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[Crash Bandicoot] Universos entremezclados 2 -- Capítulo XV - Palabra de villano

 


- Gracias – dijo Dany cuando Crash terminó de romper la red que la mantenía atrapada. Por suerte para la dragoncita, había caído en un montón de nieve blanda una vez fue derribada. Aparte de algunas magulladuras y de tiritar castañeando los dientes no parecía haberse hecho mucho daño. El bandicoot le hizo saber, en su galimatías habitual, que se alegraba que se encontrara bien.

Mientras tanto Gin y Brio trabajaban a contrarreloj junto con la única pareja de ayudantes que le restaba a Neo en reparar el Mecha-Rocket derrotado que yacía en el exterior, amén de recoger y limpiar tamaño estropicio. Cerca de ellos Koala y Roo ayudaban en lo que podían. Por su parte Neo no despegaba la vista de la pantalla donde aparecía la posición de la nave de McMurray y Pinstripe sumido en sus propios pensamientos: no se veía nada. Por una vez que Gin había hecho bien las cosas… pero la señal simplemente se esfumó cuando la nave se había alejado unos veinte kilómetros en dirección oeste y ahora no había nada de nada. O bien habían detectado el localizador o, simplemente, se habían esfumado en la nada. Habían pasado un par de horas desde el ataque; la incursión había causado bastantes daños, aunque no tan graves como había temido. En cualquier caso, reparar las instalaciones no era su prioridad por ahora, si no encontrar a Nina y a Ana.

Neo estaba agotado por los últimos acontecimientos y se desesperaba por la lentitud de sus empleados a la hora de reparar el Mecha-Rocket; si hubieran tenido tiempo de repararlo podrían haberles seguido y averiguar a dónde iban, pero… por mucho que no tuviera sentido pensar en las posibilidades del “y si” Neo no podía dejar de hacerlo. Lo único que quería es que esto terminara de una vez por todas. Estaba más que harto del Triunvirato y sus procedimientos, sólo quería descansar y seguir con sus cosas de villano en paz.

Pero ¿de qué serviría? Era un fracasado como villano, igual que lo era cuando había intentado proteger a Nina y a Ana. Se había esforzado muchísimo en ponerlas a salvo, pero eso no había bastado para que el Triunvirato se saliera finalmente con la suya: empezaba a sentir que esto era demasiado para él.

Mientras se lamentaba en silencio Crash y Aku-Aku se le acercaron.

- Doctor Cortex, es hora que nos dé una explicación – exigió la máscara con tono severo. A su lado Crash asentía e intentaba parecer igualmente serio, pues fruncía el ceño y se cruzaba de brazos con el hocico algo levantado. Detrás de ellos Neo vio a Dany intentando echar fuego con las narinas, pero se había quedado tan fría que sólo le salían chispas.

- ¿A qué te refieres?

- ¿Qué ha pasado allí arriba? ¿Quién era esa mujer? 

Mierda, se habían dado cuenta.

- Eso no tiene la menor importancia.

- Sí que la tiene – Aku-Aku suspiró – Esa muchacha, Ana, es una buena chica y no se merece caer en las garras de unos malvados como el Triunvirato. ¡Al igual que mi familia! Si quiere que le ayudemos tiene que cooperar y contarnos todo lo que sepa.

- ¡Es una buena amiga nuestra! – exclamó Brio, exasperado, pues les estaba escuchando a pesar de la distancia.

- ¿Es eso cierto? – preguntó la máscara en un tono escéptico.

Neo suspiró y se cruzó de brazos.

- Podría decirse que sí – confesó mirando para otro lado - Tracey E. McMurray – siguió, soltando aire – Estudió conmigo, con Brio y con Gin en la Academia del Mal, sí. Pero ella no es científica como nosotros; siempre fue un completo desastre en lo que se refiere a lo intelectual. Tenía … tenía otras habilidades. Si nosotros éramos pura inteligencia ella era fuerza bruta. Es orgullosa, terca, temeraria y se crece ante las dificultades. Por eso es tan peligrosa. Le das un golpe y ella te lo devuelve por dos. McMurray… já, no importa cuántos años pasen, ella siempre será un grano en el trasero.

- Oooh – dijo Crash, francamente impresionado. Luego se rascó el cogote.

