray se volvió y apuntó hacia ellos.

- ¿No se supone que te habías encargado de la máscara tiki? – gritó hacia su compañero.

- ¿Quién eres tú? – preguntó Aku-Aku y entonces vio las piernas de Nina sobresaliendo de la nave - ¡Eh! ¿Qué estáis haciendo?

- ¡Mse mlleman m ls chimas! – exclamó Roo torpemente por culpa de la parálisis. Parecía que el somnífero no le afectaba igual que a las chicas.

- ¿Whoa? – preguntó Crash porque no le había entendido.

Siguió los ojos de Roo hacia la nave y entonces el marsupial se dio cuenta de que no había ni rastro de Nina ni de Ana y sabía que estaban allí. Y entonces lo entendió todo. Se enfadó. Hizo crujir sus nudillos y frunció el ceño encarando a la mujer. Ésta le apuntó y disparó sin pensárselo dos veces. Pero en esta ocasión el disparo aturdidor no dio en el blanco puesto que Aku-Aku se interpuso entre ambos y lo desvió con un escudo mágico.

- ¡No pienso permitir que hagáis daño a mi hijo! – gritó.

El marsupial decidió entonces contraatacar y la golpeó con sus puños usando su ataque giratorio. El arma se le saltó de las manos y la mujer cayó hacia atrás soltando un grito de dolor cuando Crash la golpeó en el estómago. Retrocedió un tanto, pero se recuperó y adoptó una postura de lucha.

- Eres fuerte – admitió– Y más si cuentas con el hechicero de tu parte. Supongo que esto me deja en desventaja…

Crash se dio cuenta que la mujer intentaba huir, pero justo cuando se dispuso a impedirlo se oyeron unos pasos detrás de ellos.

- ¡Uf! ¡Uf! Al fin…

Neo entró jadeando y se apoyó en el hombro de Crash, ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor. Venía sudando por la carrera y aún mantenía agarrado su cristal. Detrás de él venían Koala y Brio, a los que se habían cruzado de camino. Brio había agotado sus frascos, pero venía con la pistola preparada. Sin embargo, no estaba preparado para afrontar a McMurray. Y Neo tampoco.

Cuando el doctor Cortex vio a la mujer pelirroja parecía que sus ojos se le iban a salir de las órbitas. Su sorpresa fue tan mayúscula que el cristal se le resbaló y cayó al suelo con un leve tintineo.

- ¿Qu-Qué haces tú aquí? – consiguió preguntar. Entonces se dio cuenta de que faltaba gente - ¿Dónde están Nina y Ana?

- Vaya saludo tan gélido. ¿Tú qué crees, genio? – preguntó McMurray cabeceando hacia la nave – Por mucho que luches no conseguirás frenar lo que está ocurriendo: mis jefes te tienen bastante manía.

- ¿Tus jefes? – preguntó Neo, confuso.

- Lu-lucha Tracey – pidió Brio con la pistola alzada, temblándole en la mano – Tú no quieres hacer nada de esto. No eres tú misma…

La mujer no dijo nada, pero siguió retrocediendo. Estaba muy cerca de la nave. Neo se recuperó y alzó su pistola, dándose cuenta de lo que ella pretendía.

- Ni se te ocurra moverte – le advirtió ceñudo – No te muevas o te juro que te dejo tiesa.

- No me dispararás Neo ¿verdad? – le preguntó ella con una voz muy dulce, esbozando una sonrisa tímida – Ni tú tampoco, Brio. No haréis daño a una buena amiga… Por los viejos tiempos. Esto no es nada personal para mí, sólo son gajes del oficio. ¿Verdad?

Crash se rascó la nuca intuyendo que estaba pasando algo por alto e intercambió una mirada con Aku-Aku pero éste parecía tan perdido como él, puesto que ambos la apuntaban pero ninguno le disparaba a pesar de que la tenían a tiro. Entonces Brio se rindió y, agachando la cabeza, bajó el arma.

- No, no puedo hacerlo – musitó, cerrando los ojos con fuerza. La sonrisa de ella se ensanchó dejando ver unos grandes dientes blancos y relucientes. Hizo un ligero movimiento hacia la nave. 

Fue entonces cuando Cortex, a diferencia de su colega, decidió dispararle, pero erró el tiro cuando Brio se abalanzó sobre él. 

- ¡IDIOTA! – gritó Neo e inició un forcejeo con Brio bajo la atónita mirada de Crash y Aku-Aku.

Fueron interrumpidos cuando una luz cegadora inundó la sala y se escuchó el sonido de un motor arrancándose. Todos tuvieron que taparse los ojos para protegerse del destello. 

Pinstripe no había perdido el tiempo y había arrancado la nave para huir; en su opinión era la decisión más adecuada cuando te superaban en número. McMurray pudo salvar así la escasa distancia que le separaba de la nave y saltó a su interior.

Fue así como abandonaron por completo la sala de control y desaparecieron poco después de su visión.

- ¡MALDICIÓN! – exclamó Neo – ¡Se han llevado a Ana y a Nina y no tenemos manera de saber adónde!

Maldijo una y mil veces porque lo primero que hizo al llegar al Laboratorio fue desactivarle a Ana el localizador que le puso años atrás debido a su insistencia.

- Permítame contradecirle, maestro – alegó Gin reapareciendo tambaleante de su escondite. Tenía sangre en el labio y el rostro lívido y sudoroso, pero sin embargo sonreía débilmente. Llevaba algo en una mano – Pero cuando me arrastré hacia McMurray le coloqué un localizador en el tobillo, justo debajo de su pantalón y creo que no se ha dado cuenta. Ahora podemos saber adónde las llevan.



1 comentario:

  1. ¿Hacer mancuerna Nina con Crash? ¿A qué te refieres? ¿A hacer equipo? Aquí hacer mancuerna es como hacer pesas xD
    Para las escenas de lucha de Nina me he basado en Twinsanity, que la manejamos brevemente en un par de niveles e iba de ese palo, además en mi historia es un poco más mayorcita ya, más parecida a la que sale en Crash of the Titans por ejemplo, como que unos 16 años.
    McMurray es mucho más ágil y versátil que Nina en combate, por supuesto y ya no sólo porque es mayor que ella. Pequeño spoiler de este personaje (repito, inventado por mi): aparte de la Academia del Mal fue entrenada en técnicas de asesinato y lucha por el Nudo Esmeralda, algo así como un gremio de asesinos irlandeses, algo que le vino de perlas durante un tiempo que trabajó como sicaria/guardaespaldas para un señor del crimen de Chicago. ¡Ya te he contado mucho!

    Mmmm Brio y sus reacciones, sospechoso ¿verdad? Quizá debas leer algo más para entender (o quizá no) xD

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