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[Crash Bandicoot] Universos entremezclados 2 -- Capítulo III - La Cuarta Dimensión

 


Neo abrió los ojos. Se encontraban en medio de un parque solitario. El frío viento agitaba los árboles y creaba ondas en la superficie de un lago adyacente, el suelo se veía mojado, como si hubiera estado lloviendo los días anteriores. A pesar de no ser la primera vez que acababa en otra dimensión se sentía extraño. Se estremeció y miró al cielo, totalmente despejado; la luna le devolvió la mirada, pálida y silenciosa mientras que las estrellas titilaban indiferentes en una lejanía impensable. Eran tan similares y a la vez tan diferentes a las de su mundo…

- ¡Uf! Menudo viaje, jefe – dijo la voz aguda de Gin cerca de él.

Neo se volvió y soltó un gritito de sorpresa. La persona que tenía al lado era su ayudante y colega, desde luego, pero lucía diferente. Sus malformaciones eran de lo más extrañas en esta realidad, por no decir de su aspecto en general. Parecía aún más grotesco aunque más estilizado en cuanto al cuerpo, si bien seguía siendo rechoncho.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? – preguntó alarmado, mirando a todos los lados. Luego miró a Cortex y gritó de manera similar - ¡Doctor! Sé que es usted, pero se ve… no sé, de otra manera, como más… viejo.

- ¿A quién llamas viejo, zoquete? – vociferó arreándole un coscorrón, luego se volvió molesto preguntándose qué aspecto tendría exactamente - Es cosa de esta dimensión… recuerda que somos de la misma edad.

- Ya, ya… Pues no me gusta mucho, la verdad. 

- ¿Acaso vas a añadir algo más?

- ¡No, nada! Sólo me preguntaba ¿qué tal luzco?

- En tu línea – repuso Neo con desdén.

N.Gin soltó un suspiro de alivio pero luego enarcó una ceja, pensativo. En cuanto a Cortex sin más preámbulo encendió su rastreador. El lector funcionaba pero sin detectar nada.

- Veamos hacia dónde tenemos que ir. Ana fue captada por el Psicotrón en esta misma posición hace diez años, no creo que ande muy lejos… eso, suponiendo, que no se haya mudado de esta ciudad… - dijo, mordiéndose el labio. No había pensado en esa posibilidad.

Para su suerte el rastreador consiguió devolverle una lectura; el chip emitía una señal débil y en dirección sureste.

- ¡Ajá! ¡Por allí! – señaló en la dirección y ambos echaron a andar.

A pesar de que su apariencia se había adaptado físicamente a la de la cuarta dimensión Cortex y Gin pronto se percataron de que no pasaban desapercibidos. La gente con la que se cruzaban, en su inmensa mayoría, les lanzaba miradas de soslayo o, directamente, se les quedaban mirando fijamente con la boca abierta. En seguida empezaron a sentirse incómodos.

- ¿Por qué nos miran tanto? – le susurró Gin a su lado.

- Quizá tenemos monos en la cara o es que llevar un cohete en la cabeza no es lo más normal por aquí ¿sabes?

- Pues yo no veo a mucha gente con una gran letra en la frente – gruñó Gin - ¿Qué estáis mirando? – les espetó súbitamente con un chillido a un grupo de chavales que les observaba apoyados en una pared.

- Nada, tío. Vuestros disfraces son lo más. ¿Sois cosplayers? 

- ¿Qué si somos qué? – preguntó Gin, confundido, deteniéndose y mirando al chaval como un pasmarote.

- Pero no te pares, cretino – murmuró Cortex.

- Joder, pues que vuestros disfraces son súper molones. Me suenan pero no sé de qué – dijo el chico.

- Sí hombre, de ese juego que tenía mi hermano. ¿Cómo se llamaba? Algo de Crash no sé qué – dijo otro.

Tanto Neo como Gin se tensaron. Entonces Cortex recordó que, en el mundo de Ana, por alguna extraña circunstancia, eran famosos. Le dio una patada a Gin para que cerrara la boca y, carraspeando, contestó a los chicos.

