Listado de fics del blog

Dale al título para ver el listado completo. Te animo a que me dejes un comentario si detectas algún link roto o erróneo. Con ánimo de que o...

[Warcraft] Thrall y los Frostwolves - Capítulo 9

 


Un Om’riggor siempre era un acontecimiento especial, algo digno de celebrar por todo el clan, pues uno de sus miembros llegaba a la adultez, con lo cual ya podía hacer o tener acceso a muchas cosas relacionadas con la vida del clan, tales como el derecho a portar un arma de batalla, toma de decisiones, votaciones en concilios, formar un núcleo familiar y, en el caso especial de Thrall, ser reconocido como hijo legítimo del anterior líder y tener por tanto acceso al puesto que le era lícito por nacimiento.

Por ello el joven orco se apresuró a expresar que no reclamaba el puesto de líder, no mientras Drek’Thar siguiera con vida, ya que estimaba mucho la labor del viejo chamán al ser alguien mucho más sabio y experimentado que él y al que además le tenía un gran aprecio y estima. El anciano se sintió complacido y aceptó su acto de generosidad en silencio, pero se le notaba emocionado. 

A pesar de ser invierno se desplegó una gran cantidad de alimentos y se hizo una gran fogata central donde todo el clan participó al ser como ya hemos dicho un acontecimiento especial. La comida y la bebida no faltaba en ningún caso y poco después muchos se pusieron a bailar alrededor del fuego, siguiendo el ritmo de los tambores y embriagados por el aroma de la carne asándose. Algunos lobos estaban tan entusiasmados como sus respectivos orcos y gañían y aullaban próximos a la fogata, corriendo aquí y allá con ánimo juguetón. Para Thrall era imposible sentir frío en un ambiente tan animado y cálido como aquel. Se sentía eufórico y aturdido por todo lo sucedido y aún más desde que Roggar le había ofrecido una bebida de olor fuerte.

- ¿Esto qué es? – preguntó tomando el recipiente con ambas manos y arrugando un poco la nariz.

- Es grog de montaña del mejor, elaborado con ingredientes del bosque y potenciado por nuestras especias. Es una receta exclusiva del clan; cuando se toma caliente es indispensable en largas noches heladas– le explicó su amigo, guiñándole un ojo – Ahora que ya eres un adulto de pleno derecho puedes beber todo el que quieras y no limitarte a un par de sorbitos para antes de dormir.

Thrall nunca había tomado bebidas alcohólicas antes. Los esclavos no tenían derecho a ellas y menos aún un orco esclavo. De todos modos, no les tenía especial simpatía porque precisamente ese tipo de bebidas eran las responsables del temperamento tan volátil de Blackmoore; cuando éste estaba sobrio al menos podía disimular que le apreciaba, pero cuando estaba borracho tanto Thrall como el resto de presentes estaban supeditados a sus abusos y violencia constantes.

Aun así, entendía que existían por el simple hecho de amenizar las celebraciones y no hacían mal si se tomaban de forma moderada y responsable. Ya en el clan de Warsong vio a muchos guerreros, incluido el propio Hellscream, consumir ese tipo de bebidas, si bien él había optado por evitarlas.

Esta era una ocasión especial y por eso Roggar se lo ofrecía y sería un gesto muy feo rechazarlo. Así que Thrall se la tomó: pudo notar el líquido ardiente bajando por su esófago hasta el estómago.

- ¡Oye, pero más despacio, que es fuerte! – exclamó su amigo llevando las manos al recipiente en un intento inútil por frenar a Thrall. Cuando vio que lo había tomado todo de una vez empezó a reírse a mandíbula batiente y a darle fuertes palmadas en la espalda - ¡Hay que ir con cuidado contigo o no dejarás nada para los demás!

- Eso se avisa – protestó Thrall arrugando la cara, aunque paladeando el sabor que tenía la bebida; no estaba mal.