- Ya veo – contestó Aku-Aku, enarcando una ceja - Si es vuestra amiga y sabiendo que anda bajo el control mental del Triunvirato ¿por qué le ha disparado con ánimo de matarla? Una cosa es que intente ayudar a gente en peligro pero no es necesario que sea tan drástico.

- ¡Porque la odia! – exclamó Brio enarbolando una llave inglesa mientras se acercaba hasta ellos con Gin pisándole los talones, en un intento vano por detenerle - ¡La odia por lo que sucedió hace diecisiete años!

- ¡Cierra ese pico! – le advirtió Neo y Brio obedeció, aunque a duras penas.

- De-debería aprender de Gin, a quién le-le ha dado una paliza y no le guarda rencor por eso – terminó añadiendo Brio, señalando al mencionado, que asintió con una sonrisa estúpida en la cara – Sa-sabe que no es dueña de sus actos y aún disparó contra ella sin pensárselo dos veces…

- ¡Era un disparo paralizante, pedazo de estúpido! – explotó Neo - ¡No pretendía matarla, sólo impedir que escapara de vuelta con su captor!

- ¿Có-cómo iba a saberlo? – farfulló Brio, con la boca abierta. 

Quedó claro que no había pensado en eso. Cortex dejó salir todo su enfado contra su ayudante.

- ¡Lo echaste todo a perder! Si no hubieras intervenido, idiota… ¡No sólo ha escapado por tu culpa, sino que encima se ha llevado a Nina y a Ana! 

- ¡Ya sa-sabe que no lastimará a Nina! – aseguró Brio con vehemencia.

- ¡Lo hará porque, precisamente como dices, no es dueña de sus actos!

- ¡Aun así estoy seguro que no sería capaz de hacerle daño!

- ¿Por qué está tan seguro doctor N.Brio? – preguntó Aku-Aku, sin comprender.

Brio y Cortex no respondieron y se lanzaron una mirada poco amistosa.

- Si me lo permiten así no ayudaremos a ninguna de las damas – intervino Roo – En vez de discutir y echarse en cara sus acciones deberían estar todos trabajando codo con codo. No debemos perder tiempo o puede que cuando queramos llegar ya sea demasiado tarde.

- ¿Whoa? – preguntó Crash quien se había perdido hacía un buen rato.

- Quiere matarlas, matarlos a todos, estúpido marsupial pulgoso. Y sólo por fastidiarme a mi – le aclaró Neo y se llevó una mano al puente de la nariz – Mira, Brio. ¿Crees que me da igual lo que ha ocurrido hace un rato? Porque te diré que estás muy equivocado- hizo una pausa - Sé que McMurray no haría todo esto si no fuera porque está siendo controlada, es tan prisionera como Nina y Ana ahora mismo. El Triunvirato está haciendo todo esto porque busca hacerme todo el daño posible y, de paso, humillarme. Quiero matarlos, pero para ello necesito aliados. Si quieres ayudar a McMurray más vale que dejes de lado tus rencores y me eches una mano – concluyó alargando una mano firme.

Crash estuvo muy de acuerdo con sus palabras y asintió con vehemencia, con una amplia sonrisa y se rascó el trasero a continuación sin consideración alguna.

Gin miraba en silencio a sus dos compañeros, preocupado porque las cosas se torcieran más. Brio siguió frunciendo el ceño durante un rato más pero luego suspiró y estrechó la mano que se le ofrecía, un poco a regañadientes.

- ¡Hurra! Sigamos con las reparaciones y acabemos de una vez – exclamó Gin y Brio le siguió lanzando una última mirada a Neo por encima del hombro.

- De acuerdo ¿entonces cómo lo hacemos? – preguntó Aku-Aku – Desconocemos muchas cosas de nuestro adversario, ni siquiera sabemos si estamos en inferioridad numérica. No sólo debemos rescatar a Ana y a Nina, sino también a Coco y a Crunch y a todos aquellos que estén siendo usados por el Triunvirato. Necesitamos un plan, y uno bueno…. Pero sobre todo saber dónde están.

Cortex se atusó la perilla.

- Déjame pensarlo un poco más – contestó frunciendo el ceño y miró en todas las direcciones – Por cierto ¿alguien sabe dónde se ha metido esa bola de pelo maldita de Lumpa?

Mientras tanto…

Aunque pareciera mentira Lumpa estaba asustado y preocupado a muchos kilómetros de distancia de la Isla Iceberg. No dejaba de decirse, agazapado entre unos bultos de la nave, que había sido una locura por su parte el haberse escabullido en el interior antes de que ésta abandonara el laboratorio, pero no podía abandonar a Ana a su suerte. 