- Eh, sí, justo eso es. Somos… eh… cosaplers de esos que dices, sí – dijo, aunque no tenía ni idea de a qué se referían.

- Cosplayers.

- Sí, claro, eso he dicho. 

- Están de puta madre. Parecen de verdad. ¿Cómo has hecho lo del cohete? – preguntó a N.Gin alargando la mano.

Éste se apartó y manoteó para alejar la mano del chico.

- ¡Ah, ah, ah! ¡Se mira, pero no se toca! ¡¿Acaso quieres que volemos por los aires?!

El chico retrocedió un tanto sorprendido.

- Vale, tío. Tranqui. Por cierto ¿hay algún evento o algo en la ciudad? – dijo otro mirando a un tercero – No me había enterado.

- No sé, lo miro ahora mismo – dijo el tercero y sacó algo que Neo reconoció de inmediato: un teléfono móvil. Recordaba aquel extraño dispositivo táctil que Ana llevaba encima cuando la abdujo por accidente.

- ¿Os puedo echar una foto? – preguntó el primero sacando su teléfono también.

- Eeh, mejor no – dijo Cortex y entonces se miró la muñeca enguantada donde de seguro no había ningún reloj- ¡Uy! Pero, qué hora es, llegamos… eer, tarde, sí, a nuestro… evento. Sí… vamos zoquete – dijo tirando de Gin que miraba con la boca abierta a los chavales, que se quedaron decepcionados.

Ambos echaron casi a correr, dejando al grupo con sospechas, y torcieron una esquina. Jadeando apoyados en la pared Neo llegó a una conclusión.

- No sé qué pasa en esta condenada ciudad, dimensión o lo que rayos sea pero llamamos demasiado la atención. Deberíamos buscar una manera de pasar desapercibidos o me huelo problemas.

- ¿Cuánto nos queda para llegar? ¡¿Y qué rayos es un cosplayer?! – preguntó Gin con una nota de pánico en la voz agarrándose a su bata.

- Y yo qué puñetas sé – farfulló Neo apartándole y echó un vistazo al lector.

- Creo que no me encuentro muy bien, doctor. Me duele la cabeza.

- Pues no es el momento más oportuno para sentirte mal. Todavía nos queda un buen trecho.

- Ya me dirá qué hacemos. ¿Y si nos siguen? ¿Y si llaman a la policía? ¿Y si nos convertimos en cosplayers? – agregó aún más preocupado.

- ¿Pero de qué demonios estás hablando Gin? ¿Ya estamos con tus neuras? – preguntó Neo, cuya paciencia se estaba agotando - ¡Céntrate, por amor a la ciencia!

- Diantres – dijo éste y se dio una bofetada – Que… ¿qué estaba diciendo? Por cierto doctor, no sé usted, pero tengo algo de frío – añadió tiritando.

Cortex suspiró poniendo los ojos en blanco aunque tuvo que reconocer para sus adentros que él también empezaba a tiritar. Entonces se encontró mirando de frente a un escaparate de ropa. Y tuvo una idea que mataría dos pájaros de un tiro.


Una media hora después salían bastante abrigados del local. Habían entrado usando sus sistemas de teletransporte, tarea fácil. Sin embargo en cuanto se movieron la alarma empezó a sonar; Neo ya contaba con este inconveniente y la dejó frita con su pistola de plasma, pues sabía dónde apuntar al haberla localizado desde el exterior. Tras esto estuvieron esperando unos minutos, armas en ristre, pero parecía que nadie se había percatado de su intrusión.

Neo ahora llevaba un gorro de lana azul marino que le abrigaba la cabeza y le disimulaba bastante la letra de su frente. También se había hecho con un jersey negro de cuello alto y una parka de color gris oscuro que llevaba abotonada y con el cuello levantado que le llegaba hasta las orejas. Quizá así disimulara un poco, pues debía reconocer que con su uniforme de laboratorio y la “N” podría llamar demasiado la atención. No se había molestado en cambiarse de pantalones ni de botas. En el bolsillo de la parca se había metido el dinero de la caja fuerte de la tienda. No había cogido todo porque ese dinero era totalmente diferente al que ellos tenían en su mundo pero decidió llevarse un poco por si necesitaban en esta ciudad. También en otro de los bolsillos había metido un par de relojes de pulsera que le habían gustado, por supuesto. 

