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[Teenage Mutant Ninja Turtles] Luna de Halloween - Capítulo VI

 


Michelangelo se apartó de las fauces del hombre lobo con un grito histérico; una persona estándar muy probablemente no hubiera tenido ninguna oportunidad, pero su agilidad innata y el entrenamiento de Splinter le permitieron ejecutar unas acrobacias que le apartaron de su atacante, a quien le irritó lanzar una dentellada al aire y fallar. En última instancia la tortuga consiguió, en su retirada, colarle un golpe en el hocico con sus nunchakus, haciendo que la criatura volviera la cabeza soltando un gañido y gotitas de saliva.

Al volverse por el golpe entró en su campo de visión Gioconda quien se había quedado en su posición, esperando un movimiento de la criatura que le proporcionara una oportunidad de colar un buen golpe. Sin embargo cuando se había decidido a atizarle con sus tessen plegados el lobo se revolvió, usando sus zarpas y sus mandíbulas, obligando a la chica a retirarse igualmente, acudiendo al lado de su hermano adoptivo.

- ¡Y bien, doña “mordamos el anzuelo”! – exclamó Mikey - ¿Alguna idea?

- ¿Qué? ¡Pe-pensaba que la tenías tú!

Michelangelo fue a contestarle que sin duda estaba confundiéndole con Leo pero un embate del furioso hombre lobo les obligó a separarse. Rodando a un lado se escondió detrás de una columna mientras Gio buscaba refugio detrás de unas viejas cajas de madera.

- ¿Lo dices en serio? – reprochó, en su lugar - ¡Eras tú quien querías entrar a pararle los pies!

Un gruñido, un golpe, el sonido de la madera astillándose.

- ¡Bueno, pensaba que sería tan sencillo como hablar las cosas! – gruñó Gioconda intentando apartarse de la trayectoria de las garras.

¿Hablar las cosas, en serio? Michelangelo la vio en apuros y supo que no llegaría a tiempo. De modo que sus ojos volaron buscando algo que lanzar. Vio una lata oxidada que tomó y se la arrojó al hombre lobo, igual que su compañera hiciera en aquella calleja. Quizá por eso la criatura soltara un nuevo gruñido exasperada, harta de que volvieran a hacerle lo mismo una y otra vez. 

Se volvió y fulminó a Michelangelo con sus ojos amarillos. Éste tragó saliva y con dos saltos ágiles usando una columna como apoyo, llegó hasta las vigas del techo. 

- ¿Qué tal plata? – preguntó viendo como el hombre lobo se abalanzaba sobre la columna, marcándola con sus garras, mientras saltaba con las fauces abiertas y escupiendo espumarajos de saliva en su frustración por no llegar hasta Mikey - ¡Suelte funcionar!

- ¡Plata, claro, no lo había pensado! ¿Y ves mucha por aquí o cómo va la cosa?

- ¡Oye, me has pedido una idea y te la he dado! ¡Se supone que son alérgicos a la plata!

Gioconda apareció y saltó sobre el hombre lobo, agarrándose a su cuello para obligarle a que cejara en sus empeños.

- ¿Eso… no… era con los… vamp…? ¡ungh!

El hombre lobo se la sacó de encima arrojándola contra otro montón de cajas de madera, que reventaron por el impacto. Ahora le tocó a Michelangelo lanzarse sobre el monstruo para alejarlo de su hermana adoptiva.

¿Qué podían hacer? Ese bicho era muy fuerte y rápido; la tortuga dudaba que él y Gio fueran capaces de reducirle sólo a base de golpes. Normalmente en las películas se luchaba contra los hombre lobo usando armas blancas (“con filo de plata, sí Gio, estoy seguro”) o de fuego (“con balas de plata, como te decía”) aunque a veces ni siquiera eso era suficiente, ahora que lo pensaba detenidamente, pues las criaturas eran muy resistentes. La única solución para acabar con su amenaza era matándolo, pero, debajo de todo ese pelo y tras esos dientes, había una persona que no era dueña de sus actos.

Michelangelo tuvo dudas y eso hizo que se distrajera lo suficiente como para permitirle una ventaja a su contrincante que se lo sacó de encima girando sobre sí mismo.

- ¡YAII! 

Gioconda apareció en su campo de visión, justo encima de él, y le encajó al hombre lobo una patada en el hocico. Se volvió hacia la tortuga.

- ¡Mikey! ¿Estás bien? 

Quiso responderle que no sí pero sólo pudo gritar:

- ¡CUIDADO!

Porque tuvo que saltar sobre ella para apartarla ante una nueva embestida del hombre lobo. Por ello, en vez de alcanzar a Gioconda en su ataque, le dio de lleno a él, mandándolo contra la columna de piedra. De nuevo el caparazón se llevó la peor parte y aunque eso le impidió una contusión mucho mayor Mikey quedó incapacitado.


Gioconda se maldijo a sí misma varias veces porque por su culpa estaban en ese aprieto. En su egoísmo por buscar respuestas había arrastrado a Michelangelo a lo que él tan acertadamente había llamado “boca del lobo” y en vez de pagar ella las consecuencias lo estaba haciendo él.

- ¡YA BASTA! – gritó, con las manos y rodillas puestas sobre el suelo, los tessen apartados a un lado, perdidos cuando fue derribada.