Lumpa no era tan estúpido como todos pensaban: sabía que le menospreciaban debido a su corta edad y a que su evolución nunca había llegado a su punto máximo porque fue descartado por el doctor Cortex tras el último fracaso al someterle al rayo E-Volvo donde el pequeño mutante casi pierde la vida. Por eso su papel pasó de soldado de los Comandos Cortex al de un simple bedel, limpiando el castillo y los laboratorios, tareas que a él no le gustaban mucho y que además se le daban fatal. Lo que más le gustaba a Lumpa era comer, dormir y jugar. 

Y ver pelis. Era posible que el demonio de Tasmania no estuviera completamente desarrollado y que fuera aún un niño por su edad pero había aprendido algo de ver películas de espías y policías, sus favoritas, que veía en la televisión en casa de los señores Parker. El mutante estaba encantado con la nueva vida que éstos le habían dado: abandonando el castillo de Cortex, Lumpa había ganado una nueva familia que sustituía a la anterior que apenas llegaba a recordar.

Por eso no podía dejar a Ana pues a ella le debía todo. Sin embargo, tenía mucho miedo de Pinstripe y de aquella mujer de pelo rojo ya que habían hecho mucho daño a Roo y a él mismo. Lumpa sabía que los golpes que había recibido le dolerían más al día siguiente.

Observó a las dos chicas dormidas allá, más adelante, y quiso pensar que al menos tendrían sueños bonitos. Tenía muchas ganas de meterse debajo de los brazos de Ana para sentirse a salvo y protegido. Por un momento lo echó de menos y deseó que fuera de noche, que estuvieran de regreso en la granja y que fuera fin de semana para poder hacerse un ovillo en la cama a los pies de Ana y dormir hasta tarde. Cuando ella no estaba, pues sólo iba a la casa de sus padres durante algún fin de semana, hacía lo mismo en la cama de los señores Parker. Pero se dijo tristemente que no estaban en la casa de los Parker y que Ana corría peligro. Así que esperó. Su cerebro lento trabajaba a máxima potencia ideando un plan para poder ponerla a salvo. Y así fue como, poco a poco, se fue quedando dormido.

Se despertó sobresaltado cuando una sacudida agitó la nave. Parecía que habían llegado a su destino. Lumpa se encogió más cuando vio a Pinstripe y a la mujer cargar con Nina y Ana, sacándolas de la nave. Se apresuró, en silencio, detrás de ellos. Casi sin pensar, de manera automática, se escondió tras unas cajas. Miró el lugar. Parecía una especie de hangar y estaba lleno de cajas de madera y contenedores gigantes. El demonio de Tasmania se preguntó qué contendrían. Se distrajo viendo a unas hormigas gigantes de metal ir y venir moviendo la mercancía y se obligó así mismo a concentrarse y no perder ni a Ana ni a Nina Cortex de vista. 

No sabía dónde estaba, no conocía el lugar y éste estaba lleno de olores nuevos. Lumpa tomó la decisión de conocer primero el territorio para poder trazar su plan de rescate. Nadie sabía que estaba ahí, ni siquiera sus amigos. Todo dependía de él.

Así que observó y olisqueó, con paciencia, esperando encontrar a su hermana en un sitio tan grande como ése y sin que le pillaran.


Mientras Lumpa se afanaba por pensar en un plan escondido en aquel rincón del hangar ya Nina llevaba un rato observando su prisión buscando alguna debilidad, sin encontrarla. Su frustración llegó a un punto máximo pero la cámara que la enfocaba le recordó que no debía perder la compostura por lo que su ira fue silenciosa: el Triunvirato sin duda estaría observándola y no quería darle esa satisfacción. No tenía ni idea de cuánto tiempo había estado inconsciente pero cuando había despertado ya se encontraba en esta celda.

Aprovechando la postura pasó a intentar encontrar una deficiencia en los grilletes que le habían puesto: estaba claro que se los habían puesto para impedirle usar sus manos biónicas, ya había intentado sacárselos sin éxito. No habían cedido ni un ápice en sus esfuerzos. 

Como no daba de momento con ninguna solución evidente decidió tumbarse en la cama – por suerte no le habían puesto grilletes en los tobillos – levantó los brazos y los puso debajo de su cabeza. Desde su posición le dedicó a la cámara una mueca burlona, sacándole la lengua.