Luego se había mirado en un espejo por mera curiosidad. Sabía que aquél hombre extraño era él mismo pero le costaba creerlo; para empezar su pelo aparecía más canoso y su peinado era mucho menos llamativo que en su original dimensión al no quedar tan de punta. Unos ojos oscuros y brillantes le devolvieron la mirada sobre una prominente nariz. Al menos tenía el consuelo de que su perilla lucía bien. La “N”, curiosamente, no era tan grande como esperaba, al igual que su cabeza, que no tenía la forma acostumbrada si no que era más esférica y por tanto, no se acentuaba tanto su calvicie. ¡Al diablo Gin! Estaba estupendo, como siempre.

Cuando terminó de admirarse en el espejo vio que su compañero distaba mucho de estar listo para salir.  Gin había optado por un abrigo de plumas de color amarillo pero Neo le obligó a coger otro de un color que fuera más discreto. En cuanto al problema con el cohete no había nada que hacer, si bien es cierto que por lo que fuera, en esta realidad, abultaba mucho menos. Tras varias pruebas infructuosas el ingeniero tuvo que apañárselas con la capucha; si aun así alguien se percataba siempre podían decir que se trataba de un “cosplayer”, fuera lo que fuera eso. También se había enroscado una bufanda roja hasta la nariz, por lo que conseguía aún más disimular la chapa metálica de su rostro. 

Tras andar unos minutos comprobaron que nadie se fijaba en ellos, aunque también había menos gente en la calle entre el frío y las horas que eran. Caminaron un par de manzanas y llegaron finalmente hasta el lugar donde les llevaba el rastreador. Ambos levantaron la vista para mirar la fachada. El rótulo brillante rezaba “Hell’s Doors” junto con lo que parecía un diablillo bastante contento que vertía sobre su boca abierta un buen chorro de cerveza. Hasta sus oídos llegaba el retumbar de la música del interior del local. Había un grupo de unos cuatro individuos fumando cerca de la entrada, les echaron una ojeada y siguieron a lo suyo.

- ¿Está aquí? – preguntó N.Gin no muy convencido – Esto parece un bar.

- Lo es. Y su nombre me resulta muy familiar, no recuerdo por qué – comentó Neo, que no recordaba la tarjetita que sacó hurgando en las pertenencias de Ana el día en que llegó al castillo. 

Al abrir la puerta fueron golpeados por el fervor de la música rockera. Aunque había algunas zonas más en penumbra el local estaba bastante iluminado. Había mesas por todas partes, no muchas estaban vacías y al fondo del lugar un grupo de jóvenes se divertían jugando al billar. Diversas fotografías, posters y banderas de diferentes grupos musicales  decoraban las paredes de madera con nombre como Manowar, Nirvana, Gun’s And Roses, Queen, Slipknot, Red Hot Chili Peppers, Black Sabbat, AC/DC, Scorpions, The Beatles, Ramones, The Rolling Stones, Iron Maiden… y algunos más. Parte de esos grupos Neo los conocía gracias a Nina puesto que cuando ésta regresaba de las vacaciones escolares siempre ponía la música alta y tenía que pelearse con ella para que la bajara. Era curioso que existieran en ambas dimensiones.

- Es un bar de rockeros – dijo Gin bajándose un poco la bufanda - ¡Hum! Me gusta esta canción. ¿Sabe cómo se llama?

- Me trae sin cuidado la música, idiota – le espetó Neo recorriendo el bar con la mirada – Hemos venido a buscar a Ana. Tiene que estar por aquí…

Alguien chocó con su hombro. Neo se sobresaltó y fulminó con la mirada al que se había metido en su camino. 

- Aparta, carroza – le dijo un joven entre las risas de su acompañante, y ambos se perdieron en las profundidades del local.

- ¿Carroza? ¡Abrase visto! – masculló Cortex apretando con fuerza el arma que tenía en el bolsillo de la parka.