Pero poco después de beber el grog especiado sintió cómo lo embargó un gran calor para, más tarde, empezar a sentir sus dedos entumecidos y a percibir los sonidos de una forma un tanto diferente. Veía a los jóvenes bailando al son de la música alrededor de la gran fogata y no pudo evitar quedarse como hipnotizado. Era realmente entretenido observarlos de esa guisa: sus brazos, sus piernas, sus manos, sus cabelleras... ¡cuán fluido resultaba el movimiento de sus cuerpos! 

Apenas cayó en la cuenta de que Palkar le pedía permiso a Drek’Thar para dejarle un momento e ir a divertirse con ellos, cosa a la que el anciano accedió con mucho gusto. Thrall vio al niño correr y unirse a uno de los bailarines, que no era otro que Ifta. La joven ya había atendido su herida como correspondía y ésta no minaba su entusiasmo por la celebración. Recibió al niño con una gran sonrisa en los labios: Thrall siguió la danza de las puntas de sus cabellos de un lado para otro con aturdido interés. Hubo un momento en que cruzaron la mirada. Distraídamente agarró un trozo de carne y se lo llevó a la boca. 

Alguien se dejó caer a su lado con un resuello.

- ¿No te unes a la fiesta? – se trataba de Uthul.

- No se me da bien bailar – repuso Thrall arrastrando las palabras y recordando sus primeros acercamientos a la danza en el clan Warsong: nunca hasta entonces había sentido la necesidad o las ganas de bailar. Eso le había resultado tan ajeno como las propias bebidas alcohólicas… y sin embargo aquí estaba ahora. La observación le arrancó una sonrisa bobalicona en la cara y soltó una risita nasal.

Uthul estudió su expresión

- ¿Estás borracho? – preguntó enarcando una ceja, a pesar de que el brillo en sus ojos denotaba que él mismo no estaba lejos del mismo estado.

- Roggar – respondió Thrall y su amigo asintió, entendiendo.

Uthul sonrió y meneó la cabeza.

- Tiene la costumbre de buscar que todos estemos así, piensa que es más divertido. Eso sí, entre tú y yo, nunca le desafíes a un duelo de bebida: perderás, sí o sí.

Thrall gruñó a modo de asentimiento, pero no parecía prestarle realmente atención. Uthul comprendió que su amigo no estaba familiarizado con los efectos del alcohol, pero, no obstante, decidió seguir su mirada para ver qué era en lo que estaba tan interesado. Cuando vio que parecía mirar a Ifta quedó pensativo durante unos momentos.

- Al final le diste el cuerno prometido, aunque en calidad de hermandad – observó en un tono de lo más casual.

- Se lo debía por la apuesta.

Uthul le miró, esbozando una media sonrisa.

- Ya la escuché. Supongo que no quería ponerte en un compromiso.

Sólo entonces Thrall le miró y frunció el ceño, extrañado.

- ¿En un compromiso? ¿Por qué? Si era lo que habíamos apostado en la competición de tiro.

- ¿De verdad no lo sabes?

Thrall cada vez entendía menos de la conversación, no sabía si porque estaba borracho o porque no era entendible de por sí. Viendo su expresión Uthul sacudió la cabeza de un modo enigmático.

- No, de seguro no lo sabes.

- ¿Saber el qué? ¿Acaso olvidáis que me he criado entre humanos y por tanto desconozco muchas cosas de la vida orca? – expresó Thrall, molesto - ¡Ayúdame a entender, por favor!

- La apuesta fue una broma – soltó Uthul finalmente – Aunque creo que Ifta realmente no pensaba que la fueras a aceptar por lo que podía implicar, pero supongo que es como dices, a menudo tendemos a olvidar que tú no te has criado con los orcos, por lo que eres un poco inocente para algunas cosas – hizo una pausa, estudiando el desconcertado rostro de Thrall – Cuando un guerrero o cazador abate a un oponente o presa la reclama obteniendo un trofeo de la misma que le dará prestigio y respeto entre los suyos. Eso ya lo sabes ¿verdad? – el otro asintió – Pero cuando ese mismo trofeo es ofrecido a otro orco siendo del sexo opuesto estás dando a entender que tienes un interés… más especial para con él o ella*. ¿Comprendes ahora?