Al rato un gemido en la celda contigua le hizo mirar en esa dirección. Habían dejado a una Ana completamente dormida en la cama.  Trabajosamente la chica se incorporó llevándose una mano a la cabeza. Sin duda estaría mareada por el efecto del narcótico, tal como le había pasado antes a ella.

- ¿Dónde estoy? – preguntó mirando a su alrededor con cierta confusión.

- En una celda en medio de ninguna parte – contestó de mal humor Nina. 

Ana se volvió y la miró a través de los barrotes, parpadeando.

- ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?

- Ni idea, puede que unas horas. Cuando me desperté ya estábamos aquí.

Ana se puso a observar el lugar. Se percató de que Nina estaba esposada, aunque ella no. Poco había que ver salvo que se trataba de una habitación fría, sin ventanas, destinada a tener encerrados a los prisioneros. Aun así, el calabozo relucía de limpieza y la pintura parecía bastante nueva. Se percató de la cámara de seguridad y evitó mirarla directamente. Las otras dos celdas de enfrente estaban vacías y la estancia se hallaba sumida en un absoluto silencio. Al fondo, a su derecha, había un modesto escritorio con un teléfono, una libreta y un cubilete con un único bolígrafo. La única puerta no estaba lejos.

No le gustaba nada estar encerrada, considerando que su anterior visita a la dimensión pasó una buena temporada así y menos aún le gustaba sentirse observada. Intentó tranquilizarse pensando en que era seguro que Dany, Crash y los otros acudirían en su busca. Por su parte, Neo y su equipo harían lo mismo con Nina. Empezó a divagar sobre la remota posibilidad de que Cortex estuviera preocupado por ella cuando Nina interrumpió sus pensamientos.

- Pierdes el tiempo – dijo.

Ana se sobresaltó algo avergonzada porque la niña hubiera adivinado sus pensamientos y la miró.

- ¿A qué te refieres? – preguntó con cierta torpeza.

Por suerte Nina no pareció darse cuenta, porque le contestó:

- Ya llevo un buen rato estudiando la celda y no parece haber un punto débil que permita escapar – informó Nina. Luego miró hacia arriba – Además, como has podido ver, nos vigilan de cerca.

Ana suspiró aliviada para sus adentros, pero ignoró el comentario y siguió examinando el lugar, haciendo caso omiso del hambre que sentía y que hacía que le rugieran las tripas, por no hablar de la sed. No tenían ni comida ni agua en las celdas. Ana se acercó a la puerta de la celda y tiró y empujó varias veces. La reja era sólida y no se movió.

- Es inútil, chica Parker – insistió Nina - Ahora mismo no tenemos opciones. En estos casos lo mejor es tomárselo con calma y esperar, la oportunidad de escapar vendrá sola.

- Oye, puede que para ti esto sea normal, pero a mí no me encierran todos los días con idea de matarme – repuso Ana dando golpecitos a los barrotes – Francamente, no es una situación que me permita tomármelo con calma.

Nina soltó un bufido.

- Menuda histérica estás hecha – murmuró mirando al techo.

- No estoy histérica, pero desde luego tampoco estoy tranquila… Parece que sabes de lo que hablas – comentó Ana arqueando las cejas.

- Desde luego. Es mi trabajo, Parker, no te olvides.

Ana negó con la cabeza, pensando que la chica no tenía remedio, pero realmente el plan de Nina era el más sensato. Sin embargo, durante un buen rato siguió examinando el lugar con detenimiento, pero como no se le ocurrió ni encontró nada finalmente terminó por darse por vencida y se sentó enfurruñada en la cama, con los codos sobre las rodillas, la cara sobre las manos y murmurando cosas sobre barrotes falsos.

- Eres sumamente irritante, la verdad – comentó Nina mirando al techo de su celda – Me pregunto qué es lo que vio mi tío en ti.

Ana frunció el ceño.

- No sé de qué estás hablando.

- Oh vamos, no te hagas la tonta, lo sé todo.

- Pero si tú no estabas… ¿Qué te ha contado Neo exactamente?