Su grito captó la atención del hombre lobo que, a cuatro patas, miraba al inconsciente Michelangelo.

Se levantó y encaró a la criatura.

- ¡NO QUEREMOS HACERTE DAÑO PERO NO DEJAS DE ATACARNOS! – le gritó, levantando las manos hacia él y enseñándole las palmas - ¡Sólo queremos saber quién eres! ¡Podemos ayudarte!

El ser movió sus fauces en un rictus y sus orejas oscilaron como si las hubiera apuntado hacia ella hasta que otro sonido breve captó su atención para, de nuevo, regresar finalmente a la posición inicial. Sus ojos amarillos la miraron con fijeza, casi como si la entendiera. Luego miró al cuerpo tendido de Michelangelo para, a continuación, volverla a mirar a ella. 

Gioconda pensó, por un breve instante, que él la había entendido y que estaba dudando sobre qué hacer.

Pero sus esperanzas se esfumaron cuando él aulló y se volvió de nuevo hacia Michelangelo con el lomo erizado y mostrando los dientes. La tortuga de antifaz naranja se movió débilmente pero no parecía haber recuperado la consciencia.

Gioconda sintió un escalofrío recorriéndole desde la nuca hasta la parte baja de su espalda, justo hasta el nacimiento de su cola. ¿Y si se había equivocado y aquella cosa no era un mutante? ¿Y si de verdad era un hombre lobo como parecía creer Michelangelo? ¿Y si ella se había equivocado y ahora alguien resultaba herido de gravedad? ¿O muerto?

Desesperada se dio cuenta de que no tenían opciones: el diálogo no había dado resultado, tampoco el uso de la fuerza y allí no había nada de plata (aunque sólo servía para los vampiros ¿verdad?) que pudieran usar para probar la teoría de Michelangelo. Deseó con todas sus fuerzas que los otros estuvieran allí, quizá otro gallo hubiera cantado. ¿Qué haría Raphael, se preguntó? Él usaría la fuerza bruta, por supuesto:  no cesaría hasta someter a la bestia a golpes… pero ella ya había comprobado que eso no era suficiente.

Allí entre unos cascotes cercanos a la criatura había un trozo de tubería, un arma mucho más contundente que sus tessen, que estaban pensados para la defensa personal. Sin pensárselo dos veces salió corriendo, rodó por el suelo mientras se hacía con la tubería y al levantarse giró sobre sí misma para proyectarla con todas sus fuerzas contra el costado del hombre lobo quien, en esos momentos, olisqueaba el cuerpo de Michelangelo, abriendo las fauces con ánimo de morderle el cuello, rasgar su yugular y quizá, beber su sangre y probar su carne.

Sabía que el golpe no sería letal ni mucho menos pero quizá si fuera lo suficientemente contundente como para quitárselo de encima a Mikey y, con suerte, forzarle incluso a huir. Pero el hombre lobo no era una criatura estúpida que se dejara llevar por su fiereza: al verla venir optó, con un movimiento rápido, proyectar su garra izquierda contra ella, aunque, por suerte para Gioconda, no le alcanzó con sus uñas si no con su antebrazo. El golpe la frenó en seco, provocando que soltara la tubería y que hiciera un giro en el aire por la fuerza del impacto. Al golpearse de bruces se mordió y notó en el interior de su boca el sabor de la sangre.

A pesar de su aturdimiento sintió la presencia cerniéndose sobre ella, el calor que emanaba de ese cuerpo palpitante, del aliento apestoso de sus fauces, y la respiración agitada y ronca. Gioconda cerró los ojos y contuvo la respiración por instinto, apretando los dientes con fuerza, quedándose quieta, aunque internamente sintiera que no fuera a servir de nada hacerse la muerta y luchando contra la contraria necesidad imperiosa de salir por patas.

Y entonces escuchó un disparo, el aullido de rabia del hombre lobo y su presencia amenazadora desapareció. 

Oyó los pasos apresurados de alguien que se acercaba, pasaban muy cerca de ella y se alejaban, seguidos por un grito de frustración y rabia, esta vez humanos… todo se volvía de nuevo negro cuando los pasos volvieron a acercarse. Antes de que la oscuridad la reclamara delante de ella alcanzó a ver unas castigadas botas y el vuelo de un largo abrigo oscuro. Luchó por mantener la consciencia, pero fue totalmente inútil… simplemente se desvaneció.




1 comentario:

  1. Tiene algo de sobrenatural sí, pues en general en TMNT siempre hay también hueco para temas y criaturas sobrenaturales, mejor o no llevadas, pero ahí están. El caso de los hombres-lobo sale en la serie original de Mirage, aunque muy por encima: incluso Raphael tiene una miniserie con Shadow que continúa la trama planteada en Tales of TMNT Vol. 2 de Mirage. He ahí las referencias.

    En cuanto a la historia de Leo con la kitsune... en IDW sale una antagonista llamada Kitsune, que a su vez es amante de Shredder y karai es la hija de ambos (creo), algo que se plantea por otro lado en la mitología japonesa, los mestizos entre yokai y humanos, los llamados Han'yõ, algo que quiero plantear también en la continuación de ese relato (sí, la habrá)

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