Thrall pensó con lentitud lo que Uthul trataba de decirle y cuando lo entendió sintió aún más calor en el rostro. Le embargaron varios sentimientos a la vez, pero sobre todo un gran bochorno. ¿Acaso él se había declarado sin tener ni intención ni conocimiento de ello? ¿Por qué Ifta no le había cortado cuando le dio el cuerno? ¿Y por qué le resultaría gracioso ponerle en esa situación?

- Creo que por eso ella ha anunciado que tu obsequio fue en calidad de hermandad – continuó Uthul – Es una forma de enmendarse por ponerte en una situación un tanto delicada y para dar a entender que no os une nada en especial, para así permitir que pueda existir esa opción tanto para ti como para otras posibles interesadas. Supongo que tampoco esperaba que apareciera un ogro por aquí, es algo realmente inusual por otra parte – su amigo miró entonces a Ifta quien, ajena a su conversación, seguía danzando – Creo que hizo bien, aunque quién sabe por qué tuvo esa ocurrencia en sí para empezar, no es propio de ella. A saber, qué es lo que ella siente en verdad… quizá se deba a lo que sucedió… - carraspeó, dándose cuenta de que divagaba en voz alta - No sé si lo sabías, pero, aunque fueron nuestros lobos quienes te rastrearon fue ella quien decidió aproximarse a echar un vistazo; fue su lobo quien captó tu olor por primera vez – aclaró para finalizar.

¿Ifta fue quien le encontró? Thrall apenas tenía recuerdos de eso, pues estaba delirando en medio de la nieve cuando eso sucedió, víctima de una fuerte hipotermia.  Sí recordaba los lobos y después… había sido algo un tanto difuso, un rostro verde enmarcado en cabello negro y pieles. Y ahora que Uthul se lo decía… sí, ahora estaba seguro de que era ella. ¡Tenía sentido! Por eso cuando la había visto al principio de su estadía ella le había resultado tan familiar, como si ya la hubiera visto antes, aunque no recordara cuándo…

Miró de nuevo en dirección a su amiga, dándole vueltas a todo lo que Uthul acababa de contarle, entendiendo ahora un poco mejor aquellos detalles que en su momento le extrañaron y que no pudo explicar, como que Igrim estuviera a punto de echarse a reír cuando se hizo la apuesta y la reacción de sorpresa de Ifta cuando él la aceptó. Ella había estado visiblemente incómoda cuando le recordó la apuesta viendo el cadáver del ogro… ahora entendía.

En todo este tiempo él no se había enterado absolutamente de nada de esto. Se sintió un poco estúpido y consideró si debía pedirle perdón: de haberlo sabido, no habría aceptado esa apuesta y habría sugerido cualquier otra. Sí, disculparse sería lo mejor: no quería arruinar su relación con ella por un malentendido tan tonto como aquel. Aparte de ser una buena instructora también consideraba a Ifta una amiga.

Decidido se puso de pie tan bruscamente que la cabeza le dio vueltas por lo que se quedó estático, como un pasmarote, sin dar paso alguno. Uthul soltó una risita entre dientes y también se levantó.

- Despacio, hermano – le sugirió su amigo y, añadió, malinterpretando sus intenciones – El fuego no se va a apagar todavía, tienes tiempo de bailar – dicho esto le dio un empujón hacia la hoguera, siguiéndole.

Por alguna razón cuando llegó arrastrando los pies hasta el último punto donde la había visto Ifta ya no estaba allí, pero fue empujado y zarandeado por Igrim y Uthul para que empezara a danzar, de modo que así lo hizo…. Y se fue animando más y más: bailar no estaba tan mal. No sabía si eso lo sentía porque de verdad lo pensaba o por la euforia producto del alcohol, pero era divertido.

¡Ahora era un orco de pleno derecho! ¿Por qué no celebrarlo debidamente? ¡Por supuesto que sí! Hasta Snowsong se animó, girando alrededor de Thrall moviendo la cola sin parar. Thrall respondió a sus movimientos para que ella se sintiera integrada. 