- ¡Oh! ¿Ahora le llamas por su nombre de pila? – preguntó en tono burlón, pero luego agregó - Mi tío siempre ha sido muy reservado con el tema y me ponía excusas para no contarme nada. Y Brio…  bueno, creo que sabes lo locuaz que puede ser – agregó con sarcasmo – No, lo que sé de ti me lo contaron los mutantes. Sé que mi tío estaba coladito por ti, pero tú te marchaste dejándole tirado.

- No fue exactamente eso lo que pasó. Él no estaba realmente enamorado de mí. Sólo me engañó y me utilizó… así que de dejarle tirado nada – se defendió Ana, enfadándose.

- Mira – dijo Nina sentándose en la cama con las piernas cruzadas – Yo no sé nada de temas amorosos, eso es para los perdedores, pero te puedo decir que mi tío estaba muy cambiado cuando volví de la Academia por vacaciones y que tardó bastante tiempo en volver a ser el mismo. ¿Crees que seguiría guardando el colgante del cristal si no fuera porque tú se lo diste? 

Ana guardó silencio, reflexionando sobre el tema, y Nina volvió a tumbarse. Porque ahora que lo pensaba ¿qué había dicho Neo? Que alguien le robó el colgante de su despacho y se lo colgó como amenaza silenciosa. ¿Por qué lo guardaría si no fuera por nostalgia? 

- Reconozco que cuando escuché la historia sentí mucha curiosidad hacia ti – continuó Nina volviendo a interrumpir sus pensamientos – Y me pregunté qué clase de mujer sería esa que había perturbado tanto a mi tío – le lanzó una mirada despectiva – La verdad que había esperado otra cosa bastante diferente a una mojigata como tú.

- ¿Es que acaso le gustan otro tipo de mujeres? – preguntó Ana, cada vez más molesta y avergonzada.

Nina tardó en responder un momento.

- La verdad es que no lo sé, nunca le he visto con ninguna. ¿Celosa acaso? Estoy llegando a pensar que aquí la única que fingió algo y que la que se aprovechó de él fuiste tú.

- Mira – dijo Ana, cansada y sin ganas de seguirla el juego – Creo que tenemos cosas más prioritarias que hacer que hablar de la vida amorosa de tu tío. Deberíamos pensar una manera de salir de aquí.

- ¿Y qué crees que he estado haciendo mientras tú te echabas la siesta? Acabo de decírtelo, no hay nada que hacer por ahora salvo esperar. Así que cállate de una vez y deja que descanse un rato… pesada – agregó entre dientes y cerró los ojos.

Se hizo el silencio en la prisión. Ana estaba enfadada porque conocía a Nina de los videojuegos y siempre le había gustado su forma de ser, pero no se había imaginado que, cuando la conociera, fuera tan… tan… niñata. ¿Por qué le odiaba? ¿Porque consideraba efectivamente que le había hecho a Neo daño? Pero es que Nina no tenía ni idea de que para Ana todo lo que sucedió años atrás había sido igualmente doloroso; cuando llegó a la dimensión Wumpa Neo la trató muy mal encerrándola en una jaula como al resto de sus animales con apenas alimento durante varios días y luego sólo la liberó porque quería conseguir que trabajara para él en su laboratorio, interesado porque en esa época Ana era estudiante de veterinaria y no porque precisamente sintiera compasión por ella.

Era cierto que con el tiempo eso había cambiado: ambos se habían hecho amigos si bien Neo, inesperadamente para Ana, terminó expresando que él sentía algo más por ella, pero la chica echaba de menos a su familia y por eso regresó en cuanto le dieron la oportunidad. Sin embargo, una vez en casa, se dio cuenta de que ella le correspondía, por lo que decidió regresar… para ser traicionada por un Neo rencoroso y dolido. Su vuelta casi le costó la vida y Ana no escuchó las disculpas de un doctor Cortex arrepentido y confuso. Volvió a su dimensión, pero la herida que le dejó lo sucedido tardó su tiempo en sanarse y cerrarse. 

Ana se sentía muy dividida con Neo; una parte de ella sentía que no podía confiar en él, que seguía siendo malvado y traicionero, pero otra se esforzaba por detectar sus buenas acciones y confiaba en que tuviera sentimientos positivos. Seguía resultándole entrañablemente torpe y tierno, pero de nuevo aquella parte desconfiada le hizo dar un paso adelante para avanzar y recomponer su vida.