Pero en lugar de sacarla y disparar respiró hondo y cerró los ojos.

- Hemos venido a buscar a Ana – se dijo para centrarse - Nada de problemas. Encontrarla y salir de aquí.

- Come as you are, as you were, as I want you to be… - cantaba N.Gin alegremente siguiendo la canción pero se calló cuando Neo le fulminó con la mirada.

- Así no me ayudas.

- Perdón jefe. Pero es que aún no me  ha dicho qué aspecto tiene esa chica… err… ¿Sandra?

- ¡Ana! 

- Esa.

- Pues… es más alta que yo, delgada, con una melena rubia y larga que brilla como el sol, piel blanca como la nieve, enormes ojos azules del color del cielo – empezó Neo pero se calló cuando se dio cuenta que estaba sonando cursi, aunque Gin no pareció percatarse y le escuchaba con gran atención – Pues eso – finalizó bruscamente, malhumorado – Aunque, ahora que lo pienso, si han pasado tantos años…

Neo recordaba que Ana tenía unos veintiún años el día que llegó a su laboratorio pero ahora mismo estaría en plena treintena. ¿Qué aspecto tendría?

- ¡Ah! – Gin le sacó de su ensimismamiento – Pues por si no se ha dado cuenta, esto está…

- Sí, lo sé – gruñó - Lleno de chicas.

Neo volvió a echar una ojeada pero no reconoció a nadie que se pareciera a Ana en ningún momento y ambos tuvieron que apartarse para dejar paso a otro grupo que salía.

- Será mejor que nos sentemos en alguna mesa – dijo Neo – Estamos en todo el medio y hay gente que ya nos mira… ¡Ah! Aquella es perfecta, está en un rincón apartado y podremos ver todo el local.

Tomaron sitio. Se quitaron los abrigos pero no los gorros y continuaron mirando con paciencia.

- Allí hay una... – dijo N.Gin.

- No es esa.

- ¿Y aquélla?

- No.

- Vaya… ¡oh, oh, oh! Mire, en aquella mesa…

- Tampoco. ¡Y no señales, cretino! Además te acabo de decir que tiene que ser más mayor.

- ¡Ah, ah! Seguro que es esa – siguió Gin ignorándole  y lanzó un silbido.

- Pero si esa es una vieja – contestó Neo con una mueca de disgusto. Como si él no tuviera ya los cuarenta…

Su mirada fue hasta la barra, que estaba a rebosar.

- ¡Aah! – exclamó súbitamente, y se encogió en su asiento, tapándose con la mano.

- ¿Qué, qué? ¿La ha visto? – preguntó N.Gin mirando por todas partes.

- No, pero conozco a ese tipo, el de la barra. O, al menos, creo que es él… pero no puede ser…

- ¿Qué no puede ser? 

- Tendría que ser mucho mayor y está casi igual que cuando le vi por última vez – siguió Neo, ignorando a su socio porque estaba más que hablando, reflexionando en voz alta - Lo que significa que el tiempo en esta dimensión no fluye igual que en la nuestra. Recuerdo que Tropy me comentó hace años algo al respecto acerca de cómo se veía afectado el tejido espacio-temporal interdimensional con respecto a…

Gin entrecerró los ojos, no le estaba escuchando.

- ¿El de la perilla con tatuajes en los brazos?

- ¿Qué? Sí, sí. ¡Pero no le mires fijamente, disimula un poco! Si es él, estamos en la pista correcta.

- ¿Pero y quién es?

- Sony, Johny o algo así… ¡Ah, no! Dany. Eso. El hermano de Ana. Casi le meto una buena paliza – mintió - pero aun así frustró mis planes cuando intenté atrapar a la dragona aquella…*

- ¡Ah, ya recuerdo! – dijo entonces N.Gin que, a pesar de no haber estado, conocía la historia según la versión de su jefe – El animal que soltaba cristales de energía por el cu…

- ¡Calla! – dijo Neo, tapándole la boca.

Una melena rubia había captado su atención. Al menos ya sabía que tenía que buscar a la Ana que él recordaba, lo cual facilitaba las cosas. La chica que había llamado su atención estaba de espaldas apoyada en la barra, una figura solitaria, alta y delgada, que vestía una camiseta negra y unos pantalones vaqueros con botas llenas de hebillas y tachuelas. 