Igrim pasó por su lado contoneándose enérgicamente y le sacó la lengua de modo juguetón, hermosa a la luz de la fogata, mientras que Uthul le enseñaba un nuevo paso con el que moverse; al intentar repetirlo sus enormes pies se enredaron y estuvo a punto de caer. Por suerte sus dos amigos lo sujetaron entre carcajadas. 

Así dieron un par de vueltas alrededor de la gran hoguera y Thrall disfrutó de aquella euforia que fluía por sus venas. Sin embargo, al cabo de un rato decidió que todo daba demasiadas vueltas: suficiente baile por esa noche. Antes de que la sensación se volviera del todo desagradable se sintió dispuesto a salirse de la hilera cuando…

- ¡Bailas fatal! 

Se volvió y vio a una radiante Ifta mirándole con ojos brillantes, su cabello se veía rojizo a la luz de la hoguera y estaba arrebatadoramente bella, exultante en la celebración. En su cintura llevaba el cuerno de ogro. Entonces Thrall recordó por qué se había acercado a la hoguera en primer lugar.

- ¡L-lo siento! – le salió automáticamente sin poderlo evitar.

Ella enarcó una ceja y esbozó una expresión de desconcierto. Al lado los demás seguían bailando, tanto jóvenes como mayores.

- Uthul… él… me dijo que la apuesta fue en realidad una broma, que no iba en serio. De haberlo sabido… quiero decir, lo que podía significar… yo no… Te pido disculpas… ¿a-amigos?  – le parecía un tanto penoso, pero no supo qué más decir. Era increíblemente complicado pensar con el cerebro tan embotado y con la lengua enredándose en su boca, casi como si tuviera voluntad propia. Quedó a la espera de respuesta, esperando que ella le hubiera comprendido.

Ifta le miró durante unos instantes con la misma expresión, pero poco a poco entendió a lo que él hacía referencia. Asintió despacio y pareció súbitamente muy seria, como si ella estuviera… Pero entonces una gran sonrisa se formó en su rostro. Agitó la cabeza.

- ¡No te preocupes por eso! – repuso – En realidad fue culpa mía por no recordar que tú… bueno, no te habías criado con tu pueblo. No tenías modo de saberlo – hizo una pausa, Thrall pudo ver las llamas de la hoguera reflejadas en sus pupilas – Amigos – asintió finalmente.

Suspiró aliviado. Habían sido unas pésimas disculpas, pero ya estaba todo solucionado. Eso era lo importante.

Se quedaron uno delante del otro mirándose durante unos segundos más y entonces Ifta pasó por su lado, rozándole con el hombro, y siguió bailando como si esa conversación no hubiera tenido lugar.

Él la observó, pero no la siguió, pues seguía sintiéndose mareado. Así que en su lugar abandonó el perímetro de la hoguera seguido de cerca por Snowsong y se sentó de nuevo en su sitio; la loba le apoyó cariñosamente la cabeza encima de la pierna y él puso una mano sobre su suave cabeza, acariciándola mientras se preguntaba por qué a pesar de haberlo dejado todo aclarado no se sentía del todo satisfecho.



Al día siguiente Thrall amaneció totalmente despatarrado sobre sus pieles de dormir. Tenía la boca totalmente pastosa y se notaba la cara costrosa. Se llevó la mano y raspó una capa de algo seco con sus largas uñas: sangre seca. Sentía la boca pastosa y al alzar la testa gruñó cuando el dolor le golpeó como un martillo. Entonces recordó todo lo sucedido el día anterior: el encuentro con el ogro, su Om’riggor…

Al lado de su lecho vio a Snowsong estirándose y relamiéndose, pareciendo que ya llevaba un rato despierta. Thrall se sentó frunciendo el ceño por dolor palpitante de su cabeza y se rascó el mentón, bostezando; se sentía como si acabara de acostarse, pero a juzgar por el comportamiento de su loba, ya habría amanecido.