Así que había ocultado de su vista todos sus juegos de Crash Bandicoot, una de sus sagas favoritas de cuando era pequeña, y no había vuelto a jugarla desde entonces (aunque desde hacía años que apenas jugaba nada por falta de tiempo). Sin embargo cuando unos años después salió la trilogía remasterizada Ana se encontró comprando el juego con todo el merchandising posible, sobre todo el de Cortex… para luego guardarlo con tristeza en un arcón de su cuarto, lejos del resto de su colección que exponía en el salón, secreto y a buen recaudo para que sus familiares no la regañaran. Siguió trabajando y trabajando, vinieron algunos chicos y se fueron: Ana estaba en esa fase en la que no tenía ganas de complicarse la existencia con parejas y decidió que debía disfrutar más de la vida y de su trabajo.

Cuando creía por fin haberse liberado de esos sentimientos tan nostálgicos fue cuando Neo reapareció, presentándose ni más ni menos que en su dimensión. Y eso fue lo que realmente irritó a Ana: que él volviera cuando por fin se había recuperado del todo de su experiencia.

¿Qué sabía Nina de todo esto? Absolutamente nada. Por eso la juzgaba tan duramente y era lógico que se pusiera de parte de su tío, ella habría hecho lo mismo en su situación. 

Neo… Ana se sorprendió pensando en que ojalá estuviera a salvo y se sintió aliviada de que no le hubieran atrapado. Por supuesto Ana deseó que todos sus amigos estuvieran bien: Crash, Dany, Lumpa, el doctor Roo, Koala, Aku-Aku… incluso Brio y Gin, por qué no. 

Observó a Nina, tumbada en la cama, con una fría tranquilidad que hizo que se le pusiera la piel de gallina. ¿Sería sincera o estaría fingiendo? 

A fin de cuentas, si mal no recordaba, Nina no siempre había sido tan rebelde ni tan dura. De niña era un angelito y su tío, queriendo que la pequeña siguiera sus pasos, la inscribió en la Academia del Mal. Pero recordando su época de estudiante donde sufrió un bullying continuo durante años supo que si enviaba a su sobrina así sin más se la comerían viva. De modo que se esforzó en inculcarle a comportarse de forma mezquina, renovó el fondo de su armario comprándole ropa más rebelde y amenazadora y le implantó las dos manos biónicas, aprovechando un problemilla que Nina había ganado en las manos, solucionando así dos problemas de golpe. Así pues Ana no estaba del todo segura de si lo de Nina era sólo una máscara o es que la adolescente ya era realmente así después de tantos años de adoctrinamiento en el mal, lejos de su hogar y seres queridos…

Por cierto, pensar en eso hizo que Ana se diera cuenta, con tremenda inquietud, que nadie sabía dónde se encontraban, ni siquiera ellas. Y eso era un problema de los gordos. ¿Cómo iba a ir nadie a salvarlas?

En eso pensaba cuando la puerta del calabozo se abrió. Notó cómo Nina se tensaba a pesar de permanecer exactamente en la misma posición. Ana no pudo evitar sacudirse por el miedo y la impaciencia. Parecía que por fin alguien se estaba interesando en ellas.

Decir que, por suerte, parte de las inquietudes de Ana eran fundadas, pues la acción de Lumpa fue la clave para que el grupo tan dispar de las islas Wumpa pudiera dar, por fin, un paso en la dirección correcta y recuperar una ventaja más que necesaria. 

Cuando su portátil empezó a emitir un pitido Neo se volvió, totalmente extrañado. Había estado trazando diferentes planes e ideas que iba descartando poco después por lo que comenzaba a sentirse de nuevo bastante hundido en la miseria. 

- ¿Pero qué? – elevó, retóricamente, acercándose hasta el ordenador.

Se sentó en el bidón donde lo había apoyado y se puso a teclear en él, con los ojos castaños abriéndose cada vez más y más.

Entonces lanzó un grito de júbilo, saltando del bidón y haciendo que el portátil se cayera al suelo. Alzando los brazos adoptando una pose victoria prolongó su grito y comenzó a reírse casi histéricamente.

El resto le miraron, preocupados.

- Creo que al doctor se le ha ido la chaveta del todo – opinó Koala apoyándose en el cepillo de barrer que, en sus manos, parecía mucho más pequeño.

- Y que lo digas – opinó Roo, quien le seguía de cerca con el recogedor tomándolo con su pata izquierda.

- ¿Whoa? – preguntó Crash deteniéndose a su lado, cargado de chatarra.