- Ya la veo – dijo Neo.

Por un momento ambos contemplaron con gran expectación a la figura, que tomaba un par de jarras de cerveza que servía Dany precisamente. Entonces se dio la vuelta… y vieron una frondosa barba rubia. Neo soltó un juramento por lo bajo. N.Gin enarcó una ceja.

- ¡Caramba! Parece que la tal Ana tiene un serio problema de hirsutismo, no me lo había comentado…

- ¡Es un hombre, estúpido! Me he… confundido. ¿Por qué está esto lleno de hippies?

- No, no. Son rockeros, doctor – matizó Gin con mucho énfasis.

- Para el caso es lo mismo - repuso Neo cruzándose de brazos, enfadado y avergonzado de su error.

- Si Nina le oyera…

- Nina está lejos, puedo decir lo que me da la real gana sobre los rockeros – concluyó, tapándose de nuevo la cara por si Dany le veía.

- ¡Cielos! – dijo N.Gin mirando al techo – Esta canción es una barbaridad.

Neo decidió relajarse un poco y aprovechar el cambio de tema y se distrajo escuchándola. Pero, tras unos segundos, cambió de opinión.

- ¿Está diciendo lo que creo? – preguntó su socio- ¿Él tiene…? ¿Ella tiene…? ¿Y que hagan eso rápido porque ya es tarde? ¿Pero a qué se refiere? ¿No será…?

Neo iba a contestar pero súbitamente una joven vestida de negro entró en su campo de visión. Se paró a su lado con una libreta. Ambos la miraron con cierta reserva.

- ¡Buenas noches! Bienvenidos al Hell’s Door…

Se interrumpió cuando fijó la vista en el bulto de la cabeza de Gin que aún llevaba tapado con el gorro. Éste carraspeó.

- Ehm… es que soy… ¡cosplayer!

Ambos se quedaron mirándose en un silencio incómodo, Gin con una sonrisa estúpida en la cara y la camarera con expresión de escepticismo. Pero finalmente chasqueó la lengua.

- Ok, encanto – dijo, sacudiendo la cabeza - ¿Y qué van a tomar?

Neo iba a contestar, pero su socio se le adelantó.

- Por cierto ¿qué canción es ésta?

La chica, una joven de pelo teñido de violeta recogido en una alta cola de caballo y llena de piercings parpadeó rápidamente.

- Pues, son Rammstein y la canción se llama Puss…

- ¡Ehm! – interrumpió Neo, azorado – No queremos nada, gracias – y lanzó una mirada de advertencia a su compañero, que le entendió a la perfección y guardó silencio. A la siguiente, le patearía.

- Pero caballero, tienen que consumir para poder usar las mesas.

- Pues…me da lo mismo, una cerveza… y para él también.

- ¿Rubia, negra, de importación?

- La que sea.

- ¿Cómo dice?

- ¡Que rubia, mismo! ¡Dos!

- ¿En la jarra de la casa? – preguntó ella.

- Sí, sí, da igual – dijo Neo, agitando la mano. Lo único que quería era que la camarera se largara.

La chica lo anotó y se fue.

- Olvídate ya de la maldita música. Esto es serio, no hemos venido a divertirnos – dijo, mirando el localizador. Entonces se ruborizó ligeramente- Y sí, se refiere a eso mismo que estás pensando – gruñó, sin mirarle a la cara.

Unos minutos después la camarera regresó con dos jarras enormes de cerveza. Neo la miró sin entender.

- Pero ¿qué es esto?

- Pues… las jarras de la casa – contestó ella contrariada.

N.Gin apoyó el mentón en la mesa y miró hacia arriba, justo al final de la jarra donde flotaba la espesa espuma.

- Ya lo veo. Pero ¿de cuánto es esto?

- De un litro, claro. Lo que han pedido. ¿Algún problema?

Él la sostuvo la mirada por un rato, luego se dio por vencido.

- No, está bien.

- Son 7$ con 50 cada una.