¿Por qué tenía una sensación incómoda de que había hecho el ridículo la noche anterior? El desagradable malestar que lo embargaba era sin duda producto del alcohol de Roggar. Recordaba el grog al igual que recordaba haber hablado con Uthul después, aunque no exactamente de qué, algo de la apuesta y luego la danza a la luz de la fogata, pero poco más. Ni siquiera recordaba haber regresado a su cueva. ¿Lo habían traído o habría sido capaz de regresar él solo por su propio pie? ¿Esta amnesia parcial era otra consecuencia de su resaca? Ahora empezaba a entender por qué Blackmoore estaba de un humor tan agrio a primera hora de la mañana… pero él lo acallaba con más alcohol. Sólo de pensarlo Thrall arrugó el ceño.

- Creo que no volveré a beber así nunca más – informó a su amiga lobuna, cuya única respuesta fue un gran bostezo.

El grog en sí no había estado mal pero no merecía la pena si después de beberlo iba a sentirse como si lo hubiera atropellado una manada de caballos. Súbitamente fue consciente de su sed así que se levantó y bebió una buena cantidad de agua. Ahí adentro también hacía mucho calor.

- ¿Thrall? ¿Estás despierto?

Era Palkar, hablándole desde el exterior.

- ¡S-sí! – contestó. De modo torpe se volvió para contestar olvidándose del agua que estaba bebiendo, así que se derramó una buena parte sobre su pecho y el suelo de la cueva. Snowsong dio un respingo al ser salpicada y retrocedió.

- Los Ancianos nos están esperando desde hace rato– informó el chico – Quieren hablar con nosotros sobre lo de ayer.

¡Oh no! ¡Lo que faltaba, iba con retraso! Thrall se revolvió aturullado, frenando su impulso de salir pues que, aparte de empapado, estaba muy desaseado.

- ¡Voy enseguida! ¡Necesito sólo un minuto para lavarme!

- Eso díselo a ellos – murmuró Palkar, en el tono que alguien usaría para insinuar que le esperaría una reprimenda por su impuntualidad.

Thrall gruñó y se echó agua fresca sobre la cara, pasándose rápidamente la mano por encima. El frescor le revitalizó, haciéndole sentir ganas de sumergir la cabeza en el río, pero no tenía tiempo para eso. Al menos cuando emergió de la caverna lo hizo con energías renovadas y ante la perspectiva de una nueva y maravillosa jornada… si la resaca se lo permitía, claro.


Los días pasaban lentos, pero sin pausa de un modo rutinario. Drek’Thar había tenido razón, como siempre, anticipando la llegada de la primavera. Cada vez había días más soleados y se volvía más común ver la nieve derretirse.

A primera hora del día siguiente tras su Om’riggor los más viejos del clan se reunieron junto con un resacoso Thrall, Ifta y Palkar para que les contaran con todo detalle como fue el encuentro con el ogro. Por suerte no expresaron en voz alta su malestar por la tardanza del primero, pero sí que terminaron preocupados.

A pesar de que se sentía cansado, medio cegado por la luz y con un punzante dolor de cabeza, Thrall prestó atención a todo lo que se habló allí. Recordaba por boca de Uthul que era raro ver ogros por esa región, aunque durante esa reunión se enteró de varias cosas que desconocía. Ahora supo que, con el fin de la Segunda Guerra habiendo sido derrotada la Horda y el Portal Oscuro cerrado los clanes de ogros se dispersaron en todas direcciones. Se sabía que algunos habían escapado de regreso a Draenor antes del cierre del portal vaticinando la inminente derrota, pero otros muchos decidieron permanecer en Azeroth, seguramente llevando un estilo de vida muy similar al de los propios orcos, pues los humanos seguramente se dedicarían a exterminarlos en caso de dar con un cubil.

- Ya teníamos la certeza desde hace años que al menos un clan se había asentado en las ruinas de la antigua Alterac – expresó uno de los ancianos – Pero eso queda muy lejos de este valle.

- Eso pensé yo – admitió Ifta, que permanecía sentada sobre sus rodillas delante del consejo, al igual que sus otros dos compañeros. Como ella tenía más experiencia era la que llevaba la voz cantante; por ello también se sentaba más adelantada que sus dos compañeros  – Y puedo confirmar, dado el tabardo que la criatura vestía con el símbolo de una mano roja, que se trata del clan Crushridge. 