Cortex le miró y se lanzó hacia él, agarrándole por los hombros con tanto entusiasmo que al sacudir al bandicoot provocó que toda la chatarra le cayera en un pie. Saltó, dando un alarido de dolor y sujetándose el pie con ambas manos, dando saltitos en círculos.

- ¿Qué mosca le ha picado, doctor Cortex? – preguntó Aku-Aku enarcando una ceja de madera mientras Crash, a su lado, se rascaba el cogote con confusión.

- Ya sé… ya sé – empezó Neo recuperándose del golpe en el pie pero sin resuello - ¡YA SÉ DÓNDE SE ENCUENTRA EL TRIUNVIRATO!

Todos los presentes, mutantes, humanos e incluso reptil alado, se habían acercado hasta él y le miraban con gran sorpresa y expectación.

Neo tomó el portátil de nuevo y señaló con el dedo a un punto rojo que parpadeaba sobre un mapamundi. A continuación, hizo zoom y todos pudieron ver que el punto señalaba cierta posición en una isla del hemisferio sur muy cercana al continente africano.

Todos miraron a la pantalla.

- Eso… ¿eso es lo que creo que es? – preguntó Roo, ladeando la cabeza.

- Sí… bueno no… ahm, no tengo ni idea de qué es – murmuró Koala.

- ¡Excelente Doctor Cortex! – alabó N.Gin.

- Ey, bonito lugar, estuve una temporada por allí también hace unos años – opinó Dany.

- ¿Whooa? – elevó Crash, que no tenía ni idea de geografía.

- Pero ¿cómo? – preguntó Brio.

- ¡TOTALMENTE! – exclamó Neo, triunfante - ¡EL SATÉLITE NO MIENTE! ¡Había olvidado por completo el chip de Lumpa! Y Ana no conocía de su existencia, de haberlo sabido me habría hecho desactivarlo cuando regresaron... ¡Al fin un golpe de suerte! Por una vez, va a resultar útil esa pequeña bestezuela flatulenta. Ana me obligó a desactivar el suyo, el localizador que Gin le coló a McMurray ha fallado pero el de Lumpa… ¡OH, EL DE LUMPA SIGUE ACTIVO!

- ¿Está totalmente seguro de esto? – preguntó Aku-Aku mirando aún sin estar muy convencido el puntito rojo.

- El chip pasa localización a mi satélite privado y éste a mi ordenador ¡por supuesto que estoy seguro! ¡Ya sólo que da reparar el Mecha-Rocket para ponernos en marcha! – los miró a todos - ¡Venga! ¿A qué estáis esperando? ¡A trabajar ahora mismo, panda de vagos!

Todos dieron un respingo ante la orden y volvieron apresuradamente a sus quehaceres mientras Neo se volvía, juntaba las yemas de sus dedos enguantadas y miraba con malicia el monitor.

- Triunvirato – susurró, adoptando un tono de lo más siniestro - Échate a temblar, porque el doctor Neo Cortex sabe dónde está tu escondrijo. Voy a ir a por vosotros y os voy a destruir por todo lo que me habéis hecho. Palabra de villano – sentenció solemnemente sin apartar la vista del puntito rojo.

Un puntito rojo que parpadeaba sin cesar sobre un punto situado en el Océano Índico occidental, concretamente sobre la isla de La Reunión, al este de Madagascar.



1 comentario:

  1. Lo han dejado parcialmente destruido pero están trabajando intensivamente para ponerlo a punto de nuevo.
    Mira, esa es una pregunta que yo me he hecho muchas veces y no sólo con Crash B. ¡No entremos en detalles mejor! xD

    Lumpa tiene un fuerte vínculo con Ana: allá donde va ella va él, sobre todo si hay problemas. No quiere separarse de ella porque es como una hermana mayor para él, se protegen mutuamente. Y no, no era necesario lo del rastreador que puso Gin pero el hombre hizo lo que pudo, no sabía lo del chip de Lumpa. McMurray es su amiga y Cortex su jefe, algo tenía que hacer para intentar facilitar las cosas.

    Muy bien, ahí fijándote en los detalles. ¿Por qué Brio está tan seguro? ¿Por qué Cortex le exige callar cuando abre la boca? ¿Qué saben ellos que nosotros no? Quizá debas esperar un poquito más para responder estas preguntas.

    Te va el salseo ¿eh? Jajajaja chismoso.

    Un saludo!

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