Neo se alegró de haber robado el dinero de la tienda. Pagó a la chica justo para que no volviera más.

- Creo que esto se nos va de las manos – reflexionó en voz alta con voz cansada, mirando su jarra gigantesca -  El niñato ese tenía razón, estoy hecho un carroza…

Se calló cuando vio, estupefacto, que N.Gin se bebía un tercio de la jarra de un solo trago. Luego se limpió con el dorso de la mano y eructó con fuerza.

- ¡Deliciosa! – exclamó – ¡Vamos jefe! Beba un poco. Total, no podemos hacer otra cosa y ya ha pagado por ellas…

Cortex volvió a echar un vistazo al rastreador; éste seguía indicando que Ana estaba en algún sitio de ese local. ¿Pero dónde, demonios?

- ¡Uh! Ésta canción pinta muy pero que muy bien…

Neo puso los ojos en blanco. Estaba empezando a perder la paciencia con Gin.

- Pero vamos a ver ¿desde cuándo te gusta a ti este tipo de música? 

- A mí siempre me ha gustado el rock, ya lo escuchaba en la Academia. ¿No lo recuerda?

- Olvídalo. Creo que el que ahora tiene dolor de cabeza soy yo.

- ¡Beba un poco, ya verá cómo se le pasa! Fate was all we had, who needs another mess? – canturreó animadamente Gin volviendo a beber.

Su jefe le dio por caso perdido. Luego contempló la cerveza que le esperaba. No era muy partidario del alcohol pero como no tenía nada mejor que hacer… Encogiéndose de hombros le pegó un trago.

Como la camarera les había tapado la visión no se habían percatado que de los servicios, justo en el momento en que les servían las cervezas, salían dos chicas para sentarse en los taburetes donde la barra y charlar animadamente con Dany.

Pero Gin se dio cuenta al poco tiempo porque vio por el rabillo del ojo un color que captó su atención. Entonces abrió mucho los ojos y, a continuación, soltó un silbido de aprobación y dio una patada en el suelo.

- ¡Menuda mujer! – soltó, arrastrando las palabras ligeramente por el efecto del alcohol.

- ¿Cuál? – preguntó Neo sin dignarse a apartar los ojos del localizador y sin un interés real.

- La de la barra, a las tres en punto.

Se trataba de una joven pelirroja que llevaba el pelo recogido en un moño alto cardado, lo que dejaba a la vista su bonito y estilizado cuello. Llevaba una blusa bastante escotada de color claro que combinaba con un chaleco negro, pantalones de pitillo negros y botines de tacón. Iba maquillada con unas sombras oscuras en los ojos mientras que sus gruesos labios rojos del color carmín se curvaban para formar una sonrisa.

- Un momento – murmuró Neo cuando se dignó a mirarla - Hay algo en ella, como si la hubiera visto antes en algún otro sitio…

Mientras divagaba intentando ubicarla sus ojos vagaron  hacia un lado porque la pelirroja charlaba con otra chica que quedaba de espaldas a ellos. Esta joven en concreto llevaba una larga melena rubia recogida en una trenza de espiga y vestía una blusa de un color grisáceo abierta hasta la mitad de la espalda, pantalones de cuero negros ajustados y botas de tachuelas. En una de sus muñecas llevaba varias pulseras de cuero, de tachuelas y pinchos. Le resultó atractiva a pesar de que sólo la veía de espaldas.

- Qué portento  - suspiraba Gin – Qué sonrisa, que estilo, qué cuerpazo, que…

- Sí, desde luego – afirmó Neo pero sin referirse a la misma persona.

Súbitamente la pelirroja estalló en carcajadas y Neo se dio cuenta de que Dany se acercaba hasta ellas. Decía algo que hacía que la chica rubia inclinara la cabeza a un lado… y Neo pudo ver su rostro de perfil.

Si no hubiera sido por la música a todo volumen le habría oído todo el local cuando exclamó:

- ¡Pero si es Ana!

Gin parpadeó confundido.

- ¿Pero no era rubia?

- ¡Sí, sí! Es la rubia que está con la pelirroja, cegato.