Se alzaron varios murmullos. 

- ¿Puedes dar algún detalle más sobre su apariencia? – preguntó Drek’Thar – ¿Si iba bien equipado? ¿Portaba armadura de algún tipo?

- No, no realmente – respondió ella – No me parecía especialmente aguerrido. Ni tan siquiera parecía llevar la típica pintura ritual que suelen ponerse para la guerra. Tampoco portaba armadura alguna.

Más murmullos.

- Un explorador – aventuró Garula – El invierno habrá desplazado su territorio de caza.

- Discrepo, Abuela**  – repuso Ifta con delicadeza – Solamente portaba un hacha como arma; ni arco ni flechas ni trampas. No creo que estuviera de caza.

- Entonces es posible que sea culpa de los humanos – dijo otro de los ancianos - Quizá los han localizado y los estén presionando haciendo que se desplacen más hacia las montañas, hacia aquí…

Se inició una discusión donde nadie se ponía de acuerdo. Los jóvenes intercambiaron una mirada entre sí e Ifta se encogió de hombros, pero Palkar parecía tener ganas de decir algo.

- Lo mismo simplemente se perdió – opinó el chico, haciendo que todos guardaran silencio. Cuando le miraron el niño tragó saliva – Creo que se durmió y quedó cubierto bajo un gran montón de nieve. Quizá no sabía ni dónde se encontraba… si se echó a dormir tan al raso quiero pensar que no estaba en absoluto preocupado por si alguien le atacaba. Quizá ni siquiera supiera que estábamos allí…

- Buena observación, hijo mío – concedió Drek’Thar – Pero aunque así fuera eso significaría que los ogros han podido estar deambulando cerca de nuestro territorio por lo que si saben de nuestra presencia puede que decidan atacarnos al considerar nuestro emplazamiento ventajoso. No obstante, lo que más me preocupa ahora mismo es que hayan estado tan cerca de nuestro hogar y no los hayamos detectado, ni nuestros cazadores ni los lobos.

Todos guardaron silencio y Thrall cayó en la cuenta que el anciano chamán tenía razón. A él los lobos lo habían detectado enseguida y nunca habían visto huellas en el bosque de ningún ogro, lo cual era francamente extraño si era cierta la hipótesis de que llevaban un tiempo rondando por aquí.

- Además estos seres siempre han significado un alto impacto en el entorno – prosiguió Drek’Thar –No les preocupa la naturaleza y suelen dejar detrás de sí gran cantidad de destrucción y basura, con lo cual entiendo que de haber estado de forma recurrente por aquí los espíritus me habrían transmitido su malestar al respecto…

Como vieron que no continuaba con su reflexión si no que se había quedado callado al perderse en sus elucubraciones un anciano decidió tomar la palabra.

- En cualquier caso, sean cuales sean los motivos, no podemos permitir que los ogros campen a sus anchas por aquí de ningún modo – replicó enérgicamente – Propongo batidas para cerciorarnos y expulsarlos de aquí.

- ¿Y por dónde mandarías esas batidas, Andak? – preguntó Garula en tono mordaz.

- ¡Por todas partes, maldita sea!

- ¡Pero no sabemos ni su número ni si estaban aquí con ánimo belicoso! Si damos con más exploradores y los matamos nos arriesgamos a una guerra con el clan Crushridge.

- ¡No podemos permitir que nuestra prole esté a merced de ellos! Hemos estado viviendo en paz durante estos años, lejos de la guerra, como para permitir que un puñado de ogros advenedizos nos puedan amenazar ahora…

Más discusiones. Thrall suspiró, pues eso no ayudaba a su jaqueca; sólo quería dormir. Buscó la mirada de Ifta pero sólo podía ver su larga y espesa cabellera trenzada. La joven parecía más interesada en los Ancianos, a los que observaba con el ceño fruncido. ¿El ridículo de anoche tuvo que ver con ella? Intentó pensar, pero le resultaba muy difícil concentrarse… a lo mejor se sentía así porque no fue capaz de llegar él solo a su lecho, si no que sus amigos tuvieron que cargar con él hasta ahí… sus amigos. Gracias a ese pensamiento cayó en un detalle y alzó una mano pidiendo permiso para hablar, pero fue ignorado. Sin embargo, Drek’Thar de alguna manera, se percató de su solicitud, de modo que hizo un gesto y al instante el resto de ancianos enmudecieron. 

- Silencio, hermanos. El joven Thrall hijo de Durotan quiere aportar algo.

- Gracias. Hay una cuestión que me está preocupando y por eso creo que no perdemos nada con hacer las batidas que propone el anciano Andak – no se le pasó por alto que el viejo orco se sintió complacido – Y es que los compañeros del ogro sepan cuál fue su destino y decidan vengarse. Si no sabían nada de nuestra presencia me temo que con mi acción os haya expuesto.

- No hiciste nada malo, joven Thrall – indicó Garula y en su voz no faltaba un tinte de agradecimiento – Dos de nuestros jóvenes estaban en peligro y tú los salvaste. Cualquier otro orco habría hecho lo mismo de haber estado en idéntica situación, con lo cual no debes sentirte incómodo al respecto – miró a Drek’Thar – Tuya es la decisión, sabio líder. ¿Damos el encuentro como algo aislado y lo dejamos estar, o bien tomamos precauciones o directamente rastreamos y expulsamos a los ogros de aquí para ponerles en su sitio?

Drek’Thar no respondió enseguida, meditabundo. Finalmente habló:

- No quiero arriesgarme por el momento a declarar una guerra abierta contra un clan contra el que nunca hemos tenido ningún problema en los años que llevamos aquí – expuso – Sabido es por nosotros que ellos tienen su territorio en las ruinas de Alterac pero no tenemos más información: ni sobre su número ni sobre sus intenciones. Igualmente ellos pueden estar más que enterados de nuestra presencia. A pesar de ello me inquieta que hayan llegado tan al norte y convendría que al menos el suceso se investigara para estar seguros si se trata de un encuentro aislado o por si por el contrario se trata de alguna avanzadilla con motivos de expandir su territorio. Consultaré con los espíritus por si ellos pudieran arrojar algo de luz al respecto y mientras tanto haríamos bien en asegurarnos que no hay ogros en las inmediaciones, ya que no deberíamos desdeñar que si averiguan lo sucedido decidan vengarse. De momento aconsejo prudencia y vigilancia; nuestros mejores guerreros y cazadores pueden encargarse de todo esto, serán informados.

Dicho esto, puso fin a la reunión, para alivio de Thrall. No quería escaquearse, tan sólo quería retirarse un par de horitas para echar un sueñecito rápido y…

- ¿Adónde vas, joven? – le preguntó el anciano, en un tono que claramente denotaba que se estaba divirtiendo – No hemos abordado la lección de hoy… que yo sepa, la resaca no es excusa para eludir responsabilidades. Si tuviste ganas de fiesta ayer hoy las tienes de estudiar y de trabajar.

Por si fuera poco, tanto Ifta como Palkar fueron testigos de la pillada; vio como la joven le miraba de soslayo reprimiendo una sonrisita mientras que el niño intentaba hacerse el despistado.

Mal-di-ción…










* Cuando contaron la historia de Durotan, padre de Thrall, éste invitaba a Draka a una cacería, lo que se insinúa que para los orcos implica un interés para formalizarse como compañeros o por lo menos dentro de los Frostwolves. Me parece un tanto extraño, teniendo en cuenta que la cacería es un modo de vida entre los orcos; quizá es que siempre van en un grupo y nunca por parejas, pero no me termina de convencer. Además, cuando en la novela de Devastación: Preludio al Cataclismo Thall y Aggra se emparejan no lo hacen por medio de una cacería, sino simplemente confesándose sus sentimientos y ambos son Frostwolves. Así que bueno, a mí se me ocurrió esto en su lugar.


** Abuelo/ Abuela - título de respeto que los jóvenes orcos usan hacia sus mayores. Para diferenciarlo del término que implica familia, éste va con “a” mayúscula.



No hay comentarios:

Publicar un comentario