Súbitamente cayó en la cuenta de quién debía ser la otra chica. Frunció el ceño y entrecerró los ojos de furia. Apretó un puño.

- Ya sé quién es la otra.

- ¿Ah sí? ¿Me la presenta?

- Ni hablar, no quiero ni acercarme a ella si no es con un arma. Es una bruja.

- ¡Imposible! - exclamó su socio con tono de ofendido - Es una belleza, una diosa entre las demás mujeres. 

- Eso te crees tú… ¡ah, maldita sea! Tan cerca pero tan lejos. No puedo hablar con ella con esos dos cancerberos a su lado.

- ¿Qué? No me entero de nada doctor.

- ¡Deja de babear de una vez y escúchame! Tanto el hermano como la amiga me odian, por lo que no puedo acercarme a Ana si están ellos. Debemos quitárnoslos de encima si quiero avisarle ¿ya te has enterado?

- Déjeme a mí a la pelirroja – dijo Gin. Se lamió la palma de la mano y se la pasó por el pelo. 

- ¡No digas chorradas! ¿Te crees tú que ésa se fijará en ti? Bastante tiene con no morderse la lengua y envenenarse.

Gin lo miró dolido pero obedeció permaneciendo en su puesto. Neo intentaba idear algún plan que pudiera funcionar.

- Piensa, Cortex, piensa – murmuraba, tamborileando en la mesa con los dedos.

- Pero, si es fácil – repuso Gin - ¿Por qué no le escribe una nota a Ana diciéndole que quiere hablar con ella a solas? Como cuando nos queríamos decir algo en la facultad…

Neo iba a decirle que era un idiota rematado pero cayó en que podía ser una buena idea.

- Podría funcionar, pero no sé si decirle quién soy, seguramente no querrá verme… Y tampoco tengo nada con qué escribir.

- Chata… ¡eh, chata! – llamó Gin con cierto desparpajo, haciendo gestos con la mano. Intentaba captar la atención de la camarera de antes. Neo le miró estupefacto.

Cuando la chica se acercó esbozando una mueca de lo que parecía disgusto contenido Gin le pidió el bolígrafo.

- Es sólo un momento para que mi jef… eeh mi… colega, escriba una nota. ¿Vale?

- Sí, claro – dijo la chica extendiéndole el boli – Luego lo recojo.

Neo utilizó las servilletas de papel pero tuvo que descartar varias veces hasta que dio con la redacción adecuada: 

Ana, reúnete conmigo en quince minutos en el bazar de la esquina, al final de la calle. Es importante. Dr. N.Cortex.” 

Breve, claro y conciso. Suficiente.

- Ahora – dijo – tengo que encontrar el modo en que le llegue esta nota. Y no, no se la puedes llevar tú porque te reconocería – agregó cuando percibió que Gin extendía la mano ilusionado – Olvídate de la pelirroja, no te conviene.

- Como si a usted le conviniera la rubia...

- ¿Qué es lo que has dicho? – preguntó Neo, aunque le había oído de sobra.

- Nada, sólo he dicho que como desee.

- Ya…

Neo volvía a tamborilear con los dedos en la mesa sin quitarle los ojos de encima a Ana. Ahora ésta estaba sentada de lado y no se había percatado que estaba siendo observada. A pesar del paso de los años - ¿cuántos habrían sido? Pocos, diez desde luego que no – seguía estando preciosa. Sin embargo parecía otra chica distinta en esta dimensión, quizá el maquillaje tuviera parte de culpa. Llevaba los ojos delineados con una gruesa raya negra, los labios de un color oscuro. No paraba de charlar con la tal Jess (Neo había recordado su nombre) y, esporádicamente, con su hermano y con otro chico algo regordete que estaba tras la barra.

Justo en el momento en que empezaba una canción Ana elevó súbitamente un dedo en el aire y Jess la miró con los ojos muy abiertos y una gran sonrisa. Luego juntas se pusieron a cantar con gran pasión; sus labios se movían perfectamente coreografiados con las palabras del cantante mientras hacían el signo de los cuernos típico de los rockeros. Para enfatizar aún más, ambas asentían con sus cabezas y entonces Ana simuló que tocaba la guitarra.

Sorprendido, Neo se percató entonces de que no tenía ni idea de que a Ana le gustara tanto el rock; a decir verdad, apenas sabía nada de ella. Y eso le pareció muy triste.

La pieza parecía bastante valorada en el local, pues algunos presentes también simulaban cantarla o tocarla. Escuchó que N.Gin comenzaba a tararearla a su lado y a seguir el ritmo con las manos sobre la mesa.

- ¿Quieres parar de una vez? Intento pensar…

Su compañero se detuvo al momento y bajó la cabeza pero aún seguía el ritmo con los pies bajo la mesa. Decidió no distraerse más, aún no tenía claro sobre cómo entregar la nota. Cavilaba profundamente sobre cómo cuando unos chicos jóvenes se interpusieron en su visión y entonces se percató de que quizá esa fuera la solución. Metió la mano en el bolsillo de su abrigo y contó el dinero que le quedaba. Entonces se puso en pie.

- ¿Yaaaa? – preguntó N.Gin, visiblemente perjudicado. Se había terminado su jarra de cerveza y miraba de reojo la de Neo, que apenas la había tocado.

- Sí. Esto es lo que vamos a hacer…


Neo había escogido a un par de chicos jóvenes que estaban de pie al lado de la puerta, bebiendo y conversando. Tenía dudas sobre si eran mayores de edad pero eso a él no le importaba. Es más, como villano que era aprobaba ese comportamiento rebelde hacia las normas. Carraspeó y los dos le miraron.

- Eh. ¿Alguno de los dos quiere ganar 20 dólares?

Los chicos intercambiaron una mirada. Uno de ellos volvió el rostro y Neo tuvo la sensación de que se estaban riendo por lo bajo.

- No sé qué decirle – dijo uno de ellos – Lo siento, pero no es mi tipo. Demasiado viejo…

El otro chico intentó disimular su risa volviendo la cabeza a un lado sin mucho éxito. Neo se aguantó las ganas de dispararles.

- No me refiero a nada de eso - dijo, apretando con tanta fuerza su arma del bolsillo que le dolió - Es sólo darle esta nota a esa chica rubia de la trenza – dijo, señalando a Ana discretamente con la cabeza.

El chico miró en la dirección indicada y su expresión cambió notablemente.

- ¡Uf! Sí que está buena… ¿pero no es usted un poco mayorcito para ella?

Neo luchó con todas sus fuerzas por no ponerse colorado como un tomate tanto por la vergüenza como por la ira y se contuvo de sacar el arma.

- Eso no es asunto tuyo. ¿Quieres los 20 o no?

El chico no contestó pero alargó la mano. Neo le dio el dinero y la nota.

- Te estaré observando. Se la das y ya. 

- Sí, sí, abuelo, tranquilo. Ey, tío – dijo a su amigo – Vente, anda.

Éste asintió y agarró los dos botellines.

Cortex le hizo un gesto a N.Gin que asintió desde el sitio que habían estado ocupando.

Neo lanzó una última ojeada, se subió el cuello de la parka y salió del local a la fría noche.



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* Para más información, leed Universos Entremezclados.

1 comentario:

  1. Vaya; atento siempre al número de capis.

    Vamos a suponer que su piel es normal aquí, aunque paliducho más bien. Salvo con Tropy nunca se nos explica el por qué ciertos personajes tienen la piel de un tono anormal... échale pues imaginación.

    No te confundas, N.Gin puede ser bastante malo, lo que pasa que han ido suavizándolo según pasaban los juegos y convirtiéndole más bien en un personaje un poco bufón; ahora bien, me gusta esa faceta suya de trastornado, con migrañotes y arranques de mal genio, un tanto masoca a veces, pero desde luego es un "perrito faldero" de Cortex (en la historia verás que no soy la única que piensa así) Se supone que quedó tocado debido al cohete, también.

    Si no firma con su nombre lo mismo Ana tampoco le presta atención y recuerda que el ego de Cortex es muy legendario. ¡Si ni siquiera ha omitido el "doctor"!

    Un saludito.

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